Las azafatas preparaban el desayuno mientras los 171 pasajeros abordaban el avión, algunos medio dormidos aún, otros en alerta. Antes de que se cumpliera la hora, exactamente a las 7.29 de la mañana del domingo 23 de mayo pasado, despegó el vuelo FR4978 de la aerolínea de bajo costo Ryanair. El vuelo comercial, de rutina, iba de Atenas a Vilna, la bella capital lituana. De los 171 pasajeros sólo nos interesa uno, no particularmente llamativo: no es político, ni empresario ni es una estrella de la música. Se trata de un jovencísimo periodista, Román Dmítriyevich Protasévich, de apenas 26 años.
En el vuelo FR4978 del domingo 23 de mayo a las 7.29 de la mañana también se encontraban, entre los 171 pasajeros, cuatro agentes secretos que estuvieron siguiendo a Román los días previos. Román Protasévich sentado junto a Sofía Sapega, su novia, casi relajado, creyó haber visto en Atenas a un par de hombres que lo seguían pero pensó que ya estaba a salvo. Los cuatro hombres estaban, sin embargo, sentados unas filas atrás. El vuelo transcurría apacible pero a las 09:30 el avión finalmente ingresó, como era habitual, al espacio aéreo de Bielorrusia. Exactamente a las 9.46, cuando faltaban pocos minutos para salir de esos cielos e ingresar al espacio aéreo de Lituania, los cuatro agentes del servicio secreto de Bielorrusia abandonaron sus asientos y alertaron a la tripulación sobre la existencia de una bomba a bordo. Según los agentes, la bomba era autoría del grupo terrorista Hamas, y resultaba vital aterrizar el avión.
Alertada la torre de control, se le exigió al piloto desviarse urgentemente al aeropuerto internacional de Minsk, la capital bielorrusa. Por las ventanas del avión, Roman, Sofía y los demás pasajeros logran ver la prepotencia de un jet MiG-29 de las Fuerzas Areas bielorrusas que escoltaba al avión de Ryanair hacia el interior del país. La mayoría temía por la bomba, Roman comenzó a temblar pero por otra cosa. A las 10:16 am aterrizaron y el joven dijo a la tripulación, resignado, "es mi sentencia de muerte''. En el aeropuerto de Minsk un grupo de policías uniformados ingresaron con perros al avión con la excusa de buscar la bomba pero fueron directo a buscar a Román que intentó, vanamente, explicar el engaño. De nada sirvió, los hombres del dictador más antiguo de Europa ya se habían hecho con el botín: habían secuestrado al famoso Román Protasévich.
Por supuesto que no existía ninguna bomba. Los pasajeros publicaron videos del ardid y Hamas desmintió dicha acción. A esta altura es clara la treta y a las 17:47 el avión despegó de Minsk pero sin Román, ni su novia ni los agentes del servicio secreto. Cuando el vuelo FR4978, a las 18:26, aterrizó finalmente en Vilna la noticia era un escándalo.
EL TIRANO
Cuando Román Protasévich nació, en 1995, Aleksandr Grigórievich Lukashenko llevaba ya un año a cargo de la dictadura de Bielorrusia, tiranía que ya tiene 27 años. Román no ha conocido otra cosa, a los 16 años comenzó a protestar activamente lo que le valió, pese a su cuadro de honor, la expulsión de la escuela y de la universidad por participar de la Revolución de las redes sociales, una serie de protestas silenciosas convocadas en Internet; un día su foto se filtró y desde entonces es el principal enemigo de Lukashenko.
Aleksandr Grigórievich Lukashenko, antiguo miembro de las tropas de frontera soviéticas, fue el único miembro del Soviet Supremo bielorruso que votó en contra de la disolución de la URSS. Maneja Bielorrusia como manejaba el gulag en el que hizo carrera hasta hacerse con el Ejecutivo del país. Además de su condición de satélite del mando ruso, tiene profundas relaciones con Cuba y Venezuela y, desde ya, ha aumentado la cooperación con la República Popular China. También tiene fuertes lazos con Siria e Irán, faltaba más. Su relación con Putin ha tenido altibajos, justamente por ser ajeno a las sutilezas del estilo de dominación del ex KGB. Lukashenko sigue ejerciendo el mando como si la URSS no hubiera caído.
Justamente, el detalle de obligar a un avión comercial de una línea internacional, que iba de una ciudad europea a otra con pasajeros civiles, a bajar en su territorio para secuestrar a un periodista, contraviniendo las leyes internacionales de aviación, la Convención de Chicago, y un millón de normas más, resulta inclasificable. ¿Es terrorismo? ¿un acto de guerra? La forma del secuestro sirve de cruda advertencia de que no hay límites para Lukashenko.
SIN MUSCULO
El mundo ha perdido el músculo para enfrentar dictadores, la diplomacia supranacional cuando no es inútil es peligrosa. Como es ya de etiqueta, han expresado una "grave preocupación'', son así de jugados. La Unión Europea el lunes prohibió a Bielorrusia sobrevolar el espacio aéreo comunitario y aterrizar en sus aeropuertos además de "pedir'' a las aerolíneas europeas evitar el espacio aéreo de esta ex república soviética, sanciones que dan risa considerando la escasa actividad aérea del país. Parece casi una broma.
¿Es Román Protasévich una amenaza para uno de los dictadores más antiguos del planeta? El junto a otros opositores crearon canales de Telegram con el nombre Nexta, cuya traducción es `Alguien'. Actualmente suman 2,5 millones suscriptores en una población que no llega a 10 millones de habitantes. Se entiende así, la fuerza divulgadora de estos jóvenes que roza la epopeya. Nexta fue utilizado para organizar las protestas contra Lukashenko después del fraude cometido en agosto de 2020 con tanto descaro que llevó a que el mundo desconociera el resultado.
Las manifestaciones convocadas por Nexta duraron meses y fueron multitudinarias con picos de 100.000 personas. Rusia tomó nota de esto ya que Bielorrusia, un país quince veces más pequeño, tuvo a más de un millón de manifestantes en la calle entre agosto y noviembre. Lukashenko puso en juego mucha represión para aplacarlas, más 30.000 arrestos, cientos de presos políticos torturados y violados ante los ojos impasibles del mundo que expresaba ``grave preocupación''. Su fin es ahogar cualquier intento de volver a arrancar las protestas, ya que con ellas el régimen se expone ante el mundo e incomoda a Rusia, su gran aliado. Merced al secuestro de Protasévich existen serios peligros para la seguridad de la oposición bielorrusa que vive en el exilio, especialmente Svetlana Tikhanovskaya, la ex candidata a presidente que se considera como la verdadera ganadora de las elecciones presidenciales de agosto de 2020.
Nexta se produce mayoritariamente desde Polonia, donde están sus oficinas; creció exponencialmente el año pasado durante la oleada de manifestaciones prodemocracia y contra el fraude, y es un faro para los manifestantes. No recibe financiación del exterior y depende de los ingresos publicitarios. La ola de represión que desataron las protestas llevó a un masivo cierre de medios, cárcel a periodistas y al férreo control de redes. Pero Telegram es una plataforma encriptada y difícil de cerrar. Así que el dictador apuntó directamente a Protasévich como editor de Nexta, para acabar con el canal.
CON LO PUESTO
En 2019 Protasévich huyó a Lituania cuando su vida en Bielorrusia no valía nada, tras la detención de uno de sus amigos más cercanos. Se fue con lo puesto, y con la experiencia de la lista de arrestos y amenazas que ya había sufrido. El niño que creció en una colmena de viviendas típica de la era soviética de las afueras de Minsk se inició en el activismo desde adolescente y viene colaborando en medios europeos, filmó protestas y flashmobs, y participó en una investigación sobre el reclutamiento de periodistas por parte del servicio secreto, además de su rol en Nexta, por lo que en noviembre de 2020 fue acusado de incitar al "odio'' y al ``desorden social'', que tienen una pena de doce años de prisión, pero además ha sido acusado de terrorismo por incitar a las manifestaciones y por este motivo puede cargar con la pena de muerte.
El Gobierno bielorruso necesita aumentar constantemente el nivel de la represión para generar el miedo que saque a los ciudadanos de la calle. El malestar de las protestas iniciadas en agosto, después de las elecciones presidenciales, no desapareció, la situación no se ha calmado. Lukashenko está dispuesto a acabar con cualquier expresión de disidencia, por mínima que parezca, porque la determinación y la resistencia de la gente sigue desafiándolo y, como se ha demostrado, está dispuesto a todo. Tanto es así que durante las protestas masivas él mismo sobrevolaba las marchas en helicóptero agitando un rifle por arriba de las cabezas de los manifestantes.
¿Qué hizo la comunidad internacional hasta ahora con estos antecedentes? A raíz del secuestro de Román Protasévich nos enteramos que Bruselas tiene designado, entre otros regalos, un paquete de ayuda de 3.000 millones de euros para Minsk (!!!). O sea que después de saberse que una de las dictaduras más largas y feroces que quedan en el planeta estaba encarcelando a decenas de miles de manifestantes con pruebas de violaciones a los derechos humanos y con la totalidad de la oposición muerta o exiliada, la inclasificable presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, le iba a regalar 3.000 millones de euros a Lukashenko. El mundo está en manos de killers como los dictadores venezolano o bielorruso y de sus sirvientes, como Ursula.
La buena es que ahora, además de la "grave preocupación'' de los líderes internacionales, parece que van a suspender el paquete de ayuda europea, gran logro, pero hasta ahora no hay sanciones económicas sobre el país. La agenda informativa que había puesto un ojo el año pasado sobre la debilidad de la tiranía bielorrusa, viró hacia las elecciones de Estados Unidos, se desvaneció con la cortina informativa del covid que todo lo relega y el mundo se olvidó del fraude y de la represión. Donald Trump como presidente impuso sanciones contra más de medio centenar de funcionarios y una docena de entidades bielorrusas como medida de respuesta por la represión contra las protestas opositoras y por fraude electoral, pero son otros tiempos. Este lunes Biden, en un comunicado, dijo que "estudiaba'' medidas contra Bielorrusia y prometió que las coordinaría con sus aliados, incluida la Unión Europea. Tiembla Aleksandr Grigórievich.
PARADERO DESCONOCIDO
Mientras tanto, Román Protasévich sigue "detenido'', su paradero es desconocido y su abogada, Inna Olenskaya, no ha podido verlo ni conocer sus cargos y el proceso que afronta. El pasado lunes por la noche, en un breve video, Protasevich apareció en un canal de Telegram favorable al gobierno. Tembloroso, con la nariz rota y un hematoma visiblemente maquillado en la cara, el periodista negó haber sufrido malos tratos y afirmó estar cooperando con las autoridades; incluso confesó haber organizado "disturbios masivos'' en Minsk. Una confesión visiblemente preparada, al mejor estilo de la tradición soviética. También su novia Sofía fue vista en una grabación recitando un texto que afirmaba que es la "directora'' de un canal de Telegram que difunde "datos personales'' de agentes de seguridad. Por "confesar'' ese delito podría pasar toda su vida en la cárcel en Bielorrusia.
La foto de Roman Protasévich siendo casi un niño, con la mirada altiva mientras lo arrestaban en una "protesta silenciosa'' a los 16 años lo convirtió en un héroe y en un ícono de la rebelión de su país. Diez años después, en el vuelo FR4978 tal vez haya terminado la leyenda del niño que quiso cambiar Bielorrusia. "Estaba en shock'', contó una pasajera. "Se levantó y quiso hablar con la azafata, les dijo: -No hagan esto. Me matarán. Soy un refugiado'', sabía que venían por él pero nadie le hizo caso. Cuando BBC le preguntó hace unos años si Nexta era un centro de protestas o un medio de comunicación, Protasévich dijo: "Es difícil decir quiénes somos. Supongo que somos principalmente bielorrusos a quienes les gustaría volver a casa y vivir en un país libre sin dictadura''. Tal vez, ahora, sea demasiado tarde.