Simplemente, El equipo de José

“¡Y ya lo ve, y ya lo ve, es el equipo de José! ¡Y ya lo ve, y ya lo ve, es el equipo de José…!”. El canto retumbaba en el Cilindro de Avellaneda. También se repetía en las tribunas visitantes cada vez que Racing se presentaba fuera de su casa. La Academia revolucionó el fútbol argentino con una voracidad ofensiva impropia de tiempos en los que todos jugaban a defenderse. Quedó en la historia como El equipo de José, una creación de Juan José Pizzuti que se alzó con el título de 1966 protagonizando una campaña impresionante. Los albicelestes cerraron esa espectacular actuación con un triunfo por 2-0 sobre San Lorenzo, que quizás no se haya instalado en el recuerdo popular, pero cuya evocación permite brindar un merecido homenaje a un campeón inolvidable.

Pizzuti sacudió las estructuras del fútbol nacional. Racing estaba comprometido con el descenso cuando él se hizo cargo del equipo en 1965. Había sido figura de los elencos albicelestes campeones en 1958 y 1961. Como técnico también se ganó un lugar en la historia grande. La Academia necesitaba puntos para eludir la pérdida de categoría y Tito hizo una apuesta arriesgada: para ganar es preciso salir a buscar la victoria. Partiendo desde esa base, armó un equipo que atacaba sin descanso en días en los que la Argentina todavía no se había repuesto del papelón en el Mundial de Suecia en 1958 y se había abrazado a tácticas absolutamente conservadoras.

El miedo a perder era más fuerte que el deseo de ganar. Pizzuti desterró esa creencia. Pensando en dotar a su equipo de mayores posibilidades de ataque les cambió el puesto a jugadores como Roberto Perfumo (era 6 y se convirtió en uno de los mejores 2 de todos los tiempos) y Alfio Basile (abandonó el mediocampo para transformarse en defensor) y se nutrió del talento que aún brotaba del veterano Humberto Bocha Maschio, quien regresó de su exitoso paso por el fútbol italiano con una sabiduría inmensa. No sólo gambeteó el descenso, sino que ganó la mayoría de los partidos, se mantuvo invicto durante 39 fechas y terminó siendo campeón en 1966 con cinco puntos más que River. Marcó 70 goles en 38 presentaciones en un abrupto cambio de panorama si se considera que dos años antes Boca había ganado el título con apenas 35 tantos en 30 fechas. Jaime Donald Martinoli, con 18, el Yaya Juan José Rodríguez, con 16 y el Chango Juan Carlos Cárdenas, con 8, fueron los máximos artilleros. Salvo los arqueros Luis Carrizo y Agustín Mario Cejas y el lateral derecho y capitán Oscar Martín, todos marcaron goles. Y quedó instalada una lección imperecedera: buscar con voracidad el arco contrario no significó desprotegerse, pues sólo perdió una vez (contra River en la 26ª fecha) y tuvo la valla menos vencida, con 24 caídas.

Venció 6-0 y 4-1 a Ferro, 5-0 a Quilmes, 3-0 a Argentinos, Chacarita y Estudiantes… Era una máquina perfecta. Racing se aseguró el título tres jornadas antes del cierre del certamen con un empate 0-0 con Gimnasia en La Plata. Lo celebró una semana más tarde como local con un 3-3 en el clásico con Independiente y se despidió derrotando en el Cilindro 2-0 a un San Lorenzo que estaba en el proceso de dejar de ser el equipo de Los Carasucias para darle vida al de Los Matadores, campeones invictos en 1968.

Ese 4 de diciembre de 1966 (justo un año antes de apoderarse del mundo al imponerse 1-0 al Celtic escocés en Montevideo para quedarse con la Copa Intercontinental gracias al eterno gol del Chango Cárdenas), la Academia vivió otra jornada de fiesta. Con tribunas repletas, Racing se puso en ventaja con un certero cabezazo del Coco Basile, quien, a pesar de su posición de segundo marcador central, consiguió seis goles. En el segundo tiempo, el Mariscal Perfumo aumentó con un zurdazo inapelable a la salida de un tiro libre indirecto dentro de área azulgrana.

Después llegó la vuelta olímpica al ritmo del inolvidable “¡y ya lo ve, y ya lo ve, es el equipo de José! ¡Y ya lo ve, y ya lo ve, es el equipo de José…!”...