La belleza de los libros

Narradores con tarjetas amarillas

Manuel Gálvez nació en 1882 en Paraná y falleció en Buenos Aires en 1962. De su abundantísima producción narrativa, apenas alcancé, allá por la década de 1960 y movido por la curiosidad, a leer dos novelas: La maestra normal (1914), de la que sólo recuerdo que su protagonista se llamaba Raselda, nombre que jamás volví a oír ni a leer, y El mal metafísico (1916), de la cual no recuerdo absolutamente nada. Lo cierto es que, debido a que mis gustos literarios marchan por otros senderos, preferí no reincidir en otras obras suyas.

En 1919, cuando don Manuel se iba acercando a sus primeras cuatro décadas de vida, publicó la antología Los mejores cuentos (Buenos Aires, Editorial Patria). Los autores seleccionados son veinte, tal como aparecen ordenados en el libro:
Carlos Octavio Bunge, Atilio Chiáppori, Juan Carlos Dávalos, Ángel de Estrada, Delfina Bunge de Gálvez, Alberto Gerchunoff, Joaquín V. González, Pablo (sic por Paul) Groussac, Ricardo Güiraldes, Enrique Larreta, Jorge Lavalle Cobo, Martiniano Leguizamón, Leopoldo Lugones, Benito Lynch, Carlos Muzio (sic; en otras publicaciones se lee Muzzio) Sáenz Peña, Roberto J. Payró, Luisa Israel de Portela, Horacio Quiroga, Ricardo Rojas y Manuel Ugarte.

En el párrafo inicial de su “Prólogo” el antólogo explica el propósito que lo condujo a realizar tal labor:
 

“Siempre he creído que el escritor argentino, dada la escasez de trabajadores intelectuales en nuestro país, no debe limitar la útil labor del espíritu a la realización de su propia obra. Porque hay, dentro de la cultura general, una tarea muy vasta que cumplir. Y entre los varios deberes que se presentan al hombre de letras, figura el de difundir la buena literatura de su patria. Me parece que quien esta empresa acometa realizará una obra de justicia y de patriotismo. De justicia, haciendo que se conozca a los escritores de real mérito, contribuyendo a la determinación de los valores literarios; y de patriotismo, en cuanto al seleccionar con honestidad artística, con sano criterio, y con espíritu argentino, la múltiple labor de los autores de su patria, hará conocer y amar del público, siempre distraído para estas cosas, los paisajes, los caracteres, las almas de su país.

FLORILEGIO

Si damos crédito al título del florilegio, debemos creer que estamos en presencia, en efecto, de Los mejores cuentos. Y tal vez la loa sea relativamente justiciera, al menos para aquel momento de nuestra realidad literaria. Sin embargo, esos méritos no impiden que, en varias de las breves semblanzas que preceden a cada uno de los cuentos, Gálvez interponga, a la manera del réferi que a los futbolistas aplica tarjetas amarillas (pero no rojas), algunas objeciones. Veamos algunas:

* Carlos Octavio Bunge: “Dos volúmenes de narraciones publicó en vida el sociólogo de Nuestra América. Dentro de su vasta obra, no son aquellas páginas las mejores ni mucho menos”.
* Atilio Chiáppori: “Si sintiera y conociera el castellano como siente y conoce la música y el color de las palabras, serían escasísimos los estilistas hispanoamericanos que pudieran comparársele”.
* Delfina Bunge de Gálvez: “Si … figura en esta Antología, es principalmente por tratarse de un cuento distinto a todo lo que suele publicarse”.
* Joaquín V. González: “…con acento melancólico que llega a veces hasta la quejumbre, y en su estilo de frase larga y en ocasiones demasiado lento y monótono…”; “El mérito … no está en su argumento, ni menos en su desarrollo, que demuestra escaso conocimiento del métier…”.
* Ricardo Güiraldes: “Si Güiraldes estudiara y abandonara sus extravagancias de estilo, escribiría cuentos y novelas como raras veces se habrán escrito en este país”.
* Enrique Larreta: “Tal vez no posea Larreta condiciones extraordinarias de novelista…”.
* Martiniano Leguizamón: “Escribe en forma incorrecta y áspera…”.
* Leopoldo Lugones: “…el relato pierde emoción y unidad a causa de lo retorcido y artificioso del estilo”. * Roberto J. Payró: “Su defecto más visible es el de ser demasiado periodista”.
* Luisa Israel de Portela: “Sus breves relatos tienen siempre un argumento interesante, que la autora desarrolla con bastante habilidad. Es su mérito”.
* Horacio Quiroga: “Carece de ternura y de emoción; y escribe en una prosa harto incorrecta, resultado, en parte, de su afán de sintetizar y apretar sus párrafos hasta la exageración”.
* Manuel Ugarte: “Sus narraciones de asunto local carecen de verdadero carácter. Ugarte se complace en colocar sus argumentos en el campo, y no conoce suficientemente ni la vida del campo ni la psicología del paisano”.

NEPOTISMO

Según vemos, exento del pecado de nepotismo, Gálvez no se privó de amonestar con sendos coscorrones a su cuñado Carlos Octavio ni a su cónyuge Delfina.

En cambio, se han librado de recibir tarjetas punitivas Juan Carlos Dávalos, Ángel de Estrada, Alberto Gerchunoff, Paul Groussac, Jorge Lavalle Cobo, Benito Lynch, Carlos Muzio Sáenz Peña y Ricardo Rojas.

Arribé con mucha demora a aquel partido de 1919. No obstante, me parece que más de uno de estos privilegiados habrían merecido recibir alguna tarjeta, no sé si amarilla o roja. Pero, en fin, siempre estará el VAR para volver a equivocarse…