CLAVES DE LA PANDEMIA

¿Por qué nueva normalidad?

POR SOLANA INI Y NESTOR A. PEREZ BALIÑO *

El aislamiento preventivo obligatorio que se impuso con el objetivo de preparar el sistema sanitario y "amesetar" la curva, se prolongó durante 8 meses. Durante 8 meses no se nos ha dado la posibilidad de elegir cómo cuidarnos, no se les ha dado la opción a las familias de llevar a sus hijos a la escuela; durante 8 extensos meses hemos escuchado a diario sumas de vidas perdidas y la cantidad de personas con diferente grado de infección respiratoria o con riesgo de contraerla.

Se nos consideró incapaces de cuidar de nuestra salud; se generalizó la idea de que toda persona, por más saludable que se encuentre transmite un virus; se ha consolidado la creencia de que interactuar con personas sanas es peligroso. Se sigue creyendo que todos somos contagiosos y no se nos da la oportunidad de demostrar lo contrario. Esas creencias se han arraigado en la mente de quienes nos gobiernan, quienes daría la impresión que tienen pensado que es necesario imponer una "nueva normalidad". Es decir, imponer nuevas normas.

Sin duda la pandemia existe y las infecciones por este virus requieren cuidados por parte de la población e investigación por parte de los científicos. Sin embargo, las cifras de casos y decesos que figuran en los informes del Ministerio de Salud de la Nación, no muestran exceso de mortalidad de las enfermedades infecciosas respiratorias respecto a años anteriores. 

Seguir gobernando bajo el prejuicio de que todos somos portadores de una enfermedad transmisible es un gravísimo error. No hay ningún indicador que manifieste que toda persona esté infectada, esa creencia pertenece al mundo de la fantasía. Según las mismas cifras oficiales, el porcentaje de personas infectadas en forma simultánea no supera el 0,5% de la población de nuestro país (tomando un promedio de 10 mil casos diarios, en 20 días, se tiene un total de 200 mil "casos" sobre una población de 44 millones). Sin embargo, se obliga a las personas a comportarse como si el 100% de la población fuera portador de un virus respiratorio. Ni el contagio es lo que ocurre con mayor frecuencia, ni enfermarse gravemente a causa del virus. 

Tanto en el hemisferio norte como en el hemisferio sur anualmente ocurren epidemias de infecciones respiratorias desde antes del inicio del otoño hasta la primavera. Esas cifras jamás fueron mediatizadas ni contabilizadas por la población general. Tener conocimiento de ciertos temas por primera vez, puede generar temor o desconcierto.

Según el último Boletín Epidemiológico de Argentina publicado en 2020, "La letalidad acumulada (de covid) es de 2,1%." Las cifras de muertes reportadas en 2018 por la Dirección de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) de gripe y neumonía eran de 31.916 sobre un total de un millón de casos (letalidad estimada 3,4%). Siempre hemos estado en riesgo de contagio, simplemente no lo teníamos tan presente.

Los datos oficiales disponibles al momento sobre la epidemia en nuestro país no muestran un exceso de mortalidad sino que indican que el covid-19 ha sustituido la etiología de las infecciones respiratorias, manteniéndose el total de casos en las cifras habituales anuales históricas. La abrupta baja de casos de gripes y neumonías respecto a 2019 ha compensado la aparición de casos de covid en 2020, resultando en cifras que mantienen cierta estabilidad respecto al año pasado. Esto ya lo observamos durante la pandemia de gripe A: en 2009 la mortalidad por enfermedades tipo influenza (ETI) fue menor que en otros años.

No hay datos cuantitativos que sostengan la necesidad de tomar medidas extremas ni de migrar hacia una "nueva normalidad". Ni las cifras oficiales reportadas de casos de personas con síntomas de infecciones respiratorias ni las cifras de mortalidad han superado los valores habituales históricos (según los datos reportados por el Ministerio de Salud). Sin embargo, la gran mayoría de la población pareciera que continúa convencida de que está rodeada de un peligro de una inmensa magnitud. 

La sobredimensión de un peligro es tan peligrosa como la minimización. Aprender a cuidar la salud manteniendo una vida normal es el desafío de toda la población. La costumbre de saludar con un beso, de hablarnos muy cerca, de viajar como ganado en transporte público, deberán ser suspendidas. Pero caer en la trampa de pensar que constantemente estamos rodeados de "enfermos o contagiosos" es un error de pensamiento. Continuar imponiendo nuevas normas o inventar una "nueva normalidad" responde a un pánico desmesurado que no se sustenta en datos cuantitativos oficiales, sino en miedos irracionales.

* Solana Ini es licenciada en psicología, productora y analista de investigación.

Néstor Pérez Baliño fue secretario de Salud de la nación.