Revelan que Zaffaroni publicó un libro en la dictadura donde justificó el golpe y condenó la homosexualidad
El libro Derecho Penal Militar fue publicado por el jurista junto a Ricardo Juan Cavallero en 1980. El sitio plazademayo.com reveló párrafos completos y fotos del libro, difícil de hallar en librerías y bibliotecas y cuya existencia había revelado Rodolfo Terragno en el año 2013.
El ex juez de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni, quien ha sido elogiado por su defensa de los Derechos Humanos, publicó en 1980 un libro en el que justificó el golpe militar y además avaló la "prohibición" de las relaciones entre hombres de la fuerza.
El libro Derecho Penal Militar fue publicado por el jurista junto a Ricardo Juan Cavallero en 1980.
El sitio plazademayo.com reveló hoy párrafos completos y fotos del libro, difícil de hallar en librerías y bibliotecas y cuya existencia había revelado Rodolfo Terragno en el año 2013.
El libro, publicado durante un gobierno militar que proclamaba estar en una guerra, justifica el golpe de Estado. "En una circunstancia hipotética, habiendo desaparecido cualquier autoridad o siendo incapaz la que resta, un grupo militar puede usurpar justificadamente la función pública", escribió Zaffaroni.
El libro es un ensayo que reflexiona sobre el código penal militar: “Los bandos para el supuesto de conmoción interior, fuera de la guerra, también requieren una necesidad terribilísima, que debe estar dada por la circunstancia de que la conmoción interior alcance un grado tal que la autoridad del lugar no pueda evitar estragos, es decir, que la alteración del orden sea de tal naturaleza que el peligro de afectación masiva y grave de bienes jurídicos tales como la vida, la propiedad, etc., sea inminente e inevitable por la autoridad local. De allí surge la posibilidad de que la autoridad militar asuma el gobierno o el mando de una parte del territorio”.
“No obstante, hay circunstancias especiales, dentro y fuera de la guerra, en las que no hay sólo una necesidad terrible, sino que se presenta una necesidad terribilísima. Se trata de situaciones en las que existe un peligro actual de absoluta inminencia o un mal gravísimo que ya se está produciendo y que es necesario evitar o detener. Es en estas circunstancias de necesidad terribilísima. Se trata de situaciones en las que existe un peligro actual de absoluta inminencia o un mal gravísimo que ya se está produciendo y que es necesario evitar o detener. Es en estas circunstancias de necesidad terribilísima cuando hacen su aparición en el derecho penal militar dos medidas que aparentemente arrasan con las disposiciones constitucionales: la legislación por bandos y la llamada pena de muerte”, detalla Zaffaroni.
Agrega: “La muerte prevista en el art. 759, CJM, no es pena, en principio porque la muerte jamás puede serlo, pero, además, por otras razones que no son fundamentales. Ante todo, se hace necesario que el militar huya o haga demostración de pánico, lo que puede generar un desbande o imitación, de modo que la muerte se autoriza para evitar ese efecto inmediato y desastroso. Tan cierto es esto que el CJM no requiere que le dé muerte un superior, sino que puede darse el caso de que sea el inferior quien dé muerte al superior en esa circunstancia. De otro modo, por el mero gusto de afirmar gratuitamente la disciplina, no se explica que pueda darse muerte a un militar y menos que el inferior pueda dar muerte al superior, lo que sólo puede tener explicación lógica sobre la base de la necesidad de evitar el fracaso de una operación frente al enemigo, el que puede resultar del pánico generalizado en el personal y para el cual cualquier actitud individual puede servir de detonante”.
Y lleg a un punto aún más sorprendente al hablar en uno de sus capítulos de “la excepcional necesidad de dar muerte al delincuente”.
Zaffaroni también se ocupa de la prohibición de la homosexualidad en las filas militares, que justifica de esta manera en la página 59 de su libro: “Si pensamos por un momento en que la homosexualidad entre adultos no puede ser punida como delito en la vida civil, porque esa punición violaría el art. 19 constitucional, no por ello debemos concluir en que la homosexualidad militar es inconstitucional, tal como la prevé el art. 765, CJM, porque en la vida civil no hay ningún bien jurídico que resulte afectado por esa conducta realizada en privado, pero en el orden militar la posibilidad de trascendencia del conocimiento de esa conducta afecta la imagen pública de las fuerzas armadas y la confianza que ellas deben gozar por parte de los habitantes de la Nación, cuyo crédito frente a ellos es indispensable para que ante la necesidad tremenda cuenten con la participación y apoyo de la población”.
El libro incluye una dedicatoria al brigadier auditor Laureano Alvarez Estrada, a quien reconoce haberle mostrado los textos originales antes de su publicación para que realice "observaciones", y al contraalmirante auditor Ramón León Francisco Morell.
Rodolfo Terragno había expuesto el pensamiento de Zaffaroni durante el debate que se realizó en el Senado luego de que Néstor Kirchner lo nominara para la Corte. El pliego fue aprobado con el voto de mayoría de dirigentes que respondían a la Casa Rosada, entre ellos la por entonces senadora Cristina Fernández de Kirchner.
"En el sitio web de las Madres de Plaza de Mayo había un proyecto contra la impunidad y como parte de ese proyecto existía una denuncia contra los jueces que juraron bajo el estatuto del proceso de reorganización nacional. En la lista de magistrados estaba Zaffaroni como partícipe necesario de los delitos de la dictadura", explicó Terragno en diálogo con Jorge Lanata en radio Mitre.
La investigación del dirigente radical lo llevó hasta el polémico libro que se mantuvo en secreto durante su estadía en la Corte Suprema. Hoy Zaffaroni aspira a un lugar en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Su postulación fue criticada por el foro Usina de Justicia, que denunció la doctrina abolicionista del ex magistrado.
Según surge del diario de sesión, Terragno interpeló a Zaffaroni sobre sus dichos en el polémico libro. El entonces aspirante al máximo tribunal aseguró que sabía que en el país había personas secuestradas pero desconocía su paradero. "Luego me dijo que en un viaje por el exterior se enteró qué estaba pasando, pero igualmente regresó al país y siguió trabajando como juez", recuerda Terragno.
"En su momento, cuando planteé esto ni siquiera se comentó. No tuvo trascendencia, ni siquiera periodística. No hubo discusión sobre esto. Y el tema se votó como si nada hubiese pasado", recordó con melancolía Terragno.