Nicolás Dujovne es el ministro de Hacienda y viajó a Madrid para "vender" a la Argentina como un país de oportunidades. Se fue, como dice la calle, con la valija llena de ilusiones, pero a la hora de explicar qué pasaba, su definición de la situación no fue muy feliz. Es verdad que el ministro se encontró con un empresariado español que ya no tenía el mismo optimismo que hace dos años, cuando Macri asumió el gobierno, pero antes de sortear el clima de desconfianza, Dujovne dijo: "La historia de un país no puede cambiarse. Hay mucha confianza en el gobierno de Mauricio Macri pero también muchas dudas sobre la Argentina. Y es comprensible". Lo que no es comprensible es su explicación, porque hace dos años, los mismos empresarios que usted vio en estos días ministro, le dijeron al Presidente que ahora sí confiaban en el país, que vendrían con sus inversiones. Y recuerdo que las primeras excusas fueron el fantasma de Cristina Fernández, luego el resultado de las elecciones legislativas ¿y ahora? y ahora que los números no dan, que la transformación se demora y nadie quiere arriesgar. Estos síntomas significan que no hay tanta confianza en el gobierno de Cambiemos más allá de la historia del país como usted sugiere ministro. La herencia ya es cosa del pasado porque su gobierno ya pasó la mitad del tiempo previsto y desde afuera (y también desde adentro) se esperaban algunos resultados más contundentes. Algunas crónicas de los diarios españoles reflejan los puntos de preocupación de los hombres de negocios en Madrid: Inflación, retroceso del nivel de popularidad de Macri, mala perspectiva para 2019, clima de hostilidad social y crecimiento desmedido del endeudamiento. No me va usted a decir señor ministro que estos temas pertenecen a la historia negra de nuestro país, son de hoy, del presente. Dujobne trató de explicar que "No podemos cambiar la historia. Venimos de doce años de ruptura de contratos, de mentiras. Venimos no de un no default en el año 2001 sino en el 2014. No podemos borrar el pasado y barajar y dar de nuevo, como si nada. Por más que seamos un gobierno distinto, la Argentina es una sola", pero suena a excusa. Los empresarios huelen el peligro, son astutos por eso triunfan en el hostil mundo de los negocios y poco les importa que el presidente Mariano Rajoy diga que Argentina va por el buen camino, saben que esas frases son protocolares, de buenas relaciones y nada más. No vayamos por el mundo explicando lo inexplicable, digamos que las cosas no nos están saliendo bien porque la ayuda prometida no viene, porque bajar la inflación es imposible, porque meter en caja el costo laboral representa una bomba social y que no pueden dejar de darse millones de subsidios a personas que no producen porque sería impopular. Deshaga la valija señor ministro, deje los aviones y póngase a buscar las soluciones urgentes a los problemas urgentes. Todos se los vamos a agradecer, hasta los empresarios españoles, se lo aseguro.
V. CORDERO