Opinión
¿Se está armando el rompecabezas de la Guerra Mundial por partes?
Mientras Rusia continúa la lucha contra Ucrania, a pesar de la fallida ofensiva respaldada por Occidente, hemos vuelto a escuchar las amenazas de la “espada de Damocles Nuclear” en ambas partes en conflicto.
Al otro lado del Mar Caspio, Irán se siente cada vez más presionada para contrarrestar a Israel mientras este país continúa su ofensiva contra los aliados iraníes en la región (e incluso el propio Irán, con la eliminación de Nasrallah y las operaciones en curso de las FDI en el sur del Líbano).
Es, por lo tanto, algo natural para el Régimen Islámico en Irán que busque la posesión de armas nucleares como última disuasión garantizada a largo plazo contra Israel y Estados Unidos. Si bien es poco probable que Rusia entregue armas nucleares, es posible que haya transferencia de la tecnología nuclear.
La guerra en Ucrania y el conflicto en Medio Oriente parece que se superponen, obligando a Rusia e Irán a profundizar su cooperación.
PANORAMA PREOCUPANTE
Todos estos acontecimientos, a primera vista, pueden parecen separados y diferentes en naturaleza, pero si los vemos en un contexto geopolítico más amplio, todo pinta un panorama preocupante del futuro.
Las guerras de este último año han marcado un incremento de la intensidad bélica, desde las cruentas incursiones de Hamás hasta los bombardeos de Israel sobre Gaza, pasando por la fallida ofensiva ucraniana en Donbass y la extraña operación en la región rusa de Kursk, y ahora se denota que ya son globales. De hecho, si miramos el panorama con atención, es difícil no darnos cuenta de que, en realidad, se trata de una sola guerra.
El choque entre un "viejo" orden mundial, frágil y confuso, y un "nuevo" orden cuyos contornos aún son difusos pero decididos a afirmarse. Mundo unipolar versus mundo multipolar, como dirían rusos y chinos. Democracias contra autocracias, como dirían estadounidenses y europeos. Y como resultado: el caos más sangriento, como dirían todos. Ambas partes admiten lo mismo.
Por su lado, el 16 de marzo de 2022, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, decía: “La situación actual es histórica, hay una ´batalla´ sobre cómo se verá el orden mundial. Este es un momento histórico y trascendental en la historia moderna, porque refleja la 'batalla' en el sentido más amplio de la palabra sobre cómo será el orden mundial", dijo en una entrevista con RBC TV.
Desde EE.UU.: "Lo que estamos experimentando hoy es más que solo probar el orden mundial posterior a la Guerra Fría, es su fin". Estas palabras fueron pronunciadas por el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, en un discurso pronunciado el 13 de septiembre de 2022 en la Escuela Johns Hopkins de Estudios Internacionales Avanzados (SAIS), uno de los "templos" del pensamiento estratégico estadounidense.
La situación conflictiva escaló y se fue pasando de la política a la guerra, como nos ha enseñado Clausewitz, y hemos repetido en esta columna de La Prensa en reiteradas oportunidades.
Durante mucho tiempo las políticas erradas han contribuido a crear las condiciones para esta explosión de violencia. En Palestina, la interminable e inconclusa partición, el conflicto permanente que no llega a una solución justa y prudente. Hoy varios analistas hablan de estrategia miope, apoyada únicamente por la fuerza militar de Israel y de los EE.UU.
En Ucrania, la presión por una ampliación de la OTAN (desde 2008 a Kiev se le prometió una próxima entrada en la Alianza) que, a los ojos de los rusos, que habían tenido que digerir la ampliación a toda la galaxia occidental del antiguo Pacto de Varsovia, era intolerable. Fue precisamente en Ucrania y Georgia donde tenía su línea infranqueable.
Poco importa si fueron cálculos cínicos (a expensas de los palestinos y ucranianos) o simplemente erróneos. Los resultados están ahí para que todos los vean.
LA GRAN ENCRUCIJADA
La gran encrucijada está en que Estados Unidos no puede permitirse perder, no puede aceptar que su mundo (el unipolar o el democrático, si se prefiere) sufra una mayor corrosión. Y así les hemos visto entrar en los distintos frentes de esta guerra mundial, primero con desgano (a Ucrania, al comienzo de la amenaza rusa, sólo armas defensivas; a Israel, reproches y la amenaza de no seguir suministrando bombas) luego con una actitud cada vez mayor de determinación, hasta decidir con Israel cuál podría ser la respuesta a los bombardeos de Irán y con Ucrania qué objetivos atacar con los famosos misiles de largo alcance (todo depende de la reunión el 12 de octubre en Ramstein-Alemania), según nos dice el analista F. Scaglione.
La otra cara de la moneda, Rusia, estableció sus objetivos y necesita su espacio de amortiguación al buscar “desmilitarizar “y “desnazificar” a Ucrania. Pero cuando aumentó la participación de la OTAN y los países occidentales, se dio cuenta de que podía asestar un golpe a los cimientos del "viejo" orden. Para Moscú, lo que está en marcha, más que una guerra contra Ucrania, es una guerra contra Estados Unidos a través de Ucrania , del mismo modo que para Estados Unidos lo que importa no es tanto salvar a Ucrania sino debilitar a Rusia. Y es por eso que China arma y suministra a Rusia, así como a Irán y Corea del Norte. Cada uno tiene su propio frente (Taiwán, Corea del Sur, Japón...) pero el enemigo es uno y la guerra es global: las "piezas" de la guerra mundial, de las que habla el Papa Francisco desde 2014, en este momento parecen estar uniéndose.
OPINIONES DESTACADAS
Es cada vez más evidente que crecen las tensiones y los riesgos de escalada bélica en los conflictos que tienen como epicentros a Ucrania y en Medio Oriente.
A fines de septiembre de este año, en un artículo titulado: “Jugando a la tercera guerra mundial”, el profesor J. Mearsheimer abordó la compleja situación en Ucrania, destacando la posición cada vez más precaria de los ucranianos frente al avance ruso. El académico señaló que la administración Biden se enfrenta a un “desastre” en Europa del Este, sugiriendo que los funcionarios estadounidenses son conscientes de la victoria inminente de Rusia, a pesar de sus declaraciones públicas en contrario. Mearsheimer calificó la decisión de permitir y promover la guerra en febrero de 2022 como un “error catastrófico” que tendrá graves consecuencias tanto para Estados Unidos como para Ucrania.
En cuanto al conflicto en Gaza, Mearsheimer analizó las recientes acciones de Israel en el Líbano, incluyendo ataques contra civiles mediante la detonación de dispositivos móviles. El profesor interpretó estos actos como parte de una estrategia de coerción contra Hezbolá, aunque cuestionó su eficacia. También abordó la posibilidad de una invasión israelí al sur del Líbano, advirtiendo sobre los desafíos significativos que enfrentarían las Fuerzas de Defensa de Israel, especialmente tras el desgaste sufrido en Gaza.
Además, Mearsheimer exploró las implicaciones de una posible escalada del conflicto que involucre a Irán, sugiriendo que el primer ministro israelí Netanyahu podría estar buscando arrastrar a Estados Unidos a una guerra regional. Más aun, el potencial para el uso de armas nucleares en torno al conflicto en Ucrania pone al mundo frente a un escenario de una nueva conflagración bélica de proporciones apocalípticas.
Al otro lado del Mar Caspio, Irán se siente cada vez más presionada para contrarrestar a Israel mientras este país continúa su ofensiva contra los aliados iraníes en la región (e incluso el propio Irán, con la eliminación de Nasrallah y las operaciones en curso de las FDI en el sur del Líbano).
Es, por lo tanto, algo natural para el Régimen Islámico en Irán que busque la posesión de armas nucleares como última disuasión garantizada a largo plazo contra Israel y Estados Unidos. Si bien es poco probable que Rusia entregue armas nucleares, es posible que haya transferencia de la tecnología nuclear.
La guerra en Ucrania y el conflicto en Medio Oriente parece que se superponen, obligando a Rusia e Irán a profundizar su cooperación.
PANORAMA PREOCUPANTE
Todos estos acontecimientos, a primera vista, pueden parecen separados y diferentes en naturaleza, pero si los vemos en un contexto geopolítico más amplio, todo pinta un panorama preocupante del futuro.
Las guerras de este último año han marcado un incremento de la intensidad bélica, desde las cruentas incursiones de Hamás hasta los bombardeos de Israel sobre Gaza, pasando por la fallida ofensiva ucraniana en Donbass y la extraña operación en la región rusa de Kursk, y ahora se denota que ya son globales. De hecho, si miramos el panorama con atención, es difícil no darnos cuenta de que, en realidad, se trata de una sola guerra.
El choque entre un "viejo" orden mundial, frágil y confuso, y un "nuevo" orden cuyos contornos aún son difusos pero decididos a afirmarse. Mundo unipolar versus mundo multipolar, como dirían rusos y chinos. Democracias contra autocracias, como dirían estadounidenses y europeos. Y como resultado: el caos más sangriento, como dirían todos. Ambas partes admiten lo mismo.
Por su lado, el 16 de marzo de 2022, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, decía: “La situación actual es histórica, hay una ´batalla´ sobre cómo se verá el orden mundial. Este es un momento histórico y trascendental en la historia moderna, porque refleja la 'batalla' en el sentido más amplio de la palabra sobre cómo será el orden mundial", dijo en una entrevista con RBC TV.
Desde EE.UU.: "Lo que estamos experimentando hoy es más que solo probar el orden mundial posterior a la Guerra Fría, es su fin". Estas palabras fueron pronunciadas por el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, en un discurso pronunciado el 13 de septiembre de 2022 en la Escuela Johns Hopkins de Estudios Internacionales Avanzados (SAIS), uno de los "templos" del pensamiento estratégico estadounidense.
La situación conflictiva escaló y se fue pasando de la política a la guerra, como nos ha enseñado Clausewitz, y hemos repetido en esta columna de La Prensa en reiteradas oportunidades.
Durante mucho tiempo las políticas erradas han contribuido a crear las condiciones para esta explosión de violencia. En Palestina, la interminable e inconclusa partición, el conflicto permanente que no llega a una solución justa y prudente. Hoy varios analistas hablan de estrategia miope, apoyada únicamente por la fuerza militar de Israel y de los EE.UU.
En Ucrania, la presión por una ampliación de la OTAN (desde 2008 a Kiev se le prometió una próxima entrada en la Alianza) que, a los ojos de los rusos, que habían tenido que digerir la ampliación a toda la galaxia occidental del antiguo Pacto de Varsovia, era intolerable. Fue precisamente en Ucrania y Georgia donde tenía su línea infranqueable.
Poco importa si fueron cálculos cínicos (a expensas de los palestinos y ucranianos) o simplemente erróneos. Los resultados están ahí para que todos los vean.
LA GRAN ENCRUCIJADA
La gran encrucijada está en que Estados Unidos no puede permitirse perder, no puede aceptar que su mundo (el unipolar o el democrático, si se prefiere) sufra una mayor corrosión. Y así les hemos visto entrar en los distintos frentes de esta guerra mundial, primero con desgano (a Ucrania, al comienzo de la amenaza rusa, sólo armas defensivas; a Israel, reproches y la amenaza de no seguir suministrando bombas) luego con una actitud cada vez mayor de determinación, hasta decidir con Israel cuál podría ser la respuesta a los bombardeos de Irán y con Ucrania qué objetivos atacar con los famosos misiles de largo alcance (todo depende de la reunión el 12 de octubre en Ramstein-Alemania), según nos dice el analista F. Scaglione.
La otra cara de la moneda, Rusia, estableció sus objetivos y necesita su espacio de amortiguación al buscar “desmilitarizar “y “desnazificar” a Ucrania. Pero cuando aumentó la participación de la OTAN y los países occidentales, se dio cuenta de que podía asestar un golpe a los cimientos del "viejo" orden. Para Moscú, lo que está en marcha, más que una guerra contra Ucrania, es una guerra contra Estados Unidos a través de Ucrania , del mismo modo que para Estados Unidos lo que importa no es tanto salvar a Ucrania sino debilitar a Rusia. Y es por eso que China arma y suministra a Rusia, así como a Irán y Corea del Norte. Cada uno tiene su propio frente (Taiwán, Corea del Sur, Japón...) pero el enemigo es uno y la guerra es global: las "piezas" de la guerra mundial, de las que habla el Papa Francisco desde 2014, en este momento parecen estar uniéndose.
OPINIONES DESTACADAS
Es cada vez más evidente que crecen las tensiones y los riesgos de escalada bélica en los conflictos que tienen como epicentros a Ucrania y en Medio Oriente.
A fines de septiembre de este año, en un artículo titulado: “Jugando a la tercera guerra mundial”, el profesor J. Mearsheimer abordó la compleja situación en Ucrania, destacando la posición cada vez más precaria de los ucranianos frente al avance ruso. El académico señaló que la administración Biden se enfrenta a un “desastre” en Europa del Este, sugiriendo que los funcionarios estadounidenses son conscientes de la victoria inminente de Rusia, a pesar de sus declaraciones públicas en contrario. Mearsheimer calificó la decisión de permitir y promover la guerra en febrero de 2022 como un “error catastrófico” que tendrá graves consecuencias tanto para Estados Unidos como para Ucrania.
En cuanto al conflicto en Gaza, Mearsheimer analizó las recientes acciones de Israel en el Líbano, incluyendo ataques contra civiles mediante la detonación de dispositivos móviles. El profesor interpretó estos actos como parte de una estrategia de coerción contra Hezbolá, aunque cuestionó su eficacia. También abordó la posibilidad de una invasión israelí al sur del Líbano, advirtiendo sobre los desafíos significativos que enfrentarían las Fuerzas de Defensa de Israel, especialmente tras el desgaste sufrido en Gaza.
Además, Mearsheimer exploró las implicaciones de una posible escalada del conflicto que involucre a Irán, sugiriendo que el primer ministro israelí Netanyahu podría estar buscando arrastrar a Estados Unidos a una guerra regional. Más aun, el potencial para el uso de armas nucleares en torno al conflicto en Ucrania pone al mundo frente a un escenario de una nueva conflagración bélica de proporciones apocalípticas.