Padre de la Patria, su legado

Lic. Manuel Belgrano *

Desde mi triple condición de argentino, de presidente del Instituto Nacional Belgraniano y descendiente del general Manuel Belgrano, agradezco con profunda emoción patriótica este sentido homenaje que el histórico diario La Prensa le rinde al prócer en ocasión de cumplirse los doscientos años de su fallecimiento y el 250º aniversario de su natalicio, en el presente año 2020.

Fue tan amplia, tan decisiva y multifacética su participación en nuestra historia patria, que resulta difícil enmarcarlo en una categoría abarcativa de su acción.

Ideólogo de Mayo, creador de nuestra bandera y escarapela nacional, generaltriunfante en las guerras por la independencia americana, son méritos gloriosos que aún no acaban por describirlo plenamente.

Belgrano fue un hijo ejemplar, un intelectual brillante, un jurista de nota, el primer economista, ecologista y educador; también el primer constitucionalista, impulsor de la agricultura, la ganadería, la industria, el comercio, promotor del seguro y la marina mercante; dignificador del rol de la mujer, periodista, traductor, diplomático. Tal versatilidad no respondía a un afán personal. Es evidencia de su clamor: ``Deseo ardorosamente el mejoramiento de los pueblos. El bien público está en todos los instantes ante mi vista'', dijo.

Todo lo había dado en beneficio de los demás haciendo paradigmática su labor como funcionario público. ``Sirvo a la patria sin otro objeto que el de verla constituida, ése es el premio al que aspiro'', supo decir. Así, sus premios pecuniarios los donó para fundar escuelas y la mitad de sus sueldos para aliviar al erario del Estado.

Padre y maestro inmortal de la argentinidad que, como recordara su primer biógrafo Mitre ``cumplió con su deber en grado heroico y encontró la gloria sin buscarla, en medio de la adversidad y del olvido''. No en vano Manuel había dicho ``no busco glorias sino la unión de los americanos y la prosperidad de la patria''. Con la propia vida arrostró los peligros de sostener tales ideales y dio fe de la veracidad de sus dichos.

Como corolario, quiero recordar la invocación del Doctor Ricardo Rojas, en una conferencia dictada en la Universidad de Buenos Aires el 18 de junio de 1920, con motivo del centenario del fallecimiento de Belgrano. R. Rojas, culpa a los argentinos, por no  tributarle las honras merecidas por sus hazañas y sus sacrificios. Intenta hablar con Belgrano y escribe acerca de `La visión de la apoteosis, o el mensaje del patriarca'.

La sombra del Patriarca le habló al poeta y le dijo: ``Yo amé a los extranjeros que a mi patria llegaban en las naves del mar, porque uno de ellos fue mi padre; yo inventé la bandera, para que los hijos de la inmigración, como yo, pudieran también amarla; yo amé a los indios, porque ellos eran el primer boceto de la humanidad en nuestra tierra, y ellos me pagaron aquel amor, secundándome en las hazañas; yo amé al artesano y al labriego, y por su liberación, trabajé desde los días del Consulado; yo respeté a los maestros y fundé escuelas, porque supe que la ignorancia, es el antro de toda fatalidad en la historia; yo amé a mis adversarios; yo abracé a Tristán, vencido, frente a mi tropa vencedora; yo recogí los muertos de mis batallas en una tumba común, y sobre sus restos, puse una cruz de amor en Castañares, confundiendo en un solo manto, de la Santa Tierra, a los combatientes de la víspera; yo no odié a España, donde me eduqué, sino a sus instituciones injustas, y quise superarlas por un ideal de justicia; yo perdoné a los gobiernos que me degradaron y a las muchedumbres que me desconocieron; yo entré en la lucha sin rencores, y cumplí mi deber con resignación, y mi agonía fue serena, porque nunca ambicioné poderes, ni premios, ni honores; yo comprendí desde temprano, que los hombres somos juguetes de una voluntad invisible, y que servimos mejor al destino de la vida, poniendo nuestra carne a quemar, no en el tizón de incendio de mezquinas pasiones, sino en la antorcha de fiesta de más permanentes ideales. La Patria, fue para mí una forma perfecta de esa religión de amor, y simbolicé mi propia vida, y mis ideales de amor, en los suaves colores de mi bandera. Si hay allí abajo, todavía, gente que siembra odios, diles, aunque me aclamen, que ellos me han olvidado''.

* Presidente del Instituto Nacional Belgraniano.