Que la venganza sea terrible

 

Más no se les puede pedir. Más sería una locura. Más significaría haber olvidado que este equipo solamente perdió dos partidos de los 61 que jugó en los últimos cinco años (uno, en el debut del histórico del Mundial de Qatar a manos de Arabia Saudita 2-1 y, otro, frente a Uruguay 2-0, por las Eliminatorias). Un lustro, dos derrotas. Por eso, pedirles más, se casi una falta de respeto. El domingo será la cuarta final consecutiva que disputarán los de Lionel Scaloni. Esperar que le ganen a Colombia sí o sí es de desagradecidos. Pero… en el fútbol, como en la vida, siempre se puede pedir un poco más.

El ciclo de Scaloni al frente del Seleccionado ya supera al de cualquier otro DT que haya comandado al grupo celeste y blanco, que cuenta con una riquísima historia y que lo posicionó desde hace años en la elite del fútbol mundial. Seguramente el trabajo fundacional de César Luis Menotti y la gesta de Carlos Bilardo luego, son mojones imposibles de soslayar. Los tres técnicos campeones del mundo están en el bronce para la eternidad. No es la idea elegirle un escalón del podio a cada uno. Los tres están ahí parados. Pero quizá la diferencia con el actual entrenador es la continuidad en el éxito y que, más allá de figuras enormes, únicas, que asoman en retirada, también hay otras que van a apareciendo y permiten aventurar un futuro tan prometedor como el presente y el pasado.

Scaloni no quiere que se hable de lo que ya fue. El hombre se fastidia -o hace que se enoja- cuando se vuelve sobre triunfos consumados. Esa tal vez sea su mejor arma para mantener alta la vara. Siempre ir por más. El pujatense no permite que nadie baje un cambio. La única manera de ganar, piensa, es mirar para adelante. No negocia la intensidad y entiende que esas formas mantienen al grupo en la cima.

Lionel Scaloni aprendió todo como DT y construyó un grupo que parece indestructible.

Scaloni aprendió todo. Su comienzo de ciclo no fue a puro triunfo. Entonces, no todas eran victorias. Tuvo su primera caída en Arabia Saudita, 1-0, a manos de Brasil. Después recibió su peor golpe: Venezuela le ganó 3-1 a la Argentina en el Metropolitano de Madrid, el día que Messi volvió al equipo tras ocho meses de un largo retiro espiritual. Y hubo más piñas. Derrotas dolorosas frente a Colombia (2-0 en Bahía, por la fase de grupos de la Copa América 2019) y una más a manos de Brasil (2-0 en Belo Horizonte, por semis de aquel torneo continental). Fueron cuatro impactos potentes.

Pero algo pasó. Extraño, diferente a lo que suele suceder por estos pagos cuando los buenos resultados gambetean a los técnicos. Scaloni siguió con el buzo puesto y sentado en el banco de suplentes. No se fue, no lo fueron.

Así llegó a la Copa América de Brasil 2021. La metamorfosis estaba en marcha. El bichito fue creciendo, de a poco, hasta convertirse en un monstruo para sus rivales. Argentina se consolidó. La base se mantuvo casi en su totalidad hasta la Copa del Mundo. Se fueron sumando jugadores espectaculares que rompieron el molde: Dibu Martínez, Cuti Romero, Enzo Fernández, Alexis Mac Allister y Julián Álvarez. Acaso, los cinco pilares en los que se apoyaron Messi y su viejo socio Ángel Di María para ir por la gloria eterna.

"Dibu" Martínez, uno de los jugadores que rompe el molde en esta Selección rica en jugadores únicos.

La Scaloneta no perdió más. Tras aquella derrota frente a Brasil de 2019, comenzó la racha más importante del elenco nacional. Le ganó a Chile 2-1 por el tercer puesto de aquel certamen y, a partir de allí, consiguió 25 triunfos y 11 empates. En total, 36 partidos invicto. 25 ganados y 11 igualados, incluyendo las consagraciones en la Copa América 2021 (1-0 a Brasil ¡en el Maracaná!) y la goleada 3-0 en la Finalissima (sobre Italia, ¡en Wembley!).

Después, un punto de inflexión. Un momento mágico, de esos que ocurren contadas veces en la vida y que pueden cambiar el final de la película. La sonrisa se borró en el instante menos esperado: el debut mundialista de Qatar contra Arabia Saudita (caída 2-1). Y el castillo de naipes tambaleó.

Recién entonces fue posible el cuento de hadas. Esa derrota en Doha actuó de envión hasta desembocar en el penal que Gonzalo Montiel cambió por la Copa del Mundo frente a Francia, en la definición más alucinante que se haya visto en la historia.

La final de la Copa América se presenta como una gran oportunidad para desquitarse del duro golpe del 5-0 de 1993.

"No por ser campeones del mundo pensamos que no vamos a perder nunca. Más allá de las rachas que teníamos, esto es fútbol y se puede perder", fue lo primero que dijo Scaloni luego de la sexta caída del Seleccionado bajo su mando. Fue el 2-0 en favor de Uruguay en noviembre del año pasado, cerrando un 2023 que parecía insuperable, con ocho partidos jugados y otras tantas victorias...

Como fuere, Argentina es una máquina de ganar desde que comenzó este ciclo. El domingo estará parado frente a otro gran desafío. La espera Colombia en la final de la Copa América 2024 que se despide en Estados Unidos. Los Cafeteros arrastran un invicto de 28 partidos, racha impresionante, que supera todas las que había logrado. Pero así como en 1993 Colombia le cortó el círculo virtuoso al Seleccionado que conducía Alfio Basile (sumaba 31 partidos sin perder) con una goleada 5-0 en el Monumental, una de las más escandalosas de la historia del fútbol argentino, el domingo puede suceder al revés. Y la venganza, será terrible.