Ni yanqui ni marxista, monetarista

“La inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario generado por un exceso de oferta de dinero, ya sea por aumento de la oferta y/o caída de la demanda, lo cual hace caer el poder adquisitivo de la moneda. Esto es, los precios expresados en pesos suben”.

Repetida como un mantra, la frase pronunciada por el presidente de la Nación, Javier Milei, lo define de cuerpo entero como economista. Es un libertario hecho y derecho, que levanta y defiende el estandarte del equilibrio fiscal y combate al fantasma de la inflación mediante el recorte de la emisión monetaria. Para él no existen otras formas.

De ese espíritu se desprende la medida de política monetaria que tomó hace una semana, cuando sorprendió a todos un sábado anunciado un esquema de fina ingeniería con los dólares para reducir la brecha cambiaria, que se había estirado tras el aumento de la divisa estadounidense en todos sus vectores de mercado.

Ni siquiera los expertos del sector financiero supieron hacer una lectura clara del plan. En las redes sociales las opiniones se abrían en un abanico de múltiples interpretaciones. Desde que se trataba del preludio a la salida del cepo hasta que dinamitaría el mercado cambiario, aun contra su voluntad.

La semana se mostró volátil, como era de esperarse. El Gobierno volvió a ignorar su Evangelio libertario e intervino en la plaza vendiendo dólares en la Bolsa para reducir la brecha y de paso esterilizar pesos. 

Consultado por La Prensa, el economista Gabriel Caamaño Gómez fue claro: se puede salir del cepo en las actuales condiciones, pero el equipo económico desea hacerlo con el precio de la divisa convergiendo hacia el oficial -más bajo que el Contado con Liquidación- y sin devaluar. Con esto no hace más que cuidar su preciado logro, el dígito de inflación mensual.

Metidos en este berenjenal financiero, los expertos aseguran que la brecha irá a la baja, pero se duda de cuántos dólares habrá que sacrificar en el altar del mercado para lograr el objetivo. 

Hay quienes esperan que después de todo esto, y en el caso de ganar Donald Trump nuevamente la presidencia de los Estados Unidos, pueda lograrse un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Una inyección de dólares extra para salir del cepo con las espaldas cubiertas.

El anuncio presidencial generó más confusión que otra cosa, tanto que el ministro de Economía, Luis Caputo, tuvo que salir a describir las particularidades del esquema. No podía hacerlo otro más que él, considerado un Gigante por Milei, el Messi de las finanzas, según Mauricio Macri.

El objetivo es bajar la brecha para, en algún momento, abrir el candado del cepo. Para que el objetivo se cumpla con el precio de la divisa convergiendo hacia abajo y no hacia arriba, hacen falta más dólares. De allí que el Gobierno eche mano a cualquier recurso disponible.

Como tantos otros, y suponemos que no será el último, aprobó vía AFIP un blanqueo de capitales que permitirá el ingreso de fondos al sistema. Según la información difundida, no pagará el impuesto quienes regularicen hasta u$s 100.000.

“Se podrá regularizar cualquier monto sin costo, si no se retira el dinero del sistema financiero antes del 31 de diciembre de 2025 o se lo invierte en los destinos autorizados. También pueden exteriorizar activos las personas no residentes”, aclaró la AFIP.

El cronograma consta de tres etapas: 

* Etapa 1: hasta el 30 de septiembre de 2024 se abona una alícuota del 5% sobre el excedente de u$s 100.000.

* Etapa 2: hasta el 31 de diciembre de 2024 la alícuota es del 10%.  

* Etapa 3: hasta el 31 de marzo de 2025 la alícuota asciende al 15%. 

OPTIMISMO

Mientras el Gobierno ordena las cuentas públicas y sofoca la inflación a costa de recesión, llegan números auspiciosos. Cifras que pueden leerse como latidos de vida, si bien no de marcada recuperación de la actividad y ni del empleo.

Por lo pronto, Milei se golpeó el pecho esta semana con motivo al celebrar el superávit financiero de junio, que cerró en $238.189 millones, encadenando el sexto mes consecutivo en verde.

“Durante los primeros 6 meses del año, los ingresos totales cayeron un 5% real, mientras que el gasto primario descendió un 32% interanual real. Como resultado, el superávit primario asciende a $7 billones, lo que equivaldría a un 1,1% del PBI”, detalló Nadin Argañaraz, titular del Instituto Argentino de Análisis Fiscal. 

El jueves el Indec lanzó otras dos bombas de optimismo. El intercambio comercial en el mes de junio arrojó un superávit de u$s 1.911 millones, producto de un crecimiento del 21,7% de las exportaciones (un total de u$s 6.590 millones) y un desplome del 35,4% en las importaciones (u$s 4.679 millones).

“Se destacó un aumento del 30,2% en las cantidades exportadas, aunque los precios bajaron 6,6%. En contraste, en junio de 2023 se había registrado un déficit comercial de 1.833 millones de dólares”, detalló el documento oficial.

Por otra parte, la entidad divulgó las cifras del Estimador Mensual de la Actividad Económica, que en mayo registró una suba de 2,3% en la comparación interanual y de 1,3% respecto a abril en la medición desestacionalizada. Con relación a igual mes de 2023, seis sectores de actividad que conforman el EMAE registraron subas en mayo, entre los que se destacan Agricultura, ganadería, caza y silvicultura (+103,3% ia) y Electricidad, gas y agua (+11,0% ia).

“Hacia adelante la reducción de la inflación, la relativa recuperación del crédito interno y el dinamismo de los sectores más competitivos sientan una base para que continúe el rebote. Pero para que se vuelvan a encender los motores del crecimiento y quebrar la tendencia al estancamiento hay que estabilizar la situación monetaria, reducir la brecha cambiaria (y las expectativas de devaluación) y dar señales de que se irá rápidamente a una unificación del mercado de cambios”, consideró Eugenio Marí, economista de la Fundación Libertad y Progreso.

Pese a que los datos son auspiciosos, la crisis está dejando el tendal y enciende la crítica de los representantes del sector productivo. La semana pasada la sinceridad le costó la cabeza al textil Teddy Karagozian, otrora asesor presidencial, quien fue despedido por cuestionar al gobierno en un programa periodístico. No hay espacio para el disenso en La Libertad Avanza.

RESPALDO

La economía manda y derrama su efecto sobre la sociedad toda. Por eso es clave tomarle el  pulso a la gente, evaluar hasta dónde llega el respaldo a la figura de Javier Milei. Los resultados son claros: pese al ajuste, a la motosierra y la licuadora, aun una amplia mayoría renueva sus votos.

Los analistas políticos Viviana Isasi y Julio Burdman publicaron durante la semana una encuesta que resalta que Milei tiene una  imagen positiva del 53% y una negativa del 41%. Por otra parte, un 50% aprueba la gestión libertaria en la Casa Rosada.

De cara a este segundo semestre que ya empezamos a transitar, el 42% de los consultados (un total de 2.147 casos) estima que será mejor, contra un 32% de sesgo pesimista. El estudio recalca que la gestión Milei genera “esperanza”, palabra que se impone por sobre “miedo”, “tristeza” e “incertidumbre”, entre otras.

Entre las mayores preocupaciones, la inflación y la corrupción mandan con el 21%, pero creció el temor a la pobreza, que alcanza al 20%. Con respecto a las elecciones legislativas de 2025, el apoyo es del 44%. Frente a la pregunta de qué tendría que ocurrir para que las expectativas mejoren, la respuesta mayoritaria fue “subir los salarios”.

En cuanto al ajuste, el 32% sostuvo que se adapta. Pero frente a la pregunta de hasta cuándo está dispuesto a esperar que mejore la situación, el 42% recalcó que “sólo unos meses más”. 

La situación es compleja. La pobreza crece, la actividad no reacciona, el desempleo avanza. El Gobierno tiene por ahora el crédito abierto, sólo por ahora.