Seguir la lombriz
Un estudio realizado por el Dr. Fernando Momo de la Universidad Nacional de General Sarmiento, Instituto de Ciencias, Inedes de la Universidad Nacional de Luján-Conicet afirma que las lombrices detectan la degradación del suelo y pueden ser utilizadas como bioindicador para su diagnostico.
En la República Argentina hay alrededor de 75 especies de lombrices distribuidas en siete familias. Sólo la cuarta parte de las especies son autóctonas; no obstante, las especies introducidas se han adaptado muy bien a los ambientes edáficos locales y en su gran mayoría ya llevan al menos un siglo y medio o más de presencia en nuestros suelos.
El amplio abanico de adaptaciones, requerimientos y tolerancias hace que un buen conocimiento de las especies de cada zona geográfica y grupo de suelos permita utilizar su presencia y abundancia como indicadores confiables de las condiciones del suelo. Los métodos que se han ensayado son varios pero los podríamos agrupar a grandes rasgos en los que utilizan información de presencia/ausencia de las especies, y los que incorporan datos de abundancias relativas y biomasas. Los primeros se fundamentan en un conocimiento razonablemente profundo de la ecofisología de las especies, en particular sus preferencias y tolerancias en cuanto a humedad, materia orgánica, pH, textura y grado de compactación del suelo.
La idea básica es que a medida que aumenta el grado de perturbación del suelo, su empobrecimiento, aumento de densidad aparente o procesos erosivos, algunas especies dejarán de ser detectadas en un muestreo estándar mientras que otras, adaptadas o capaces de sobrevivir en suelos muy perturbados, comenzarán a estar presentes.
De diferentes maneras se puede cuantificar esa información y calibrar indicadores. El segundo grupo de indicadores entrega más información pero requiere también un tratamiento más complejo de los datos. Los métodos para cuantificar esta información y construir los índices pueden involucrar estadística multivariada, análisis de diversidad, o algún método de ranqueo o puntaje. Generalmente estos métodos se fundamentan en la teoría de nicho ecológico.
Sin embargo hay que tener en cuenta también que la interacción lombrices-suelo no es unidireccional, es decir, que la presencia de algunas especies de lombrices de tierra puede moderar los efectos dañinos sobre el suelo de determinados manejos y también pueden intervenir en procesos exitosos de remediación ambiental o de restauración ecológica. Uno de los principales inconvenientes de los bioindicadores en general es la dificultad de transferir su conocimiento a responsables de manejo que no tengan especialidad en taxonomía o ecología.
En el caso de las lombrices, esto es más simple por dos razones: 1) la distribución geográfica de las especies determina que en suelos los agropecuarios de diferentes zonas de la Argentina no haya que trabajar con más de 15 o 20 especies; 2) la identificación de las especies a ojo desnudo es bastante sencilla de implementar con guías fotográficas o esquemas, lo cual facilita su uso por parte de productores o extensionistas.