Páginas de la historia

Abraham Lincoln

“Algunos hombres, como los cóndores, alcanzan alturas inaccesibles”. Hemos aludido en alguna otra ocasión al expresidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln.
Oímos frecuentemente referencias a los grandes de la humanidad, como Mahatma Gandi, la Madre Teresa de Calcuta, o el doctor Schweitzer. Y suele olvidarse o no ubicarse en el mismo plano que ellos a Abraham Lincoln. Y nosotros creemos que merece estar en un pie de igualdad con cualquiera de esos gigantes espirituales que ya mencionamos. Ninguno de ellos y tampoco Lincoln, utilizaron a sus semejantes, sino que vivieron y dieron su existencia por ellos.
La de Lincoln es una trayectoria conmovedora, por el dolor que le tocó soportar. Y además fue realmente ejemplar por sus principios y por su conducta. Fue de adolescente, por provenir de un hogar muy humilde, labrador y hachero y comprendió que la cultura le abriría puertas. Empezó a leer con avidez. Finalmente se graduó, ya hombre, de abogado.
Llama la atención el hecho que en su infancia sólo cursó el primer grado de la escuela primaria. Quizá el ser hijo de colonos muy primitivos, sin la menor instrucción y el vivir en una rústica cabaña en una zona montañosa, lejos de la civilización, dificultó su posibilidad de instruirse en su niñez.
Pero el Lincoln ‘hombre’ ha crecido físicamente hasta alcanzar el metro noventa de estatura y crecido también intelectualmente, hasta transformarse en ese ser de vasta cultura que terminó graduandose en derecho.

LA GUERRA DE SECESIÓN
Elegido Presidente de los Estados Unidos, libró la histórica Guerra de Secesión contra los estados esclavistas del sur. Seiscientas mil bajas en cuatro largos años le costó esa guerra al país, hasta el triunfo de los estados del norte, que luchaban por la abolición de la esclavitud.
Ya cerca de la victoria, un 22 de septiembre de 1864, Lincoln firmó el Acta de Emancipación por el cual recobraban su libertad todos los hombres considerados esclavos por una aberrante ley, que regía en los estados del sur. El 9 de abril de 1865 termina la guerra entre hermanos. Cinco días después, una bala asesina hiere a Lincoln, que muere al día siguiente: 15 de abril de ese mismo año1865.
Fue simultáneamente un hombre orgulloso y simple, rudo y suave a la vez. Tuvo un rostro marcado por una infancia y adolescencia difíciles.
Un breve episodio de la Guerra de Secesión pinta la nobleza de Lincoln. Un alto oficial del ejercito del Norte, el de Lincoln, ha desertado huyendo del frente de batalla.
Lo traen esposado ante su presencia, manifestándole los captores: “Este coronel, señor Presidente, ha deshonrado a su país y a su ejército. Además lo encontramos llorando como una mujer. Sugerimos que se lo fusile por cobarde”.
Lincoln pidió quedar sólo con el oficial y mirándolo a los ojos, le dijo con ternura: “Cuénteme qué le ha pasado, oficial”.
“Tuve miedo señor Presidente, no por mí sino por mis hijos pequeños que podían quedar huérfanos si me hubiese tocado morir. Y lloré pensando en ellos”
, dijo el oficial.
Lincoln llamó al Consejo de Generales que debían juzgar al Coronel y les dijo: “Sugiero que lo absuelvan. A cualquier hombre sensible pueden traicionarlo sus sentimientos. Que son legítimos sentimientos de padre. Y la ley que lo castiga, quizá no haya contemplado un caso como este”.
Por supuesto que fue absuelto. Y este sólo episodio, bastaría para delinear la estatura humana de Abraham Lincoln.
Y un aforismo final para este espíritu superior que fue el Presidente Lincoln: “Los hombres elegidos prefieren sufrir la injusticia antes que cometerla”.