Reinventando el diálogo perdido
Música barroca y danza urbana en interesante conjunción, en ‘Folia’, por el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín.
‘Folia’, por el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín. Dirección: Andrea Chinetti. Codirección: Diego Poblete. Coreografía y dirección artística: Mourad Merzouki. Concepción musical: Franck-Emmanuel Comte, Grégoire Durrande. Música interpretada en Buenos Aires por el conjunto que dirige Jorge Lavista, con la soprano Graciela Oddone. Diseño de escenografía: Benjamín Lebreton. Diseño de iluminación: Yoann Tivoli. Diseño de vestuario músicos: Pascale Robin. Diseño de vestuario bailarines: Nadine Chabannie. En la sala Martín Coronado del Teatro San Martín, hasta el domingo.
El Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín volvió al escenario de la sala Martín Coronado. Repuso por pocas funciones una obra influenciada por el hip hop. El artista francés Mourad Merzouki la ofreció en 2023 y en ella plantea el desafío de confrontar al hip hop con la música barroca, con una cantante y músicos en vivo en el escenario, mientras los bailarines pasan del ritmo urbano a movimientos del ballet clásico o realizan giros propios de los derviches -baile oriental-.
Merzouki busca mostrar las posibilidades del arte para inventar un diálogo, generar algo en común para llegar a un resultado que una distintas estéticas y generaciones apelando a una danza muy física, de confrontación. Esta propuesta la estrenó antes del covid.
LA LLEGADA
Mourad Merzouki, bailarín y coreógrafo, es el creador de la Compañía Käfig, cuyo nombre significa jaula tanto en árabe como en alemán. En 2018 llegó a San Juan procedente de Chile. En la ciudad capital sanjuanina presentó en el Teatro del Bicentenario la obra ‘Pixel’, en la que combina hip hop y ritmos urbanos con videos proyectados en una gran pantalla, generando efectos visuales impactantes.
Tiene más de treinta años de experiencia trabajando en la intersección de diversas disciplinas. Desde adolescente, su objetivo ha sido transformar el hip hop callejero para llevarlo a escenarios importantes. Para lograrlo ha tenido que cuestionar esa danza, trasladarla de sus lugares originales y asumir riesgos. En todos sus espectáculos durante estas tres décadas, siempre ha combinado la música académica con el hip hop, las nuevas tecnologías con el circo y el deporte.
La escena comienza con tranquilidad. Los bailarines caminan, la música electrónica retrotrae a un filme de ciencia ficción o de viajes espaciales. Como telón de fondo, el cosmos, la noche y un cielo estrelladísimo. El marco es de una belleza sencilla y atrapante. Unas grandes bolas se encuentran dispersas por el escenario y pueden ser imaginadas como planetas. En medio de este universo está la Tierra, representada con colores verde y azul. Los bailarines interactúan con las bolas, rodando, lanzándose, cayendo y rebotando en ellas. La actuación es una metáfora sobre las acciones humanas hacia el planeta. Al manipular la Tierra, los bailarines también la dañan, y una bola gigante estalla. Una nube de polvo lo cubre todo, mientras una persona se sostiene del último fragmento. Símbolo de esperanza, siempre se puede volver a comenzar.
LOS MUSICOS
No tarda mucho en que los músicos ejecuten piezas barrocas -la música, muy bien elegida: obras de Vivaldi no muy difundidas-. Vestidos con levitas de brocado colorado intenso y dorado, aparecen al fondo del escenario. El color contrasta notablemente con los tonos grises, blancos y beiges de los bailarines. Sentados detrás de una gasa y bajo algunas lámparas de araña dispersas, el conjunto musical se percibe distante. El polvoriento suelo del escenario también sugiere una grandeza desvanecida e indica que hay elementos de temporalidad en el entorno.
Los músicos y la soprano Graciela Oddone actúan, a veces, desde faroles gigantes abiertos por un lado. Oddone, quien también baila, aparece desde uno de los faroles luciéndolo como un vestido voluminoso. La muy bien elegida soprano es una especialista en música barroca -vale la pena recordar que comenzó su carrera en 1997 con el destacado director René Jacobs-. Oddone presenta refinamiento en el canto y voz con buen volumen. Sus arias mostraron precisión en afinación, fraseo detallado, expresividad emocional y fluidez en todo el registro sin debilidades.
El espectáculo combina el diálogo de la música académica con los trucos de hip hop, como volteretas y giros rápidos sobre la espalda. El Ballet se lució en este clima de gran diversidad. Por ejemplo, es de destacar la inesperada colaboración entre bailarinas en puntas y un bailarín de hip hop: un ensamble logrado brillantemente.
Los dieciocho bailarines son excepcionales, mostrando energía contenida y explosiva, así como precisión y agudeza en sus movimientos. La unión del grupo permitió que brillara la individualidad de cada uno.
Esta coproducción con Pôle en Scènes, Encore un Tour, Les Nuits de Fourvière, Centre Chorégraphique National de Créteil et du Val-de-Marne/Cie Käfig y Lling Music, que cuenta con el apoyo de La Caisse des Dépôts, el Institut Français y del Institut Français d’Argentine, se torna fundamental para los tiempos acelerados que vivimos. Por un lado, ese diálogo entre el repertorio barroco con la danza popular, la música electrónica con la danza contemporánea, nos llevan a una coreografía de la locura humana. Y, por el otro lado, es una apuesta a generar espectáculos, como lo quiso su autor, que retornen a lo esencial, a la poesía del cuerpo en movimiento. Y el Ballet del San Martín lo logra. Sencillamente, un espectáculo maravilloso.
Calificación: Excelente