Padre Bueno - Padre Malo
Es más fácil formar hijos fuertes que reparar hombres destrozados
“It is easier to build strong children than to repair broken men.”
Frederick Douglass
Existe un libro que es un éxito editorial de hace años “Padre rico, padre pobre”, en el que el inversor y emprendedor Robert Kiyosaki relata las diferentes formas en la cuales su padre real enfrentaba su vida con sus características propias y otra persona a la que también consideró su padre, su mentor, otras. En ambos casos se refería primordialmente (pero en consecuencia en otros sectores de la vida) en relación con la generación de dinero, de riqueza, y de allí un padre, el real era el padre pobre y el otro el rico.
Más allá de este caso particular, existen varios otros casos en la literatura, en la mitología y en las artes en particular las visuales, que reflejan las figuras de padres, mentores, que representan roles de alguna manera arquetípicos, a veces opuestos, y profundamente significativos en el desarrollo del ser humano en especial de los varones. Es habitual y claramente indiscutible el rol de la madre, pero en muchos casos, en las últimas décadas y de manera creciente, el rol del padre se ha ido desdibujando y como mencionara en ocasión del Día del Padre del año anterior, con consecuencias preocupantes que hace algunos años eran teorías a veces casi conspirativas y luego fueron parte de la realidad.
Decía allí que la idea de la deconstrucción, enraizada en una trama fundamentada solo en su propia ideología, estableció que el rol del padre era negativo por definición, el “heteropatriarcado” y de allí partía la explicación de todos los males. Sin embargo, y de allí el título de esta nota, estas figuras no estaban totalmente ajenas a la realidad, solo que contaban como fundamento a sus reclamos, una cara de la realidad, el mal, el padre malo, ignorando la inevitable dualidad de toda la existencia real. Así al Cronos/Saturno que devora a sus hijos para evitar que lo derrocaran, se le suma el rey Lear de Shakespeare, o en el mismo autor en ‘Hamlet’ que padece a un padre ausente en su muerte, pero persistente en la memoria que lo acosa, o su tío que hace las veces de padre pero es el enemigo, o Laius, el padre de Edipo, cuya decisión de abandonar a su hijo lleva a una serie de eventos trágicos conocidos, quizás siguiendo la misma línea el rey Minos que encierra en un laberinto a su hijo el Minotauro… todas metáforas de la tragedia psicológica a la que se puede enfrentar un niño frente a un padre con aspectos negativos. Esos padres negativos son de varios tipos, y han sido descriptos justamente varias veces. Los hay aquellos que son ausentes o desconectados de sus hijos, autoritarios, o por el contrario, inconsistentes que generan confusión en el rol paterno o también están los constantemente críticos. Las consecuencias serán en muchos casos y quizás venga a ocasión del día del padre, fenómenos que vemos en la vida pública diaria. Van desde tener problemas, serios a veces, con cualquier imagen de norma o autoridad o sostener normas sociales o quieren reinventar el mundo, o una característica falta de empatía con los otros, o un comportamiento que entiende que la forma de establecer una personalidad es la violencia, o quizás como en el caso de los sometidos a la crítica, un vacío en su autoestima e identificación que les impide desarrollar perfiles propios definidos. A veces en casos más graves en los cuales han sido sometidos a situaciones traumáticas, retraumatizar, y convertirse ellos en lo que padecieron. Es decir, los padres que son críticos, ausentes o autoritarios seguramente contribuirán a problemas de comportamiento y emocionales en sus hijos. Nuestro histórico delincuente en la criminología argentina “El petiso orejudo” puede ser evidencia de esto, en su historial con su padre.
Pero esa visión sesgada ideológicamente ignora a los otros padres muy superiores en número, que son los padres positivos. La cita del inicio proviene de un escritor diplomático y activista de los Estados Unidos que en realidad había sido esclavo y luego de escapar de esos “padres perversos” se transformó en activista del abolicionismo y conocía no necesariamente a sus padres, sino a los que ejercían ese control de padre negativo y destructor y por eso pudo entender en su propia piel la importancia de un padre positivo y las terribles consecuencias de uno negativo.
El padre positivo expuesto en la literatura y la mitología con los casos de San José el padre de Jesucristo que aun no siendo el padre biológico (según la tradición cristiana) asume y acepta un rol de significativa importancia acompañando no solo a su hijo sino a su mujer la Virgen María. También a la figura de Cronos se le opone la de Zeus, su hijo quien, a pesar de una serie de debilidades muy humanas, es protector de sus hermanos y guía de otros dioses, o en la Odisea, Laertes, el padre de quien da el nombre Odiseo (Ulises), quien es una muestra cabal de sabiduría y en particular paciencia, o el personaje real de Chris Gardner, el emprendedor que conocimos a nivel público mediante la película “En Busca de la felicidad”, quien prioriza a la familia, ante todo. Pero finalmente cómo olvidar a José de San Martin y su rol ante su hija, pero más ante la patria. Esa patria forjada a partir de esa figura del “Pater”, quien señala normas, es hoy lo que está cuestionado a escala planetaria, instalando “nuevos órdenes” y revoluciones de toda índole, ya que por derecha e izquierda a nivel político, polos hoy inexistentes, se busca el mismo fin, no el de mejorar el orden establecido sino destruirlo para instalar uno nuevo. El padre positivo permitirá y acompañará en la crianza de hijos que se sienten seguros y son capaces de formar relaciones saludables y respetar la autoridad.
Pero en la sociedad pospatriarcal varios autores como Luigi Zoja o Phillip Zimbardo entre otros, señalan como ese hombre ha quedado desconectado/interrumpido (Man, Interrupted de Zimbardo), y de allí las peores calamidades que vemos en un hombre que al haber perdido el rol de padre y luego el mismo el de hombre positivo, salen a relucir sus aspectos terribles y oscuros, el desprecio por la estructura por los que considera débiles, por la autoridad que solo reconoce en el mismo. En ese mundo sumido en posturas sectarias y de conflicto, en la que múltiples niños traumatizados intentan transformarse en padres, pero en realidad en emperadores, entendiendo que la figura de padre es la del padre negativo, es frente a lo que parece estar la escena mundial.
Ese mundo de seres atrapados en la sombra de una figura arquetípica, interpretando incesantemente un rol que nunca entendieron en el trauma, se sana con más padres que desde el ejemplo, muestren al padre positivo, aquel que muestre la norma, la autoridad no desde la violencia, la imposición, el conflicto, sino por el diálogo, la comprensión, la empatía, y de alguna manera la aceptación de su propia limitación, y puedan sacarlos de la fantasía del “puer eternus” detenido en su desarrollo, del príncipe que nunca llegará ser rey, o quizás sabio.
Es interesante cuando uno deja de ser el niño y ya entiende que no es el eje del mundo, el infante eterno que quedó detenido a veces en el trauma empieza a entender a su padre y así a la autoridad, a los otros, y no necesita reinventar el mundo, o como decía Mark Twain:
“Cuando yo tenía 14 años, mi padre era un ignorante insoportable. Pero cuando cumplí los 21, me parecía increíble lo mucho que mi padre había aprendido en siete años”.
Feliz día del padre para todos los que sostienen esas estructuras fundamentales sin reclamar blasones por ello.
“Creo que lo que llegamos a ser depende de lo que nuestros padres nos enseñan en los momentos inesperados y extraños, cuando no están tratando de enseñarnos. Estamos formados por pequeños fragmentos de sabiduría”.
Umberto Eco