Osmar Núñez resiste desde el teatro

Incómodo con la realidad que nos toca vivir, no ceja en su afán de contar historias que interpelen al espectador. El destacado actor y director protagoniza ‘La desobediencia de Marte’, una pieza atravesada por dos temáticas que lo apasionan: la astronomía y lo filial.

“Tenemos que seguir insistiendo en hacer lo que amamos”, dice Osmar Núñez, actor de raza, premiado, requerido para los papeles más diversos y muy reconocido también entre sus colegas. Eso que ama Osmar es el teatro, claro, actuar. Eso debe seguir a pesar de todo.

Este presente que él definirá como “incómodo” lo encuentra muy activo. Está terminando una obra y por empezar a actuar en otras dos. Lo complicado no pasa por su trabajo sino por las circunstancias del país, con la cultura y la ciencia en jaque, que el actor, como tantos otros, siente padecer.

De 'La desobediencia de Marte' quedan solo dos funciones, mañana y el sábado 29 a las 20 en el Teatro Payró (San Martín 766). Pero no fue en ese bonito sótano de las Galerías Pacífico donde salió a la luz el material sino en un ámbito completamente distinto -y no solo por el espacio, claro está-. La estrenaron en 2023 en en el Centro Cultural de la Ciencia como coproducción entre el Teatro Nacional Cervantes y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación. Era otro mundo, otra vida.

Ahora queda resistir, dirá Núñez, también director. Se lo ve locuaz, verborrágico y carismático -”te hablé hasta por los codos”, dirá al final de la charla, aunque no sea del todo cierto-. Y un poco así también, muy suelto y parlanchín, aparece en escena interpretando al astrónomo danés Tycho Brahe (1546-1601). Se trata de un ser renacentista lleno de privilegios y pergaminos que debate y contrapone con el joven y luego célebre Johannes Kepler interpretado por Lautaro Delgado Tymruk.


SALTO AL PRESENTE

El planeta rojo no se comporta según los parámetros esperables y hay que ver por qué. El prestigioso escritor mexicano Juan Villoro, autor de la obra, comienza contraponiendo el histórico duelo científico entre Brahe y Kepler, pero en un momento realiza un giro dramático muy interesante y -perdón el gran espóiler- nos hace saltar al presente y transforma el tête à tête astronómico en una puja entre dos actores ensayando. Aparece el teatro, el nombre del padre, Shakespeare y momentos de gran humor y ternura. Con frases que provocan todo el tiempo -“Espero que mis vicios mueran antes que yo”, dice Brahe-, la obra sirve también para que los dos intérpretes se luzcan.

A Núñez se lo ve muy cómodo en escena. En un muy buen sentido, en el mejor de los sentidos: aparece instalado, tanto cuando encarna al astrónomo como al actor. No se observa a un intérprete preocupado por tener que hacer algo en especial, o adelantándose a determinado momento. Eso es un placer de ver. Y seguramente difícilísimo de lograr. “Gracias”, dice en la entrevista por videollamada con La Prensa y explica: “Trabajamos mucho, Fueron cuatro meses de ensayos, todos los días. Un verdadero placer el proceso. Tocar esa figura barroca es algo que a mí me encanta y se hace muy poco, no se ve tanto”.

-Hay mucho de la paternidad en la pieza, aparecen mencionados Hamlet y el Rey Lear. ¿A usted lo interpela lo paternal, lo filial?

-Yo soy muy paternal. Es muy fácil decirlo porque no tengo hijos, pero lo soy con mis hermanos, con mis amigos, con mi pareja. Tengo eso de conservar cierta línea de unión y de sanar cosas para tener un vínculo más unido.

-No es una frustración no haber sido padre.

-No. No es eso, pero a mí me interpela, me atrae el tema de lo filial. En todo sentido. Hay un momento en que mi personaje le dice al otro: “No hace falta que yo sea tu padre para querer ser tu padre”. Eso también es paternal. Ser padre no tiene que ver con lo biológico. Siempre he tenido padres y madres sustitutas. Yo busco eso, no solamente lo ofrezco.

-Con su compañero hay mucha química, resulta muy creíble ese lazo.

-Es que con Lautaro nos conocemos mucho, y tenemos un vínculo muy estrecho. Y con Marcelo (Lombardero, el director) ya vengo trabajando (NDR: hicieron ‘Colaboración-Tomar partido’, de Ronald Harwood, en 2019 en el Teatro San Martín).


CONEXION

-¿Qué lo sedujo de esta obra?

-Leyéndola, ya te intriga. Luego ese cambio de registro que se produce me encantó. Y ver cómo a través del arte y el teatro se sanan las heridas. Eso es muy rico. Cuando me pasa esa conexión de primera, siento que hay algo bueno. Leo el material y ahí conecto. Cuando no me pasa eso de entrada, me preocupo. Tengo que tener un encuentro muy fuerte. A veces, el texto es muy bueno, pero yo tengo que sentir un acercamiento personal. Esas cosas son mágicas.

-Eso a veces puede ser azaroso. A lo mejor el texto está muy bueno, pero después viene un director o una puesta que no cuadran. O viceversa.

-Me ha pasado también, pero en general tengo que tener cierta conexión rápida con el texto, más allá de quién esté. Me tiene que pegar algo mío interno, entonces ahí empiezo a imaginar y hacer mi propia historia de esa historia que está ahí. Eso me sucede con 'La desobediencia de Marte'. Yo no sé de astronomía ni soy padre, pero todo de la obra me atrae. La astronomía me parece fascinante y lo filial, también. A través del teatro, amamos, comunicamos y podemos encontrarnos de muchas maneras.

-¿Cómo es su encare en la actuación, su proceso de hacer propio el material?

-Tiene que haber una conexión. Si no la hay, me pregunto qué tengo que hacer yo para hacer lo que hace este personaje. Siempre tengo una mirada de la obra desde mi propia experiencia. Luego, claro, está el encuentro con el director, más allá de lo que uno imagina, que la modifica. Nunca me pasó que sea muy opuesto lo que yo siento de lo que siente el director. Estoy convencido de que un director que sabe mirar al actor es muy inteligente y acertado. Ese mundo, ese universo del actor, en los ensayos, en las miradas, es fundamental que sea captado. Marcelo tiene una estética muy clara, pero no es cerrado y te pide desde lo que él ve. Eso es importante.

-Se nota que algo así habrá pasado en ‘La desobediencia…’

-Tal cual, te va llevando donde él quiere pero a partir de lo que ve. Por supuesto es un director inteligente. En general, volviendo a lo que decía recién, a mí también me gusta hacer la obra que yo tengo ganas de hacer, que me provoca y me instruye como actor, y me pide y exige. 'La desobediencia...' tiene personajes muy ricos, con todas sus oscuridades y luces. A mí no me gusta ir al teatro o ver películas de donde salga como entré.

-La obra se hizo en el Centro Cultural de la Ciencia en un contexto bien distinto del actual.

-Esto se llama pelear y resistir. Tiene que ver con subsistir porque nadie va a dejar de hacer teatro pase lo que pase. Seguir insistiendo con el material que nos gusta, que nos interpela, que nos interesa, que nos hace volar. Para mí el tema político pesa mucho porque la política es una forma de ordenar una sociedad, y en este momento no me siento cómodo para nada, ni feliz. Percibo que hay algo muy duro y oscuro que nos está cubriendo y no puedo entender. Me desorienta y me asusta todo esto. Se está instalando muchas ausencia del estado. Que se muera gente porque no tiene la medicación o para comer. Hay cosas que no tienen discusión.


LO QUE SE VIENE

Serán movidos los próximos meses para Núñez. Una vez terminada la obra actual en el Payró, vuelve a hacer ‘Las patas en la fuente’, un texto de Leónidas Lamborghini (el 1, 8 y 18 de julio a las 20 en Hasta Trilce, Maza 177). Se trata de una pieza de un solo personaje en la que la política y la historia tienen mucho que ver y por la que fue nominado al Florencio Sánchez y al ACE También regresará con ‘Después del ensayo’, de Ingmar Bergman, estrenada en el verano y que ahora se verá en el Espacio Callejón. Allí estará junto con Silvina Sabater y Vanesa González, y la dirección de Daniel Fanego. Será a partir de mediados de julio.

-En 'Las patas en la fuente' la política está en primer plano.

-Lamborghini interpela mucho políticamente. Si bien era peronista, se mostraba muy crítico del peronismo. Me entusiasma mucho hacer este material ahora. Mi apuesta es seguir con el teatro. A nivel audiovisual no hay nada: se vive una orfandad de laburo total. Tenemos que seguir insistiendo en hacer lo que amamos. Con la gente que amamos y respetamos.

-En ‘Después del ensayo’ también vuelve a aparecer su otro gran tema, el teatro.

-Sí. Es algo que me apasiona, por supuesto, y en ese material se profundiza muchísimo. Yo no podría dejar de hacer teatro, dejar de actuar o a lo sumo dirigir. Eso me nutre, me alimenta, me hace mejor persona