Leslie E. Norton, embajadora y representante de Canadá ante ONU consiguió elevar una declaración conjunta de 44 países alertando sobre la situación de avasallamiento de los Derechos Humanos en la Región Autónoma Uigur de Xinjiang en China. Sostiene que millones de personas fueron detenidas arbitrariamente, que la región vive bajo un régimen de control desproporcionado y con restricciones a las libertades. También denuncia "tortura o penas crueles, inhumanos y degradantes, esterilización forzada, violencia sexual y separación forzada de niños de sus padres por parte de las autoridades''.
Pero lamentablemente la mayoría de los países de Hispanoamérica no firmó esta declaración que, entre otras demandas, reclama a China que permita el acceso a los observadores independientes solicitando que se apliquen las recomendaciones del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial y que alerta sobre el deterioro de las libertades fundamentales en Hong Kong en función de la Ley de Seguridad Nacional.
La expansión de la influencia económica china en el comercio, las inversiones y los préstamos hicieron que en la actualidad China sea el segundo socio comercial de Hispanoamérica, dato que no puede quedar al margen del análisis de las razones por las cuales los mandatarios de estos países son tan endiabladamente selectivos a la hora de preocuparse por algunos derechos humanos, dejando librados a la buena de Dios atropellos de mayor envergadura dependiendo de la elección ideológica del perpetrador. Pero también cabe preguntarse quién nació primero, si el huevo o la gallina, y si estas relaciones fraternales de Hispanoamérica con el régimen de Xi Jinping, no son un producto de ese mismo escorado ideológico de una región que no para de retroceder.
CANTOS DE SIRENA
Atendiendo al mapa electoral americano, el ajetreado calendario de comicios 2021, no sólo no sumó estabilidad, sino que agravó la polarización y las tensiones internas profundizando el regreso de la izquierda que parecía en retirada pocos años atrás. Si bien Guillermo Lasso fue electo como presidente de Ecuador, lo cierto es que ha empezado a hacer concesiones a la izquierda local que recuerdan el accionar tanto de Mauricio Macri en Argentina como el de Sebastián Piñera en Chile o el de Iván Duque en Colombia.
Un marco de concesiones a la agenda socialista que les deparó puras amarguras y pérdida de poder, lección que sin embargo el centro político hispanoamericano no parece aprender. Lacalle Pou en Uruguay está siendo encantado por el mismo coro de sirenas izquierdistas, cuyo poder de seducción parece irresistible.
Y esta es la descripción de los mandatarios liberales o bien de centroderecha. Peligros más fuertes se ciñen sobre Perú tras las elecciones presidenciales en las que el socialista Pedro Castillo parece tener las de ganar, aunque aún no está dicha la última palabra luego de semanas de conteo y denuncias cruzadas. Sea como sea el resultado final, lo que se vio en esta elección, y que subyace cada vez que la región va a las urnas, es que se trata de sociedades profundamente enfrentadas en las que ningún candidato tiene garantías de poder gobernar pacíficamente.
Sin embargo, la rancia izquierda latinoamericana representada en Miguel Díaz-Canel en Cuba; Luis Arce (la segunda marca de Evo Morales) en Bolivia; Alberto Fernández (la segunda marca de Cristina Kirchner) en Argentina; Daniel Ortega en Nicaragua; Luis Manuel López Obrador en México o Nicolás Maduro en Venezuela, parece haberle tomado el tiempo a una inestabilidad donde se sienten a gusto. La izquierda viene recuperando terreno también en Costa Rica con Carlos Alvarado y en Panamá con Laurentino Cortizo.
¿SE AGOTO LA ESTRELLA?
Frente a la agenda ideológica y la alineación política internacional orquestada en la región y en virtud de los resultados electorales de los últimos años, cabe preguntarse si se agotó la estrella de la centroderecha hispanoamericana, si se trató de un espejismo y si estamos de nuevo frente a un superciclo, sin fecha de vencimiento, de la izquierda. Como sea, la estabilidad y el desarrollo regional es dudoso frente a un péndulo tan marcado de los votantes. Tal vez lo que no se percibió, cuando parecía que el Foro de San Pablo estaba herido de muerte, es que el viraje hacia liderazgos situados en la centroderecha no era ideológicos sino un voto castigo hacia aquéllos quienes estaban en el poder.
Hispanoamérica sigue la tendencia mundial de descreimiento de la política y de cuestionamiento de sus castas profesionales que ponen en duda la eficacia del sistema representativo. En este escenario, el tratamiento de la crisis del covid-19, puso de manifiesto las falencias e inconsistencias de la relación entre las fiscalidades y burocracias elefantiásicas y la efectividad del sector sanitario y del Estado de Bienestar, de manera que, si los votantes asocian los niveles de desempeño del Estado a la hora de afrontar la pandemia con lo que le cuesta al ciudadano común mantener a la casta dirigente, tiene sentido que esa relación se deteriore aún más.
Por la crisis sistémica de la región, quienes están en el poder vienen en los últimos años siendo castigados y reemplazados por la oposición, estos ciclos se acortan cada vez más y los frentes gobernantes han sido sustituidos en cada llamado electoral o tienen polarizada su posibilidad de reelección. De manera tal que resulta difícil determinar si se trata de un nuevo péndulo ideológico regional o una profundización del descontento en el que nadie se siente representado más allá de la premisa de votar al menos malo.
Los gobiernos de la zona que se vieron favorecidos, en los primeros años del siglo, por el incremento del precio de las materias primas vieron caer su estrella cuando esta variable se desaceleró y el ciclo económico expulsó del poder a los oficialismos del momento. Pero mientras estos movimientos se sucedían, la estrategia de posicionamiento chino en la región no dejó de consolidarse. La geopolítica de Pekín tiene objetivos mucho más decididos y de largo plazo, relativos al suministro de materias primas, recursos energéticos y militares.
LA ESTRATEGIA DE PEKIN
La estrategia de internacionalización de China con acuerdos petrolíferos con Caracas o de litio con Bolivia, por ejemplo, son tal vez las políticas públicas más estables y protegidas de los vaivenes electorales de la región. En las últimas décadas, China ha exportado cantidades récord de capital nacional, fondos controlados por el Estado, quedando claro que la rentabilidad no es el único objetivo. Frente a esta perspectiva, es más fácil entender la negativa a condenar a China por su desprecio por los derechos humanos y los valores más profundos del orden republicano.
Si sumamos a esto el hecho de que la izquierda no sabe perder ni está dispuesta a soltar el poder, ya sea mediante elecciones o a través del terrorismo urbano y sus coordinadas demandas de reformas constituyentes, pareciera que la región enfrenta un contexto muy favorable a un nuevo superciclo de izquierda. Superciclo sólo interrumpido brevemente por las crisis del precio de las materias primas y no por un cambio de mentalidad ni por un avance cultural ligado a la defensa de la libertad y la propiedad.
Tal vez ese giro a la derecha que se pensaba constituían las elecciones de Macri, Piñera, Duque, Pou, etc. no era tal. Es posible que haya sido un agacharse y tomar envión del Socialismo del Siglo XXI, que salió tan pero tan bien que terminaron los mandatarios de centroderecha señalados como responsables de las barbaridades generadas por sus antecesores, sin capacidad de reacción ni de comunicación.
La forma sumisa y culposa en que las nuevas centroderechas enfrentaron al establishment ideológico-socialista tal vez sea mucho más responsable del impulso de la acción directa de los movimientos prochavistas en la región, que cualquier otro factor más vistoso como las patéticas reuniones de los trasnochados miembros del Grupo de Puebla. El único patrón real muestra que las crisis se llevan puesta la seguridad e institucionalidad si quien está a cargo del poder ejecutivo no responde al eje Puebla-La Habana-Caracas. Caso contrario, como en el ejemplo de Argentina, el cuarto gobierno kirchnerista, lejos el peor de la serie, no ha suscitado ni una sola manifestación de las bases más afectadas.
INFAME ESTABILIDAD
Por si no queda claro el panorama, las dictaduras venezolana, nicaragüense y cubana, que cada tanto parecen agotadas, son los únicos modelos que no son puestos en jaque y que permanecen estables en una zona convulsionada. Para colmo siguen abonando a la polarización y a la inestabilidad, caos que resulta vital para que florezca el modelo de crisis molecular que devastó el proyecto de desarrollo de la región. Esa polarización fanática que hace primar la ideológica y el resentimiento identitario en lugar de los datos. Un ejemplo de esa parálisis y crisis es el Mercosur, que no consigue ni siquiera conciliar acuerdos mínimos entre sus miembros cada vez más distanciados.
Que la mayoría de los países de Hispanoamérica no condene la violación de derechos humanos en China y que los tiranos se sientan en la región a sus anchas no deja mucho lugar al optimismo respecto de calendario electoral ni brinda garantías de que, en caso de no triunfar la izquierda, sea viable la gobernabilidad. Si se agrega la brutal caída económica, la migración de las clases medias y sectores productivos, y el socialismo que permea en la cultura política de estos países, lo que ha pasado con el temor de los mandatarios de nuestro continente en condenar a China es el indicio de una tendencia muy preocupante. Tal vez, esta sea una de las cuestiones vitales sobre las que los ciudadanos deberíamos interrogar a los candidatos antes de volver a darles nuestro apoyo en las urnas.