Buena Data en LA PRENSA

Presidencias lamentables

La Argentina es un gran país. Dios la ha dotado de grandes recursos naturales y además es el octavo país más extenso del mundo. Supo tener una época de gran desarrollo que se extendió entre fines del siglo XIX hasta mediados de la década de 1940. El país durante esos años ocupó puestos de relevancia en el concierto de la naciones. En ese período llegaron a nuestras tierras, millones de inmigrantes, sobre todo del viejo continente, buscando un futuro promisorio. Vinieran de donde vinieran sabían que la posibilidad de progresar era grande y la gran mayoría no tuvo problemas en adaptarse y sentirse aceptado.
El gran déficit de nuestro país, lo generaron muchos de sus gobernantes. Dos de esa numerosa lista que ocuparon el sillón de Rivadavia, han sido noticia en estas últimas semanas. Una de ellas por ser homenajeada como la primera mujer que lo ocupó y con la inauguración de su busto en el Senado de la Nación, y el otro por ser mencionado negativamente por el presidente Milei.

PERÓN Y SU HEREDERA ISABEL

Con la llegada de Perón al poder comienza la gran decadencia Argentina. Apareció en la escena pública con el gobierno surgido de la Revolución del 4 de junio de 1943, que derrocó al presidente constitucional Ramón S. Castillo. Durante ese gobierno militar ejerció los cargos de Secretario de Trabajo y Previsión, Ministro de Guerra y Vicepresidente de la Nación. El 4 de junio de 1946 asumió constitucionalmente la Presidencia de la Nación hasta septiembre de 1955, en que es depuesto por la “Revolución Libertadora”. No es el tema de esta columna comentar el despótico gobierno que ejerció entre 1946 y 1955, sino simplemente mencionar su acelerado ascenso al poder y como sus decisiones influyeron desde su derrocamiento hasta su vuelta al país.
En 1973 se da el gusto de regresar al poder, primero eligiendo a dedo al odontólogo Héctor J. Cámpora para ejercer la presidencia de la Nación para luego renunciar y convocar a elecciones y lograr ser elegido nuevamente Presidente de la Nación, con la fórmula en la que eligió como candidata a vicepresidente a su tercera esposa: María Estela Martínez de Perón, más conocida por su nombre "artístico" Isabel.
Vale la pena recordar que durante 1973 tuvimos cuatro presidentes, debido al capricho de Perón de no querer aceptar la condición que puso el gobierno del Tte. Gral. Lanusse, que establecía que, para ser candidato para las elecciones presidenciales a realizarse el 11 de marzo de 1973, había que estar en el país antes del 25 de agosto de 1972. Es así que además de los mencionados Lanusse y Cámpora, asumió un desconocido Raúl Alberto Lastiri, cuya característica principal fue ser el yerno de José López Rega, y por último Perón.
El 12 de octubre de ese año asumió la presidencia hasta el 1 de julio de 1974 en que falleció, dejando a su heredera y compañera de fórmula Isabel. Otro de sus elegidos, José López Rega, se convirtió en el superministro y hombre fuerte del gobierno.
María Estela Martinez de Perón nunca debió haber aceptado ser candidata a vice y menos haber asumido la Presidencia. Durante los veintiún meses que duró su gestión, el país fue un caos. Los atentados y secuestros del terrorismo subversivo que causaron miles de víctimas, la guerrilla en el monte tucumano, los asesinatos de Mor Roig, del Comisario Gral. Villar y su esposa, del Capitán Viola y su pequeña hijita, el secuestro y asesinato del Cnel. Larrabure, son apenas una pequeña muestra de una larga lista de víctimas.
La situación económica y los recambios ministeriales fueron otra muestra más del desastre generalizado que se vivía. Huelgas, desabastecimiento, el famoso “Rodrigazo” que significó un incremento inflacionario entre un 200 y 400% de un día para el otro en junio de 1975 y la estatización de los canales de televisión entre otros desastres.

ALFONSÍN OTRO FRACASO
Después de haber soportado la mala gestión económica del período 1976-1983 y la rendición en la guerra por nuestras Islas Malvinas, la Junta Militar decidió llamar a elecciones. El regreso de un gobierno elegido constitucionalmente generó en la mayoría de la población un momento esperanzador. El innovador estilo de comunicación política del candidato radical Raúl Ricardo Alfonsín, más la famosa quema del cajón en el acto de la Av. 9 de Julio del candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires por el peronismo, -el recordado Herminio Iglesias- fueron probablemente algunas de las acciones que inclinaron la balanza para que triunfara el 30 de octubre de 1983 la fórmula de la UCR Alfonsín-Martínez.
Alfonsín fue un eficaz orador para su época. Su estilo y su reiterada referencia a la “democracia” utilizándola para cualquier cosa le jugaron a su favor.
La situación económica siguió complicada, hasta que en 1985 a su segundo Ministro de Economía Juan V Sourrouille se le ocurrió una idea salvadora: el Plan Austral.
Se le sacaron tres ceros al vigente “Peso Argentino” y así $a1000 pasaron a ser 1 Austral. Por unos meses comenzó a bajar la inflación y el Austral pasó a ser el nuevo signo monetario argentino, que por un breve lapso de tiempo logró que 1 Dólar costara 88 centavos de la nueva moneda. Ya en el segundo año de su implementación el famoso plan salvador empezó a desmoronarse y en 1988 se convirtió en un nuevo fracaso con el comienzo de la hiperinflación. Otra vez más, las necesidades de los políticos estuvieron por encima de lo que se tenía que haber hecho para sanear la economía.
Otra de las lamentables decisiones de Alfonsín, ocurrió el 22 de octubre de 1985 cuando ordenó por decreto la detención de 12 personas por un supuesto complot desestabilizador. Fueron detenidos entre otros los periodistas Daniel Horacio Rodríguez (Daniel Lupa) del diario La Prensa, Jorge Vago de Prensa Confidencial y el analista Rosendo Fraga.
En estos tiempos en que se vuelven a revisar algunos hechos del pasado, es necesario recordárselos a los que los han vivido y transmitírselos a las nuevas generaciones. Seguramente así evitaremos cometer el error de seguir homenajeando e idolatrando a los que causaron gran parte de nuestros padecimientos.

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