Siete días de política

Ordenar la política no resuelve el problema de falta de dólares

A pesar de la aprobación de las leyes de Milei en el Congreso y de la firma del pacto de gobernabilidad, siguió el deterioro de indicadores financieros clave y aumentó la presión sobre el blue

El segundo semestre muestra cada día con mayor claridad un deterioro de indicadores financieros que va oscureciendo lentamente las expectativas sobre la salida de la crisis.

Esto ocurre a pesar de que el gobierno consiguió la sanción en el Congreso de las leyes de reforma del estado e impositiva y de que el martes pasado lo acompañaran 18 de los 24 gobernadores en la firma de un acuerdo político que puede ser considerado formal, pero que encierra un mensaje de aceptación de un presidente disruptivo. De un dirigente que llegó al poder denigrando a la “casta”, la misma que lo rodeaba en la casa histórica de Tucumán y a la que lentamente se va adaptando, Guillermo Francos mediante.

El desacople entre política e indicadores financieros muestra que la disparada del dólar blue no es culpa de un banquero en particular, ni de una conspiración golpista, sino de un forcejeo en el que el gobierno no está llevando la mejor parte. Es un problema que no se resuelve con “escraches” aunque haya jugadores en el mercado movidos por razones que van más allá de la lógica financiera.

El deterioro de las variables macro (brecha cambiaria, riesgo país, reservas del BCRA) viene desde abril y se aceleró por la sequía estacional de dólares. El problema es que ahí reside la mayor fortaleza del gobierno que debe adaptar su estrategia a un período de vacas flacas (ver “Lo que Caputo no controla”).

Por otra parte, los forcejeos no son exclusivamente con actores locales. El FMI decidió sumarse a los que reclaman otra fuerte devaluación que no sólo significaría un mayor padecimiento para la ya muy golpeada clase media, sino un desastre electoral a mediano plazo. Declaraciones de uno de sus funcionarios hechas el viernes a al “Financial Times” pusieron en negro sobre blanco la presión del organismo para que el gobierno abandone la devaluación gradual del 2% mensual. Lo que los devaluacionistas no dicen es que su objetivo es que el BCRA recaude más dólares para pagar la deuda. Argumentan, en cambio, que esa medida activaría la economía, pero la ecuación no cierra políticamente por el daño que le causaría a las expectativas sobre la baja de la inflación. Por eso el presidente repite como un mantra que no devaluará, ni levantará el cepo, otro reclamo del mismo sector que derivaría en una corrida cambiaria.

La inflación de junio fue de 4,6%, una cifra sideral en cualquier país normal, pero que en Argentina le dio al presidente un 50% de apoyo en todas las encuestas. Eso es lo que no piensa entregar a los banqueros

Paradójicamente los únicos aliados que en la práctica le quedan al kirchnerismo y a la izquierda más rancia son el tan denostado FMI y los bancos.

Un reclamo del FMI que en cambio sí oyó el gobierno es el de recomponer las relaciones con el “establishment” local. Esa tarea es la de Guillermo Francos que tomó contacto en las últimas semanas con las centrales empresarias, AEA, Cicyp y UIA.

El resultado de sus gestiones se conocerá en los próximos días cuando sea reglamentado el Consejo de Mayo una comisión de corte corporativo que asesorará al gobierno en la redacción de proyectos que materialicen los principios del Pacto firmado el martes. Estará integrada por representantes del Ejecutivo, de las dos Cámaras del Congreso, de las provincias, de los empresarios y de los sindicatos. El volumen político adquirido por Milei en los pasados seis meses se medirá por el nombre y la cantidad de dirigentes que consiga reclutar.

Se trata de una nueva instancia de diálogo para fortalecer la gobernabilidad, evitar papelones como el de los dos proyectos que fueron hechos trizas y tardaron seis meses en salir del parlamento y facilitar las negociaciones. Es un giro político con el jefe de Gabinete como protagonista.

Esa estrategia se debilita con los actuales problemas cambiarios. Milei se arriesgó a un ajuste de shock y cuando estaba a punto de cobrar lo dividendos de su apuesta la escapada del dólar sembró dudas sobre el futuro. Son esas dudas las que llevaron al FMI a y los sectores establecidos a tomar distancia.

En resumen, el posicionamiento político de todos los jugadores es fluido y se funda menos en lo logrado hasta aquí por el gobierno que sobre las expectativas acerca del futuro de la economía. Milei frenó la crisis, pero nadie ve segura la salida. Pero, al mismo tiempo, los sectores que apuestan por su fracaso carecen de liderazgo y estrategia.

Los sindicatos industriales, por ejemplo, convocaron a los gobernadores que no adhirieron al Pacto de Mayo para enfrentar al gobierno y juntaron cinco. Uno de ellos, el de Santiago del Estero, había firmado el acta de Tucumán.

Gran parte de la fortaleza de Milei está en la indigencia del peronismo que no se repone de 20 años de hegemonía K.