Filosofía cotidiana

Para entender la vida en el siglo XXI

Desde hace algún tiempo -sobre todo a partir de iniciado el siglo actual- es usual escuchar conversaciones de personas indicando que nunca se les hubiera ocurrido que se dieran tantos cambios, repentinos, inmediatos -diarios, puede decirse- que, de un modo u otro, afectan la vida personal, exigiendo cambios y modificaciones continuos que muchos no encuentran cómo concretar.

Pareciera que se llegó a esto -y a lo que seguirá ocurriendo- sin que ninguno de nosotros estuviera advertido. Es como que brotó de pronto sin aviso alguno.

Pero no es cierto eso. Lo real es que existieron quienes avisaron qué habría de suceder una vez atravesado aquel mítico y arquetípico Año 2.000 con el cual tantas fantasías tejieron nuestros padres y, aún, nosotros mismos, adolescentes o jóvenes por entonces.

Autores e investigadores del campo psicosocial, así como los llamados futurólogos indicaron cómo habría de ser el tiempo venidero. Que pocos le hayan prestado atención es otra cosa. Demuestra, una vez más, lo fundamental que es poner atención en aquellas cosas útiles, de valía; en lugar de dispersar las horas en asuntos banales e intrascendentes.

ANALFABETOS

“Los analfabetos del siglo XXI serán los que no sean capaces de aprender, des-aprender y re-aprender...”, enseñaba Alvin Tofler (con quien pude tomar clases presenciales en 1992) allá por los años 80. Esta idea fue tomada del psicólogo y pedagogo estadounidense Herbert Gerjuoy y está citada por Toffler en best seller El shock del futuro, cuya primera edición data de 1970.

Con precisión, este autor anunciaba que el modo de vida que estaba por llegar se caracterizaría por ser “demasiado cambio en un período de tiempo demasiado corto”. Tal como, de hecho, está ocurriendo.

Lo que Alvin Tofler (1928/2016) estaba diciendo es que llegaría un tiempo en el que "lo que hoy aprendí dentro de seis meses no me va a servir, lo tengo que desprender y, de nuevo, aprender para adelantarme a lo que me será útil entonces." Lo que significa tener una mentalidad que yo llamo elástica y plástica capaz de -a través del uso del pensamiento racional reflexivo positivo creativo proactivo- conseguir formas de existencia donde pueda concretar mis deseos positivos de vida.

Toffler explicaba que a diferencia de aquella época donde la persona podía ingresar a una empresa como cadete para jubilarse décadas después con el cargo de gerente de ventas, habría de iniciarse hacia el siglo XXI un proceso que inevitablemente llevaría a aprender para desaprender y desaprender para aprender. Ese sería el nuevo ciclo de crecimiento y evolución humana. Y agregaba que no habría que temer estar atravesando por tal desafío, ya que “la tasa de errores es proporcional a la de aciertos”. Cada equivocación lleva a nuevos aprendizajes, búsqueda de otros caminos de realización y, por lo tanto, a nuevas constantes mejoras.

LA TERCERA OLA

En las páginas de otro de sus libros La tercera ola (cuya primera edición data de 1979), precisa un hecho que hoy en día tiene absoluta vigencia: “Un analfabeto será aquel que no sepa dónde ir a buscar la información que requiere en un momento dado para resolver una problemática concreta. La persona formada no lo será a base de conocimientos inamovibles que posea en su mente, sino en función de sus capacidades para conocer lo que precise en cada momento”.

Entre los anuncios que Toffler hizo se encontraban los siguientes. Todos se han concretado:

* Ramas enteras de la industria desaparecen y aparecen otras. Esto impactará en los trabajadores quienes se encontrarán obligados a un aprendizaje totalmente diferente así como a cambiar la localidad de residencia para encontrar un nuevo trabajo. Tal modificación implicará cambios en las relaciones afectivas, escuela o vínculos con la familia, lo que resultará en relaciones personales más superficiales con un gran número de personas en lugar de relaciones cercanas y más estables.

* Las personas que constituyan esta nueva sociedad habrán de cambiar de profesión y lugar de trabajo frecuentemente, con lo que hacen varios recorridos laborales a lo largo de su vida. El conocimiento de un ingeniero, un médico, un químico y tantos otros profesionales quedará obsoleto en poco tiempo por lo que los cursos de actualización deberán ser materia habitual. Por tal razón habrá, cada vez, más trabajos temporales.

* Muchos bienes antes durables, inclusive por varias generaciones, quedarán convertidos en objetos rápidamente desechables, ya que el costo de reparación o limpieza resultará mayor que el precio de un objeto nuevo. La producción en masa favorecerá estos cambios permanentes.

El diseño de los bienes caduca enseguida: aparece una segunda generación de computadoras mucho antes del final de la vida útil esperada de los aparatos de la generación anterior.

* Será posible alquilar, casi, cualquier cosa lo que elimina la necesidad de una posesión permanente. Ésta será inútil habida cuenta de que todo se moderniza en cuestión de semanas y, hasta, días.

* El cambio constante en el mercado también supone un reto para el ámbito del marketing, debido a objetivos cambiantes.

Finalmente, en La tercera ola anuncia:

La familia nuclear cede su lugar a infinidad de tipos de familias. Familias monoparentales, unipersonales, convivencia estable entre novios y muchas otra posibilidades. Nace la cultura sin hijos.

* La dinámica de comunicación será de varios a varios. Al igual que la producción, los medios se van desmasificando. Surgirán infinidad de medios especializados sobre temas específicos; numerosos canales de televisión por cable y satélite; la capacidad de las computadoras de comunicarse entre sí también generarán nuevas formas de relacionarse entre humanos. Todo ello hace que la comunicación esté personalizada y que el consumidor ya no se limite a tomarla tal cual viene. Ahora el espectador puede intervenir en los diarios que lee y en los programas de televisión que mira.

Llegado a este punto, podemos afirmar que lo que hoy estamos viviendo fue anunciado, con lujo de detalles, décadas antes que aconteciera. Tal vez, por eso, se me ocurre útil traer esta frase prometedora que tiene varios milenios de antigüedad: “Únicamente quien posee fortaleza domina su destino, pues merced a su seguridad interior es capaz de aguardar.” (Extraído de la sabiduría del I Ching.)