LIRICA. Con Mario Perusso, en el cierre del Festival Konex

Música francesa de alto nivel

Bizet: Suite N° 2 de ‘La Arlesiana’, Preludio del acto tercero de ‘Carmen’ y Sinfonía N° 1, en do mayor; Saint-Saëns: ‘El cisne’, de ‘El carnaval de los animales’; Massenet: Meditación, de ‘Thaïs’; Debussy: ‘Claro de luna’; Fauré: Pavana en fa sostenido menor, opus 50; Offenbach: ‘Barcarola’, de ‘Los cuentos de Hoffmann’; Berlioz: ‘Minué de los fuegos fatuos’, de ‘La condenación de Fausto’. Por: Lucrecia Jancsa, arpa, Federico Wernicke, violoncello, David Bellisomi, violín, y la Orquesta Festival Konex (direc.: Mario Perusso). El sábado 5 en la Ciudad Cultural Konex.

Presidida por uno de nuestros relevantes promotores artísticos y educativos, Luis Ovsejevich, exdirector general del Colón (“la sala de preguerra más linda del mundo”), la Fundación Konex posee una amplia Ciudad Cultural montada en 2005 por Clorindo Testa sobre la arquitectura industrial de una antigua fábrica de aceites. Emplazada en la zona del Abasto (Sarmiento entre Jean Jaurés y Anchorena), se trata de un ámbito de intensa actividad (seis salas y un gran patio con su escenario), que apunta al “desarrollo de múltiples espectáculos y contenidos artísticos con el objetivo de acercar a la comunidad una propuesta cultural diversa y de calidad, promoviendo la expresión, la inspiración, el disfrute y la creatividad”.

En ese marco, el sábado tuvo lugar la clausura de su Noveno Festival de Música Clásica con un concierto sinfónico de incuestionable jerarquía dirigido por Mario Perusso, dedicado por entero a la creación francesa.

UN BALSAMO

Digamos para empezar que en el contexto político-económico turbulento que atraviesa nuestro país, una velada de este tipo, que incluyó como común denominador diversas obras seleccionadas (y ejecutadas) dentro de líneas estéticas mansamente efusivas, plasmó un espacio de agradable, tal vez inesperada distensión para toda la concurrencia.

A lo que cabe agregar que el experimentado director manejó toda la jornada con discurso claro, preciso, impecablemente ajustado y de logrado equilibrio ya desde el primer compás. Fueron desfilando así dos delicadas versiones: la célebre Meditación, de ‘Tahïs’, de Massenet (con David Bellisomi como solista), y ‘Claire de lune’, de Debussy, composiciones ambas insertas en la mejor tradición lírico-romántica gala.

A ellas se sumaron la Pavana en fa, de Fauré, y la Barcarola, de Offenbach, traducidas con cadencias tan suaves como refinadas, y el ‘Minué de los fuegos fatuos’, de Berlioz (‘La condenación de Fausto’), página que lució esmaltadas sutilezas y fina vibración.

TAMBIEN BIZET

Actuó en la ocasión la Orquesta del Festival, integrada por correctos instrumentistas, especialmente en maderas, en la que destacaron en ‘El cisne’, de Saint-Saëns, el cellista Federico Wernicke, de expresivo deslizamiento de arco, y la arpista Lucrecia Jancsa, figura importante también en toda la primera parte de la función por su tañido transparente, de sólida, impecable en elocuencia.

De Georges Bizet se ejecutaron tres piezas. De manera inicial, un número de ‘La Arlesiana’ y otro de ‘Carmen’, expuestos con líneas de comunicativa articulación (y cierta estridencia de bronces y timbales en la primera). Ya en el final le tocó el turno a la juvenil y si se quiere bien clásica (¿schubertiana?) Sinfonía en do mayor (redescubierta y estrenada recién 1935), desplegada por el maestro Perusso con lenguaje poético y esbelto, de vigor siempre elegante. Como si en el podio hubiera estado un orfebre modelando una pequeña joya.

Calificación: Muy bueno