Perú, ese eterno obstáculo

Desde siempre en las eliminatorias, la Selección argentina ha encontrado en el equipo de la banda roja a un adversario de peso. Una historia de goles inolvidables, sufrimientos enormes, decepciones gigantes y festejos agónicos.

Argentina pierde 2-1. Alberto Rendo toma la pelota en el campo argentino. Decidido, se lanza hacia adelante, sintiendo que en su botín derecho anida un milagro. Apenas pasa la mitad de la cancha construye una pared con Héctor “Chirola” Yazalde y sigue avanzando. Antes de entrar en el área pasa entre tres defensores que intentan arrebatarle la pelota. Cuando le sale el arquero Luis Rubiños saca el remate que se estrella en el poste. “Toscano” no detiene su carrera y deposita el balón en el fondo del arco. ¡Golazo! El estadio festeja. El mediocampista vuelve rápido a la mitad de la cancha para intentar seguir persiguiendo ese milagro que nunca llegará…

La cancha se ha transformado en una hoguera en la que arden las pretensiones de la Selección. La derrota por 2-1 deja a la Argentina en la ruina.  La búsqueda de la igualdad se hace desesperada. A la salida de un córner, Jorge Burruchaga mete un pase largo hacia la derecha del ataque albiceleste. Allí surge, heroico y tenaz, Daniel Passarella. El “Gran Capitán” -por entonces nadie le decía “Káiser”- vuelve a exponer ese amor propio que hace años lo había convertido en símbolo del equipo nacional y como si fuera un puntero derecho desborda y envía el centro envenenado al corazón del área. El arquero José Acasuzo no consigue retener la pelota que cae en poder de Ricardo Gareca. Casi sobre la línea, “El Tigre” la empuja y establece el 2-2 salvador. Ahora en las tribunas todo es desahogo y felicidad.

Bajo una tormenta que parece un castigo divino, Argentina juega mal. Sufre. Se siente fuera del Mundial. Le acaban de empatar y eso complica todavía más las posibilidades. En un intento caótico, el equipo genera un córner. Lo lanza Federico Insúa. Después de una serie de rebotes, la pelota le vuelve al “Pocho”. Ya no queda tiempo. Otro centro, más cargado de ansiedad que todos los que llovieron al área rival hasta ese momento. La pelota encuentra a Martín Palermo, el héroe inesperado, quien establece el 2-1 que mantiene a la Selección a salvo, aunque deba esperar un partido más para definir su suerte.

Estos tres goles tienen varios puntos en común. Todos fueron contra Perú. El de Rendo en 1969, el de Gareca en 1985 y el de Palermo en 2009. Todos fueron en Buenos Aires. El primero en La Bombonera y los dos restantes en El Monumental. Y todos se dieron en un marco de extremo dramatismo, con la Argentina al borde de la frustración de quedar fuera de un Mundial.  Pero no todos condujeron al mismo desenlace. El de “Toscano” no impidió la histórica decepción de haber sido eliminado -hasta ahora por primera y única vez- en la recta previa a una Copa del Mundo. El del “Tigre” -con coautoría de Passarella- catapultó al tambaleante equipo de Carlos Salvador Bilardo a México 1986, escenario de la segunda consagración albiceleste. Y el del “Loco” rescató a una pobre Selección dirigida por Diego Maradona de las tinieblas y le permitió, pocos días después, sacar boleto a Sudáfrica 2010 contra Uruguay en Montevideo.

 

HISTORIAS CON HISTORIA

El paso del tiempo ha hecho de Perú un adversario de peso para el Seleccionado argentino en las eliminatorias. También lo será en el partido del jueves en La Boca. A veces revivir el pasado permite comprender el presente y mejorar el futuro.  

Ese pasado permite encontrar preocupantes similitudes entre la Argentina de 1969 y la de estos días. En aquel entonces la AFA era tan patética como ahora. Armando Ramos Ruiz, Aldo Porri, Oscar Ferrari y Juan Martín Oneto Gaona se suceden como interventores de la entidad en meses de marchas y contramarchas. El técnico es Humberto Maschio. Los resultados no lo ayudan y la desorganización termina por agotar a un DT inexperto que hacía poco había colgado los botines. Da un portazo apenas 20 días antes del puntapié inicial de las eliminatorias. La Selección es un fierro caliente. Lo agarra el maestro Adolfo Pedernera. Poco tiempo de trabajo. Buena voluntad y no mucho más. Derrotas en la altura de La Paz por 3-1 y en Lima por 1-0 contra bolivianos y peruanos, respectivamente. Luego, un ajustado triunfo por 1-0 sobre los del Altiplano en La Bombonera para conservar las esperanzas.

El 31 de agosto, menos de dos meses después de la asunción de Pedernera, la Argentina se juega a suerte y verdad contra el Perú formado por el brasileño Didí y liderado en el verde césped por Teófilo Cubillas. Dos goles de Oswaldo “Cachito” Ramírez, el empate transitorio del infalible Rafael Albrecht desde el punto penal y el golazo inservible de Rendo. Ese día los albicelestes descubrieron el papelón de no estar en Mundial.

En 1985, Bilardo trataba de que su equipo ganara respeto además de partidos. Su estilo de juego no conformaba. En realidad, no jugaba bien, pero así y todo se las había arreglado para avanzar sin grandes sobresaltos hacia México. Se impuso a Venezuela (3-2 en San Cristóbal y 3-0 en Buenos Aires) y a Colombia (3-1 en Bogotá y 1-0 en la cancha de River).

Su gran obstáculo en la etapa clasificatoria era Perú. Y justamente contra los herederos de Cubillas y compañía cedió el invicto el 26 de junio en Lima. Cayó 1-0 en un partido que dejó para el recuerdo las asfixiante y por momentos absurdamente antirreglamentaria de Luis Reyna sobre Maradona.

En la revancha, una semana más tarde, Argentina llegaba con la ventaja de llevarle punto a su rival. Es decir que con el empate le bastaba. Reyna, otra vez encima de Diego. El local responde: Julián Camino le pega un patadón bestial a Franco Navarro. Pedro Pablo Pasculli abrió la cuenta. Todo parecía bajo control. Pero igualó José Velázquez, un mediocampista alto, lento y de buen manejo. Faltaba poco para el final de primer tiempo y un ataque peruano encuentra desacomodada a la retaguardia albiceleste y Gerónimo Barbadillo siembra, con su gol, la semilla de la preocupación.

Argentina busca sin claridad. Se expone a las réplicas de un Perú manejado por Velázquez y el zurdo César Cueto. La debacle de 1969 parece repetirse y más aún cuando Ubaldo Fillol les recuerda a los hinchas por qué seguía siendo uno de los mejores arqueros del mundo le tapa una llegada clarísima a Julio César Uribe. En ese contexto desfavorable, la corajeada de Passarella definida por Gareca que rescata a la Selección y al mismo Bilardo, quien aún con el estadio silbando al equipo y vivando al “Gran Capitán”, se atreve a pronosticar que iba a ganar el Mundial en México 1986…

El camino hacia Sudáfrica 2010 se había iniciado en 2008 con Alfio Basile como DT. El “Coco” deja su cargo después de una derrota a manos de Chile que terminó de poner en jaque a una Selección que había sumado tres victorias consecutivas y que tras perder con Colombia como visitante apenas empató con Ecuador y Paraguay en Buenos Aires.

Se fue Basile, vencido por un plantel que no terminaba de responderle, y llegó Maradona. Diego, tan desaforado como inexperto, debuta con un contundente 4-0 sobre la débil Venezuela y luego cae aplastado 6-1 por Bolivia en La Paz. El “Diez” cita jugadores a granel. El Seleccionado no tenía un equipo. Tenía varios. Era difícil acertar la formación base. En un clima difícil, Maradona deja River y muda a la Selección a Rosario. Brasil somete a los albicelestes 3-1. El rumbo se había extraviado. Otra derrota con Paraguay genera todavía más interrogantes.

El partido contra Perú, previsto para el 10 de octubre de ese 2009, era determinante. Gonzalo Higuaín puso el 1-0 apenas comenzado el segundo tiempo. Faltando un minuto igualó Hernán Rengifo y parecía evidente que el experimento Maradona de Julio Grondona, presidente de la AFA, no tendría final feliz.  Pero apareció Palermo y con su traje de héroe redimió a Diego y le permitió, luego de la victoria por 1-0 sobre Uruguay en Montevideo, lanzar su famosa frase “la tenés adentro”, bravuconada absurda contra los críticos de una Selección que merecía todos y cada uno de los cuestionamientos que recibía.

Dentro de unas horas, la Selección de Jorge Sampaoli volverá a vérselas con Perú. Y esta vez sólo sirve ganar para que La Bombonera no vuelve a albergar una frustración mundial. 

EN SINTESIS

Argentina 2: Agustín Cejas; Luis Gallo, Roberto Perfumo, Rafael Albrecht, Silvio Marzolini; Juan Carlos Rulli (Alberto Rendo), Carlos Pachamé, Miguel Angel Brindisi; Angel Marcos, Héctor Yazalde, Aníbal Tarabini. DT: Adolfo Pedernera.

Perú 2: Luis Rubiños; Eloy Campos, Orlando de la Torre, Héctor Chumpitaz, Rafael Risco; Roberto Chaille, Luiz Cruzado, Teófilo Cubillas; Julio Baylón (José Fernández), Pedro León, Oswaldo Ramírez. DT: Didí.

Goles: ST: 18m Ramírez (P); 35m Albrecht (A), de penal; 36m Ramírez (P); 44m Rendo (A).

Estadio: Boca. Arbitro: Rafael Hormazábal, de Chile. Fecha: 31 de agosto de 1969.

 

Argentina 2: Ubaldo Fillol; Julián Camino (ST: 15m Ricardo Gareca), Enzo Trossero, Daniel Passarella, Oscar Garré; Jorge Burruchaga, Juan Barbas (ST: 30m Marcelo Trobbiani), Ricardo Giusti; Diego Maradona; Pedro Pasculli, Jorge Valdano. DT: Carlos Bilardo.

Perú 2: José Acasuzo; Leonardo Rojas, Rubén Toribio Díaz, Jorge Olaechea, Hugo Gastullo; César Cueto, Luis Reyna (ST: 23m Javier Chirinos), José Velázquez; Gerónimo Barbadillo, Franco Navarro (PT: 1m Julio César Uribe), Juan Carlos Oblitas. DT: Roberto Chaille.

Goles: PT: 12m Pasculli (A); 23m Velázquez (P); 39m Barbadillo (P); ST: 35m Gareca (A).

Estadio: River. Arbitro: Romulado Arpi Filho, de Brasil. Fecha: 30 de junio de 1985.

 

Argentina 2: Sergio Romero; Jonás Gutiérrez, Rolando Schiavi, Gabriel Heinze, Emiliano Insúa; Enzo Pérez (ST: Martín Palermo), Javier Mascherano, Angel Di María, Pablo Aimar (ST: 30m Federico Insúa); Lionel Messi, Gonzalo Higuaín (ST: 22m Martín Demichelis). DT: Diego Maradona.

Perú 1: Leao Butrón; Amilton Prado, Carlos Zambrano, Alberto Rodríguez, Walter Vílchez; Nolberto Solano (ST: 20m Roberto Palacios), Rainer Torres, Jospemir Ballón, Juan Vargas; Luis Ramírez, Joan Fano (ST: 27m Hernán Rengifo). DT: José Del Solar.

Goles: ST: 3m Higuaín (A); 45m Rengifo (P); 47m Palermo (A).

Estadio: River. Arbitro: René Ortubé, de Bolivia. Fecha: 10 de octubre de 2009.