Sobrevivir con $349.121

Iba a ocurrir, tarde o temprano. Gases lacrimógenos, balas de goma, palazos, corridas, proyectiles varios, banderas y estandartes, gritos, heridos, arengas, llamaradas. La costura social se rajó por el lado de los jubilados.

Las calles en torno al Congreso de la Nación volvieron a ser un caos, a la vieja usanza, en medio de los reclamos de los jubilados por su esmirriado ingreso mensual. Poca cosa pueden hacer los representantes de la Tercera Edad –denominación incómoda- para llamar la atención, pero esta vez se sumaron a la queja las columnas de los hinchas de clubes de fútbol –decirles barrabravas es subirle mucho el precio-, miembros de La Cámpora y las agrupaciones de izquierda.

El Gobierno sabe que esta batalla está perdida. Pocas cosas tienen mejor prensa en la Argentina que la causa de los jubilados, históricamente pisoteados. De allí que la variopinta paleta de hinchas futboleros se convocaran bajo la consigna "Hay que ser muy cagón para no defender a un jubilado".

En este caso la razón de la protesta es puntual: los jubilados son las víctimas principales del ajuste del gasto público que terminó pariendo el tan mentado superávit gemelo. Detrás del estandarte del superávit fiscal que, mes tras mes, hace flamear la gestión libertaria están las miserias de hombres y mujeres que, después de haber aportado toda la vida al sistema previsional, hoy no llegan a fin de mes.

A lo largo de todo el 2024, pero sobre todo durante el primer semestre, la licuadora inflacionaria dejó los ingresos de los jubilados por el piso. Fue la forma que encontró la administración Milei para acomodar los números gruesos de la economía en post del superávit fiscal, una manera eficiente, poco llamativa. Una muerte lenta, como quien se desangra.

De allí que se reavivara todos los miércoles frente al Congreso de la Nación la marcha y protesta de los jubilados. No es que en gobiernos anteriores hayan estado mucho mejor, vale decirlo, pero la escena actual los devuelve a la década del ’90, tratando de sobrevivir con $349.121 de mínima -bono incluido-, monto que cobra el 70% de los incluidos en el sistema. Aquellos que hace 30 años veían en la televisión la pelea de Norma Pla, hoy la protagonizan.

Durante los días previos el defensor de la Tercera Edad de la Ciudad de Buenos Aires, Eugenio Semino, recorrió el dial para explicar que la situación era extrema. Entre otras frases, enfatizó: “El superávit fiscal lo están pagando los jubilados”; “Los adultos mayores están muriendo de hambre, obligados a elegir entre comprar alimentos o medicamentos”; “La represión contra los jubilados desnudó que no hay política, estamos en una tragedia social”.

La situación de los jubilados es alarmante porque, sobre todo aquellos que ganan el haber mínimo, no sólo deben enfrentar el costo de los alimentos y servicios como cualquier otro ciudadano argentino, sino que además a su canasta se le suma el precio de los medicamentos. Tan aguda es la crisis, tan salvaje la motosierra, que durante dos semanas el PAMI suspendió la provisión de alimento enteral, que se administra por sonda o botón gástrico a pacientes que no tienen deglución.

 

ARDE LA CANASTA

No sólo entró en llamas el patrullero de la policía porteña el pasado miércoles. Horas después fue dada a conocer la Canasta de los jubilados, una medición que también arde. De hecho, el informe de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires revela que los precios del consumo para la Tercera Edad saltaron a un total de $1.200.000, y deja en claro que la jubilación mínima apenas alcanza para cubrir el 30% de esa cifra. Por si esto fuera poco, este mes culmina la moratoria previsional y muchas personas no podrán acceder a un haber.

La inflación porteña transita la misma parábola descendente que en el orden nacional. En febrero alcanzó el 2,1%, por lo que la suba de precios del primer bimestre en esta jurisdicción acumuló 5,3%. A su vez, la variación interanual fue del 79,4%.

Los pliegues del documento de la Defensoría muestra cuál es la realidad que enfrentan los jubilados. Del total de $1.200.000 que necesitan para vivir, el 23% se lo llevan los alimentos ($280.000), mientras que el 22% del dinero se destina a la compra de medicamentos ($260.245, en promedio). Otro 20% es para el rubro vivienda ($245.000). Las áreas geográficas donde se realizó la muestra de datos son aquellos centros urbanos donde viven más personas mayores. Estas son: Ciudad de Mendoza, Córdoba capital, Rosario, CABA y Conurbano bonaerense.

Los fondos de jubilaciones han sido saqueados de manera repetida a lo largo de las últimas décadas. Nada más sabroso para cualquier gobierno urgido de dinero que la caja de los jubilados. Además, el sistema cruje porque está diseñado para que por cada trabajador pasivo haya tres en actividad aportando. Sin embargo, en la Argentina la relación baja a 1,5.

Una economía con casi el 40% del trabajo en modo informal, donde los empresarios no realizan los aportes previsionales, termina por socavar los cimientos del sistema. Aquí se divide la biblioteca entre quienes acusan a los hombres de negocios de “negrear” para maximizar su renta, y quienes recalcan que la presión impositiva y la normativa laboral los asfixia, al punto de empujarlos a la quiebra.

El sistema hace agua. Existen en el país un total de 10 millones de jubilaciones y pensiones. De acuerdo a un informe de Idesa (Instituto para el Desarrollo Social Argentino), sólo el 20% de esas jubilaciones fueron otorgadas con las reglas del régimen general; un 18% fueron otorgadas con algún régimen especial o diferencial; y el 62% son pensiones no contributivas, Pensión Universal para el Adulto Mayor (PUAM) o fueron otorgadas usando las moratorias sin aportes completos.

Pero más allá del debate sistémico, queda claro que la administración Milei no tuvo piedad con los jubilados. El Gobierno modificó la fórmula de movilidad mediante el DNU 274/2024 para proteger los ingresos del desgaste inflacionario, pero algo falló.

De acuerdo a un documento del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), ante la recuperación del indicador de la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (Ripte), así como la recaudación de ANSES, los jubilados perdieron en marzo casi un 30% en comparación con lo que habrían obtenido con la antigua fórmula.

 

FMI, DÓLAR Y ATRASO

Mientras la Argentina convulsionaba otra vez con la marcha de los jubilados, las agresiones y la represión policial, el equipo económico liderado por Luis Caputo siguió cocinando a fuego lento el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

En la semana no hubo mayores novedades pero los especialistas coinciden en que, pacto mediante, mejoraría el perfil de deuda y el Estado se libraría de tener que cancelar onerosos compromisos desde el año próximo.

El único tema en cuestión es si el Fondo se atreverá a desembolsar dinero fresco en el marco de la actual política cambiaria que sostiene el atraso e invita a que las divisas entrantes se vayan por la canaleta de la demanda, tal como le ocurrió a Mauricio Macri. En la Casa Rosada no quieren saber nada con levantar el ancla principal que respalda la parábola descendente del proceso inflacionario. Mucho menos en un año electoral donde La Libertad Avanza se juega las fichas de su futuro político.

Así las cosas, es probable que el FMI arroje un nuevo salvavidas, el Banco Central acomode las reservas netas negativas y, sin tocar el tipo de cambio, logren arribar al compromiso electoral ostentando el dígito de inflación mensual que ya se ha convertido en el mascarón de proa del galeón libertario.

La política de atraso cambiario dista de ser inocua. Hay regiones que ya están pagando el precio en términos productivos. El sector industrial que anida en la provincia de Buenos Aires -alberga la mayor concentración de industrias del país- ha sufrido la pérdida de competitividad exportadora y el incremento de los costos en dólares, algo que han logrado mitigar provincias como Neuquén debido al alto rendimiento de la explotación de Vaca Muerta.

El crecimiento del 5% que exhibe la economía argentina es heterogéneo desde lo sectorial. Este año la dinámica debería incluir también la revitalización del mercado interno y el consumo, que en 2024 no terminaron por levantar vuelo.

La semana se fue consumiendo con pocos episodios pero violentos. La catástrofe de Bahía Blanca interpela también al sector político desde lo filosófico. Cuestiona el modelo de Estado presente fogoneado por el kirchnerismo, con escasos resultados; y desafía la idea del Estado liliputiense que alientan los libertarios. Qué difícil que es encontrar armonía en la Argentina.

Hace un año que Javier Milei se colgó la mochila de este país hecho escombros. No le alcanzará ni uno ni dos períodos presidenciales para lograr una recuperación que no se limite sólo a lo macroeconómico sino que permee también hacia las profundidades sociales adonde ha germinado hace mucho tiempo la mala semilla de la marginalidad. Hay sobre el futuro más dudas que certezas. El periodista Carlos Pagni, entrevistado por La Nación, ensayó una pregunta sin respuesta: “¿Milei es el último tramo acelerado de un gran ciclo de decadencia o es el comienzo de una regeneración?”