CON PERDON DE LA PALABRA

Santiago de Estrada

Santiago de Estrada fue un gran argentino, no suficientemente recordado. Nieto de José Manuel, figura eminente del catolicismo nacional, padre de Santiago Manuel, embajador argentino ante la Santa Sede como su padre, profesor de Derecho Romano en la Universidad de Buenos Aires, decano de Derecho en la Universidad Católica Argentina. 

No quiero, sin embargo, extenderme en esta nota sobre su destacada trayectoria, sino referirme a aspectos menudos y pintorescos de su vida.

Autor de cierta frase memorable dirigida a mi padre, de quien era íntimo amigo, al cual le comentó: Los trenes pertenecen, por lo menos, al reino animal.

Formó parte de la intervención a la provincia de Tucumán, encabezada por el Dr. Baldrich, el año 1945. Lo hizo como Rector de la Universidad.

Fue aquélla una intervención accidentada. Pues, en efecto, durante su transcurso el gobierno rompió relaciones con el Eje cuando la suerte de la Segunda Guerra Mundial ya estaba echada. Cosa que, por lo menos, resultó poco elegante.

Así lo entendió el Dr. Baldrich y reunió a su gente para resolver sobre la actitud a tomar en la emergencia. Recuerda Federico Ibarguren, quien era intendente de la capital tucumana, que se propusieron medidas drásticas, como ser renuncia del interventor, poner la bandera a media asta y colocar crespones en edificios públicos.  

Santiago llegó con retraso a la reunión. Y Federico, impulsor de actitudes enérgicas, lo vió llegar con alarma, pues pensó que sería partidario de la moderación.

Llegó Santiago, como digo, con sus anteojos, su trajecito gris y su hablar quedo. Y, requerida su opinión, respondió: "Yo creo que lo que hay que hacer es una gran barbaridad".

 La hicieron y a varios miembros de la intervención los metieron presos, entre ellos a Ibarguren y a Santiago.

Otra anécdota digna de ser citada corresponde a la época en que era decano de Derecho en la UCA. Siendo alumno de esa carrera Guillermo Vilas, que ya se había destacado como tenista, ganando creo que el Abierto de Australia. 

Santiago lo encontró en la calle y le preguntó en qué andaba. Respondió Vilas: "Y, doctor..., jugando al tenis".

Respondió Estrada: "Hace bien, es muy bueno hacer ejercicio. Pero no descuide sus estudios".