Los accidentes viales son un flagelo que se cobra miles de vidas al año y que podría prevenirse con medidas efectivas y un cambio cultural profundo
Radiografía de una epidemia silenciosa
Expertos y víctimas alzan la voz sobre la tragedia de los siniestros de tránsito en la Argentina. Un proyecto que busca aumentar las penas podría perder estado parlamentario.
“Veo que no se toma al tema de los siniestros viales con la importancia que realmente le tiene que dar desde la política, el Gobierno, el Congreso de la Nación y desde cada uno de los ciudadanos. Es diferente a lo que sucede con la violencia de género o lo que es la delincuencia. Esta es la primera causa de muerte en jóvenes en la Argentina, entre las edades de 14 a 30 años y se pueden evitar", enfatizó a La Prensa Viviam Perrone, referente de la agrupación ‘Madres del dolor’ ante la persistente problemática de los siniestros viales que azotan al país.
La situación del tránsito en la Argentina es compleja y multifactorial. María Cristina Isoba, presidenta de la ONG “Luchemos por la Vida”, describió a La Prensa un panorama "caótico", donde la imprudencia y el desorden se han normalizado. Las calles de las ciudades, especialmente en grandes urbes como Buenos Aires, “se ven invadidas por vehículos estacionados en doble y hasta triple fila, obstruyendo el flujo vehicular y generando congestiones que exasperan a los conductores y aumentan el riesgo de incidentes. Los camiones de carga, que parecen tener autorización para detenerse en cualquier momento y lugar, agravan aún más el problema”.
Pero si el desorden organizativo del tránsito ya representa un desafío considerable, la irrupción de la tecnología y la dependencia del celular al volante han añadido una nueva y peligrosa dimensión al problema. “Conducir es una acción compleja que nos involucra física y mentalmente, y que requiere de nosotros toda nuestra alerta y atención”, subrayó Isoba, enfatizando uno de los factores que más incidencia tiene como causa de siniestros viales con heridos y muertos.
“Hace pocos días se produjo un hecho evitable. Un camión de carga se detuvo en un semáforo y fue impactado por un micro escolar que venía detrás. Es decir, frenó tarde y hubo siete niños heridos. La pregunta que uno se hace inmediatamente cuando se ve la filmación de lo que sucedió es, ¿estaba el chofer mirando el camino o estaba mirando el celular u otra cosa? Porque resulta difícil de entender que no viera que estaba frenado el camión que tenía delante”, señaló la presidenta de Luchemos por la Vida.
CIFRAS ALARMANTES
Si bien las cifras muestran una tendencia a la baja en la cantidad de fallecidos por siniestros viales, la problemática sigue siendo grave y demanda atención urgente. Según lo recopilado por Luchemos por la Vida, en 2024, fallecieron 5.908 personas por accidentes en Argentina, un 5% menos que en 2023, cuando se contabilizaron 6.245 víctimas fatales.
Según Isova, esta reducción es atribuible a que “han mejorado las tecnologías en los vehículos que están circulando y a la caída de la movilidad, porque cae la actividad económica y desde la pandemia del covid hubo una porción mínima de población que también dejó de movilizarse como se movilizaba antes”.
Por otra parte, esta disminución, aunque positiva, no debe minimizar la magnitud del problema, que “sigue dejando miles de familias destrozadas” y un profundo impacto social y económico.
A nivel mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta que los siniestros viales causan aproximadamente 1.19 millones de muertes al año. Esta cifra, que la OMS califica como una "epidemia", pone de manifiesto la dimensión global de la tragedia vial y la necesidad de acciones coordinadas a nivel internacional para enfrentar este flagelo.
En el contexto argentino, la distribución de la mortalidad vial no es uniforme en todo el territorio.
Según los casos recopilados por Luchemos por la Vida, Santiago del Estero es la provincia que registró la tasa más alta de mortalidad en 2024, con 30 fallecidos cada 100.000 habitantes. Le siguen Formosa y La Rioja, mientras que Tierra del Fuego, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Córdoba y la Provincia de Buenos Aires registraron las tasas más bajas. Estas disparidades regionales evidencian la influencia de factores locales, como la infraestructura vial, el cumplimiento de las normas de tránsito y la efectividad de los controles en la siniestralidad vial.
JUVENTUD VULNERABLE
Un dato alarmante y persistente es que los hombres jóvenes de 18 a 34 años constituyen el principal grupo de víctimas en siniestros viales en Argentina. Esta realidad, que se repite en muchos países del mundo, ha sido objeto de estudio por parte de expertos en seguridad vial y ciencias del comportamiento.
La presidenta de Luchemos por la Vida señaló que este “problema surge de una intrincada combinación de elementos biológicos, psicológicos y socioculturales”. Así “la inmadurez cerebral juvenil, especialmente en áreas de juicio, comprensión y elección, se suma a la búsqueda de identidad y aceptación social que motivan comportamientos arriesgados para impresionar o mostrar valentía”.
“Este grupo suele estar más expuesto por una combinación de factores: mayor uso de vehículos motorizados, conductas de riesgo como el exceso de velocidad o el consumo de alcohol, y una menor percepción del peligro”, destacó a La Prensa Jonas Romo, director regional de Programas de Salud Pública Iniciativa Bloomberg Philanthropies para la Seguridad Vial Global.
Sosteniendo esta misma visión, Perrone señaló que “los jóvenes, a pesar de la educación que puedan recibir en casa o en la escuela, a menudo se sienten con libertad para actuar imprudentemente si no hay controles en la calle".
Además, sostuvo que “tras un período inicial de cautela, es común que busquen experimentar los límites al conducir, ignorando el riesgo de accidentes graves”.
Por otra parte, señaló que “no solo los jóvenes, sino también los conductores mayores utilizan el celular o conducen alcoholizados, minimizando el riesgo al pensar que son 'pocas cuadras' o que su experiencia los protege".
EL ROL COMPARTIDO
La complejidad del problema de la seguridad vial exige un abordaje integral y coordinado, donde el Estado, la sociedad civil y el sector privado asuman sus respectivas responsabilidades.
"La seguridad vial es una responsabilidad compartida. El sector público tiene el rol de liderar, normar y fiscalizar; el privado puede aportar innovación, tecnología y buenas prácticas; y las organizaciones de la sociedad civil son clave para visibilizar problemáticas, educar y movilizar", enfatizó Jonas Romo.
También sostuvo que con respecto a evitar las muertes juveniles en siniestros viales “se requieren estrategias integrales: controles efectivos y sistemáticos (alcoholemia, velocidad, uso del casco y cinturón), campañas masivas de concientización con mensajes específicos para este público, y un rediseño del espacio urbano que no premie la velocidad, sino que promueva comportamientos seguros”.
Sin embargo, la principal responsabilidad recae en el Estado, que tiene la obligación de garantizar la seguridad de sus ciudadanos en la vía pública. Sobre este punto, Isoba fue contundente al afirmar que "el Estado es el principal responsable. El modelo hoy a nivel mundial de la seguridad vial establece que ningún muerto es aceptable como fruto de la movilidad. Existe la llamada “visión cero”, es decir, que no debe haber fallecidos en el tránsito, y hacia ahí todos los gobiernos deberían apuntar".
POLITICAS PUBLICAS
En teoría, el Estado debe implementar políticas públicas efectivas, asignar recursos adecuados, fortalecer los controles y las sanciones, y promover la educación vial en todos los niveles de la sociedad. Sin embargo, según los especialistas consultados esto no estaría ocurriendo en la práctica.
La infraestructura vial juega un papel fundamental en la seguridad. Rutas en mal estado, falta de demarcación y señalización, y la ausencia de banquinas son factores que contribuyen a la ocurrencia de tragedias viales.
“Hace poco, tomé la Ruta 6, que es una vía muy utilizada por camiones que conectan los puertos de Campana y La Plata, con un tránsito constante en ambas direcciones. Además del mal estado de la ruta en sí, me llamó la atención la altura de la vegetación a los costados, que estimo en unos dos metros. Esta falta de mantenimiento lateral, sumada a la escasa iluminación y, por supuesto, los baches y pozos, hacen la circulación peligrosa. Recuerdo que vi un camión zigzagueando y pensé alarmada que el conductor se estaba quedando dormido, pero mi pareja me corrigió porque estaba esquivando los pozos”, recordó Perrone sobre su última experiencia.
Por su parte, Isoba también señaló la incidencia de la infraestructura en los siniestros, destacando que, si bien la mayoría de los incidentes son atribuibles a errores humanos, muchas veces estos son "provocados también por el mal estado de los caminos".
En tanto, el control y la fiscalización son igualmente esenciales para garantizar el cumplimiento de las normas de tránsito y disuadir las conductas peligrosas. “Tenemos infinidad de casos de personas con decenas de multas, que reiteran su falta continuamente y nadie los va a buscar a su casa ni les exige que se presenten frente a un oficial verificador para efectivizar las multas", resaltó la presidenta de Luchemos por la Vida.
Luego agregó que “al momento de otorgar una licencia de conducir, hay que trabajar mucho más profundamente todos estos ítems que hacen a la prevención de siniestros viales.
Perrone, por su parte, señaló la ausencia de controles de alcoholemia y estupefacientes en los horarios y lugares críticos, donde se concentra el mayor riesgo de incidentes. "Uno puede hablar mucho de alcohol cero en provincia de Buenos Aires, pero después salen de los boliches, que uno sabe el horario, y no hay controles de alcoholemia y ni de consumo de estupefacientes”, subrayó la madre de Kevin Sedano, a pocos días de cumplirse 23 años de su muerte en un siniestro vial.
AGENDA OCUPADA
La pérdida de un ser querido en un siniestro vial es una experiencia devastadora que marca un antes y un después en la vida de las personas. El dolor, la angustia, la impotencia y la sensación de injusticia son sentimientos que acompañan a los familiares y amigos de las víctimas durante años, e incluso décadas. Pero aún más dura resulta ser la situación cuando las penas no acompañan la magnitud de una tragedia vial.
Perrone, junto a la ONG Estrellas Amarillas, a los abogados Natalio Nicodemo y Miguel Rivas y al perito Walter Gorbach elaboraron un proyecto de ley para endurecer las penas por homicidio culposo con agravantes en siniestros viales.
“Si bien lograron modificar la ley vial tras el siniestro en el que falleció Kevin, las penas actuales siguen siendo insuficientes. Hoy te dicen: 'Mira, tu hijo estaba paradito arriba de la vereda y vino un auto a exceso de velocidad, se pasó el semáforo en rojo, el conductor estaba alcoholizado y se fugó del lugar del hecho. Es decir, hay cuatro agravantes. La pena es de tres años en suspenso y se va a su casa”, ejemplificó Perrone.
El proyecto propone que, ante la presencia de agravantes, la pena “mínima sea de 4 años y la máxima se eleve de 6 a 12 años”.
Perrone lamentó la demora en el tratamiento del proyecto en la Cámara de Senadores, donde, a pesar de haber sido aprobado en comisiones, aún no se vota en el recinto, lo que podría hacerlo perder estado parlamentario.
La frustración se hizo evidente al enumerar las excusas para postergar la votación: "Ahora me dijeron que esta semana los senadores no lo pueden tratar por el duelo del Papa. La semana que viene tampoco porque jueves y viernes es feriado. Pero uno se plantea que también está el lunes, martes y miércoles. Así que la semana que viene tampoco se avanzará en el proyecto".
Además, señaló la dificultad para gestionar una reunión con la vicepresidenta Victoria Villarruel, responsable de incluir el tema en la agenda legislativa. "Así estamos llegando casi a mitad de año y desde principio de año que esperamos avanzar en el tema sin lograrlo”, concluyó Perrone.