Perder la cordura (I)

La palabra cordura que en general atribuimos a un estado donde predomina la razón, el equilibrio de la mente, si bien hace pensar en una cuerda sin embargo viene de "cordis", relativo al corazón, ya que allí situaban en la antigüedad la idea de la esencia de la mente, del ser, no en el cerebro (quizás debamos reexaminar esa idea localizacionista actual). El sufijo "ura" es relativo a la acción del uso correcto de ese principio. Así, actuar con cordura es actuar razonablemente. Por oposición, la pérdida de esta acción, capacidad, implica la sinrazón, en alguna medida la pérdida de control sobre la propia vida, sobre la existencia como ser en el mundo que percibe como realidad, en lugar de situarse en otra realidad.
En estos tiempos, quizás un repaso de las noticias nos remita a cantidad de situaciones desde las trágicas, como puede ser un pacto suicida con características que horrorizan, a la de una persona que realiza una denuncia judicial porque su vecina come asado todos los días... y la justicia da curso a la misma. Haciendo una breve búsqueda, al día que se está leyendo esto, en la crónica periodística no sólo la policial que lleva a los casos trágicos o ligados al delito, hasta la de los que la sociedad expone constantemente como las diferentes formas de violencia, podemos ver infinidad de situaciones que nos hacen pensar que algo se ha perdido, alguna línea de control, de normalidad. Al menos como la conocíamos, ésta se está paulatinamente corriendo. Los individuos pierden el control, la cordura, de manera individual, ya no son cuerdos. Pero también en situaciones colectivas y hasta relativas a quienes deben dar certezas, parecen haber perdido el control de sus actos, por ejemplo, en contradicciones constantes con sus propias consignas previas. Así, en esta distópica época pandémica/postpandémica casualmente no sabemos en qué estado estamos nunca y casi como una realidad posible en un mundo cuántico, ambas realidades coexisten, sacando el concepto, aparentemente ya sin utilidad del tercero excluido. Barbijos sí/no, vacunas 1/2/3/4/x dosis, la norma, la consigna, que establece el control, varía en tiempo y lugar, o quien la define.
En esa pérdida de control, como siempre en la historia, comienza a gestarse la necesidad, el ruego casi, posteriormente de algo/alguien que establezca normas claras y aunque no la entendamos, al menos por la repetición o la presunción de saber (falacia de autoridad) o certeza, serán seguidas. Allí luego se podrá restablecer el orden y la ansiada cordura y organizar una vida medianamente previsible que nos dé algo parecido a la paz y la felicidad, si es que esos conceptos aún son válidos.
En el intermedio de esa aparición de nuevos principios ordenadores, en muchos casos sostenidos por un supuesto avance científico que extrañamente alteraría los valores tradicionales, volviéndolos viejos e inútiles, diversas formas de malestar expresadas en algunos casos bajo estructuras clínicas individuales o sociales colectivas, se manifestarán. 
La solución que nos proponen para la pérdida de cordura es establecer nuevas normas de orden, de control de alguna manera, pero al igual que en una herida debe primero eliminarse el tejido muerto, engangrenado o putrefacto, hay que eliminar lo viejo que obstaculiza, lo nuevo nos dará una vida mejor.
Para instalar un nuevo orden que supere los males del mundo, lo antiguo debe ser removido, y de manera completa, el tejido muerto, infectado, tumoral, debe ser removido. Es una cuestión de vida o muerte.
Como comentamos en otro artículo, esta es la concepción imperante en la actualidad y ha sido dicho, hasta escrito y publicado de manera manifiesta. Hay que establecer un nuevo orden. Las consignas del mismo son claras, dicen buscar mayor inclusión, justicia social, un mundo más igualitario y sustentable, en resumen todas expresiones con las que sería imposible estar en desacuerdo. Para ello hay que instalar una nueva narrativa, un nuevo orden ya no solo de mandatos, leyes y ordenamientos, sino de pensamiento. Reescribir una nueva historia, un nuevo relato es la consigna. 
Todo lo que creíamos saber, los conceptos más básicos, familia, sexualidad, valores etc. aparentemente ya no lo sabemos, pero "afortunadamente" han aparecido seres y organizaciones que se erigen como poseedores del saber y vienen preparando el camino a nuestra salvación de este mundo en descomposición desde hace mucho tiempo. Hablaremos de una interesante conferencia en 1969 de un médico que parece de estos tiempos.
Iremos en siguientes artículos viendo algunas expresiones y sectores donde esto se está produciendo, algunas son evidentes, otras no tanto y quedará decidir cada uno si delega esa cordura en esos seres y organizaciones o se hace cargo de ella.