Protagonistas a pesar de la edad

A Charlie López se lo podría catalogar como el último romántico de la literatura argentina. Y no porque escriba sobre amores no correspondidos o viaje en el tiempo para describir tormentosos corazones de épocas coloniales, sino porque se aferra a los orígenes del lenguaje para mantenerlo vivo. Así lo hizo con sus muy vendidos libros Somos lo que decimos y De dónde vienen, donde nos revela el origen de las palabras y de los dichos populares que el argentino maneja al hablar.

Lo mismo hace en televisión, con sus apariciones en TN Noticias, cuando saca del arcón de los recuerdos objetos o comenta frases hechas, para desmenuzar su etimología o uso. Y como buen cuidador de las joyas de la abuela, si su impronta es resistir a la modernidad y darle un espacio a las generaciones mayores que vienen perdiendo frente al avance de la armada virtual, que ahora presente un nuevo libro titulado Después de cierta edad (Aguilar) contiene una dosis de lógica.

Sus páginas presentan siete historias de protagonistas que tal vez para la vorágine actual, estén fuera de marketing, pero que aún tienen mucho para contar y sobre todo, vivir. Un libro que retrata temas relacionados con una tercera edad, que, a medida que evoluciona el ser humano, se hace más activa e interesante.

En primera instancia López pide abolir el término “abuelo” como sinónimo de persona mayor, a la vez que revalida el concepto de que la edad es una percepción y no una cifra que empuje al portador al sedentarismo y decrepitud. Con modelos como Tom Cruise quien a sus 61 años continúa realizando sus escenas de riesgo, Guillermo Francella quien alcanzó sus mejores trabajos cinematográficos a partir de los 60 años o Clint Eastwood que filma a sus 93 años, se vuelve un promotor de la plenitud alcanzada por los hombres que no le temen al calendario.

“Me gusta mucho escribir narrativa, de hecho lo hago desde siempre, pero también es cierto que la editorial me alienta a que escriba sobre los orígenes de las palabras debido a que la gente se enganchó mucho con estos descubrimientos. Es fascinante el origen de las palabras y de las frases que escuchamos de nuestros abuelos y padres, pero vengo de dos libros que funcionaron muy bien y sentía las ganas de retomar el camino de mis primeros libros La línea e Historias del aula. Me gusta provocar y pinchar a mis lectores con historias que tal vez no estén del todo de acuerdo”.

LA IDEA

-¿Cómo surge ‘Después de cierta edad’?

-Surge naturalmente por pertenecer al segmento etario de más de 60 años. Podría decir mi edad, pero como hago toda una prédica de la edad que es una percepción, no me quiero contradecir, entonces digo que me siento de 45 años. Habría que preguntarle a Clint Eastwood que hizo la película La mula, con una canción que dice: “¿Qué edad tendrías si no supieras el día que naciste?”. Yo creo que el problema de la gente mayor es que lee demasiado el documento y no actúa en base a cómo se siente, sino en base a cómo cree que se debe sentir por la edad que tiene.

-¿Cuál sensación fue la fundadora de su libro?

-Saber que existe un viejo que más o menos a los 45 años empieza a golpear la puerta, que quiere entrar, apoltronarse con uno, sentarse al lado y convencernos de que la felicidad está en el sedentarismo, en la comida, en el desaliño, en el no trabajo y en falta de proyectos. No hay que abrirle la puerta. Que se quede afuera el mayor tiempo posible y si se puede, que no entre nunca. Yo soy de los que prefieren explotar en el aire y no esperar en un hangar a que me desguacen.

-Los tiempos están cambiando, la proyección de vida se extiende, sin embargo los jóvenes coparon de manera abrumadora la escena.

-Por eso mi libro. Solo mirar a Madonna, quien con 65 años acaba de hacer un show en Río de Janeiro para un millón y medio de personas. Tom Cruise en su última película Misión imposible 7 se tiró con un paracaídas al vacío cuando la escena era de espalda y tiene 61 años. Ni hablar de Mirtha Legrand que con 97 años sigue haciendo su trabajo y ahora que su nieta se fue de vacaciones, hace los dos programas semanales. Me di cuenta de esto y cómo la gente de afuera nos condiciona diciéndonos “abuelo”. “Abuelo” solo nos pueden llamar nuestros nietos. “Viejo” y “jovato”, son expresiones que no podemos permitirnos. Hay que empezar a modificar al interlocutor con su vocabulario pero eso también requiere de una modificación interior. También descubrí el egoísmo de los hijos, que cuando a los padres les aparece la libertad con la jubilación, los enganchan para que trabajen gratis cuidando a sus hijos. El libro apunta a estos lugares comunes que nos hacen mal en cierto punto cuando no son elegidos.

-Estos libros reveladores también sirven de catarsis.

-Todos cuando llegamos a cierta edad hacemos un repaso de la vida y nos damos cuenta de que por cumplir con las consignas y con el sistema, nos olvidamos de nosotros y de nuestros sueños. El libro aborda lo que le sucede a la gente de más de 60 años, con hijos o con toda una familia que no sospecha lo que le pasa por dentro. Son siete historias, algunas fuertes, que hasta hacen enojar al lector. Para mí hacer enojar al lector es lo mejor que me puede pasar porque significa que llegué a su fibra más íntima. Que su lectura no le pasó por el costado. Motivarlos también me llena de satisfacción.

VOLAR Y JUGAR

-Algunas editoriales prefieren vender y son reacias a innovar cuando sus autores están probados.

-Mis últimos dos libros sobre el origen de las palabras vendieron mucho. Y entiendo que es lo que el lector prefiere. A mí me gustan los dos géneros. Pero la narrativa me permite volar, jugar con los personajes, explorar lugares inhóspitos, tanto geográfica como psicológicamente. Si yo escribo sobre la frase “Agarrate Catalina”, cuando paro de escribir, me olvido del libro hasta que lo retomo al día siguiente. Pero cuando escribí el cuento “Te estaba esperando”, se me llenaron los ojos de lágrimas y eso me encanta. Que lo que escribo me interpele. Con otros cuentos me río mucho. Las escenas de sexo hay que escribirlas caliente porque si no no salen. Las escenas de nostalgia hay que escribirlas con la melancolía a flor de piel. Mis personajes me abordan todo el día y esa angustia con mezcla de adrenalina por no saber cómo continuarlos, me estimula.

-¿Cuál cree que es la clave de ‘Después de cierta edad’?

-Rescatar un género descuidado por la literatura que es el hombre mayor vigente. Encontrar a la persona que está detrás del hombre o de la mujer mayor. Demostrarle al lector que puede sentirse protagonista con la edad que tenga. Si para muchos autores los adultos mayores están fuera de cuadro, yo los pongo en primer plano.