Puro pragmatismo

La política es el arte de la seducción, la fascinación, el convencimiento y el engaño. La economía, en cambio, prefiere ensayar con vocablos como la confianza y las expectativas. Ambas, sin embargo, se ven atravesadas por un mismo principio: el pragmatismo.

De allí que por estas horas, en ese visteo que el Gobierno practica con el Fondo Monetario Internacional en torno a la firma de un nuevo acuerdo económico, el ministro de Economía, Luis Toto Caputo, no dude en afirmar que si es necesario para llegar a buen puerto modificarán la política monetaria y cambiaria. Nada es para siempre.

El pragmatismo a veces tiene mala prensa pero, en otras, es un saludable recurso de supervivencia. Tirar por la borda casi todo el bagaje ideológico en pos de alcanzar un objetivo, por más supremo que éste sea, no suele ser bien visto. Pero ya ha quedado en claro que la sociedad poco y nada le reclama a la gestión Milei. ¿Qué pensarán por estas horas aquellas personas que votaron a La Libertad Avanza tras creer en la promesa del cierre del Banco Central y la dolarización?

Los especialistas en negociaciones con organismos multilaterales de crédito aseguran que por estas horas las conversaciones entre el Gobierno y el Fondo son intensas. No hay resquicio alguno por donde se filtre un dato o una versión, así que manda la experiencia en torno a la firma de acuerdos pasados. Se especula entonces con lo que el FMI demanda y lo que el Ejecutivo ofrece. El equilibrio es precario pero todos saben que hay un solo resultado posible. La Casa Rosada necesita sí o sí el refinanciamiento de la deuda y un puñado de dólares frescos.

Aquí es donde surge otra pregunta que hasta el momento no tiene respuesta: ¿Cuánto dinero anticipará el Fondo? El ministro Caputo confirmó el jueves que el Gobierno pidió un préstamo de u$s 20.000 millones, solicitud que analiza aún el board de la entidad. La idea de anticipar la cifra, recalcan, tiene como finalidad calmar a un mercado que en las últimas ruedas se muestra inquieto, nervioso y demandante.

Es sabido que la cifra que se anuncie finalmente tras la rúbrica del pacto no llegará toda junta sino que será prorrateada en el tiempo. La mayor tajada se entregaría en el inicio para que el Banco Central refuerce las reservas internacionales. El temor del organismo sigue intacto: que los billetes verdes no se vayan por la canaleta de la demanda en el mercado cambiario, tal como ocurrió en la gestión Macri.

Los expertos recalcan la posibilidad de que ambas partes le firmen el certificado de defunción al esquema de micro devaluaciones mensuales –el tan mentado crawling peg- y se pase directamente a un sistema de bandas cambiarias, con un techo y un piso para la cotización del dólar. Allí, mal que les pese a los libertarios que despotrican contra la intervención estatal, el Central actuaría corrigiendo el precio de la divisa estadounidense, ya sea hacia arriba o hacia abajo.

EL CEPO

Como colofón a toda esta historia de enredos, especulación y demora, debería el equipo económico levantar el cepo cambiario. Al menos, sino totalmente, aflojar las restricciones en buena parte del sistema. El lado B para el Gobierno pasa por el impacto inflacionario que podría tener la medida en caso de que se dispare el precio del dólar. El esquema de bandas de flotación cambiaria podría servir para evitar estas consecuencias.

Para la gestión Milei levantar el cepo, dejar que el dólar flote –aunque sea entre bandas- es como cortar el cable rojo de la bomba. Le preocupa y mucho el efecto sobre el proceso inflacionario en baja, ya que es a todas luces el principal estandarte con que llegará a las elecciones legislativas de octubre. Y aunque reniega de la política, en algo muy parecido al fulbito para la tribuna, sabe que necesita un éxito rotundo para construir la plataforma que lo lleve directamente a la reelección presidencial.

Aquí es donde reaparecen estas dos palabras clave en el terreno económico: confianza y expectativas. ¿Por qué los inversores habrían de creerle a Javier Milei a la hora de hundir capital en la Argentina? ¿Por qué no pensar que un nuevo acuerdo con el FMI podría correr la misma suerte que aquel sellado durante la gestión Macri? La diferencia sustancial, opinan, es que el libertario está ejecutando un profundo recorte del gasto público, tanto que alcanzó el superávit fiscal en tiempo récord, cosa que nunca ensayó el macrismo en el poder.

Hay desde ese punto de vista marcadas diferencias en las políticas, aunque sobrevuela la misma incertidumbre en cuanto a la sustentabilidad de las mismas. A Milei y su gente no le ha temblado el pulso al momento de pasar la motosierra o dejar que el proceso inflacionario licue los haberes de los jubilados, entre otros. Eso, para muchos inversores, obra como garantía. Hay que ver cuánto soporta la base de la pirámide social.

Por ahora todas las líneas se trazan sobre un mapa casi imaginario. Abundan las especulaciones y la teoría. En la realidad de la vida cotidiana el Banco Central no ha dejado de perder reservas en su intento por mantener anclado el tipo de cambio. De hecho, la propia entidad confirmó durante la semana que desde la asunción de Milei sólo pudo retener menos del 30% de los dólares que compró en el mercado cambiario.

El otro punto en cuestión, tema de arduo debate, es que la política de atraso cambiario destinada a fungir como ancla para la inflación termina por permitir que los dólares se escurran por el lado del turismo internacional y las compras en el exterior, sobre todo ahora que el Gobierno le aflojó la cincha al control de las importaciones.

Lo que tanto se anunciaba en los meses anteriores desde el absoluto empirismo, desde el olfato y la experiencia de similares escenarios pasados, finalmente ocurrió: los billetes verdes viajaron masivamente a Brasil durante los meses de enero y febrero.

El Indec confirmó la presunción en la semana con cifras precisas. Durante el mes de febrero el turismo hacia el exterior creció en más del 74%, mientras que los turistas provenientes de otros países disminuyeron en un 30,7%. Casi el 40% de los argentinos que cruzaron la frontera tuvieron como destino las playas de Brasil. En menor cantidad otros fueron a Chile y Uruguay.

En los gráficos oficiales la línea roja que marca el crecimiento del turismo emisivo tiene una pronunciada parábola ascendente frente a la declinación marcada del turismo receptivo. El dólar barato o, en su defecto, el peso apreciado vuelven cara a la Argentina y eso arroja consecuencias. El esquema cambiario atornilla los precios y sofoca la inflación pero acelera la fuga de divisas en una dinámica que, más temprano que tarde, pasará factura. De allí que el acuerdo con el Fondo sea más que necesario.

BROTES VERDES

Poco a poco, y mientras se espera el visto bueno del FMI, la actividad económica ofrece y consolida sus brotes verdes. En enero, según datos del Indec, la economía registró una suba de 6,5% en la comparación interanual (ia) y de 0,6% respecto a diciembre.

En total, diez de los sectores que conforman el Estimador Mensual de la Actividad Económica exhibieron subas, liderados por Intermediación financiera (25,7%) y Comercio mayorista, minorista y reparaciones (11,3%).

Otros indicadores lucen una mejora del consumo interno, tema que era considerado hasta hace poco materia pendiente para el Gobierno. De hecho, el Indicador de Consumo (IC) de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios mostró en febrero un avance de 2,9% en la comparación interanual, lo que implica un crecimiento desestacionalizado de 0,3% frente al mes de enero. De esta manera, el primer bimestre experimentó una suba del 3,1% interanual.

“La estabilidad nominal juega un papel fundamental para estimular la oferta de financiamiento tanto de bienes de consumo masivo como de durables. El ingreso disponible de los hogares mantiene una trayectoria al alza, por encima de los niveles inflacionarios, y debiera traccionar positivamente el consumo en los próximos meses”, concluye el documento de la CAC.

Es dable pensar que estos guarismos tendrían un efecto positivo sobre la rueda de la economía y que, tarde o temprano, repercutirían sobre la creación de empleo genuino en el sector privado. Sin embargo, la realidad no es tan lineal y tiene múltiples rostros. Uno de ellos fue revelado por la consultora ManpowerGroup, quien en su Encuesta de Expectativas de Empleo para el segundo trimestre del 2025 arroja cifras para el espanto.

El trabajo de campo fue realizado entre el 2 y 31 de enero y los resultados muestran que en Argentina se mantienen nulas las expectativas de crecimiento de empleo. “La Expectativa Neta de Empleo (ENE) para este período es de 0%, demostrando así una disminución de 1 punto porcentual en la comparación trimestral”, asegura el paper.

En estas horas ansiosas en las que todo ha quedado supeditado al acuerdo con el Fondo, el Gobierno sacrifica ideales en el altar del pragmatismo. Es peligroso porque otros resortes, postergados en su atención, también rechinan en el país. Es peligroso porque, como afirmó el filósofo Santiago Kovadloff, “vamos a terminar creyendo que con menos inflación, lo cual es imprescindible, tenemos más ciudadanía. No, no la vamos a tener”.