Siete días de política
Milei y CFK, los únicos con una estrategia electoral congruente
El presidente apuesta al dólar electoral, Cristina al estallido cambiario, mientras Mauricio Macri se equivoca al confrontar en inferioridad de condiciones. Kicillof no sabe dónde ponerse.
La baja vertical de la inflación es el principal activo electoral del gobierno. Javier Milei lo sabe y en homenaje a la coherencia puso en marcha una estrategia cambiaria/electoral para mantener el costo de vida en el 2% (o menos) hasta octubre.
Conocida la inflación del diciembre (2,7%) el gobierno anunció que reducirá las microdevaluaciones o “crawling peg” al 1% y que no bajará la tasa de interés. Quiere que los inversores se queden en pesos para disminuir la presión sobre las reservas.
No hay completa seguridad de que el dólar aguante diez meses sin moverse, pero sí de que en caso de que esta decisión de Luis Caputo funcione (y ya hay muestras de que sus decisiones suelen funcionar), la estabilidad será la clave de la victoria.
La estrategia económica-electoral del Ejecutivo no termina ahí. También presiona a gremios y empresas para que no firmen paritarias con aumentos superiores a la inflación. Hugo Moyano ya probó esa amarga medicina. No parece una medida muy liberal, sino todo lo contrario, pero las urnas tienen razones que la razón económica no comprende.
El gobierno puede plantearse esa estrategia de campaña porque descansa en “fundamentals” sólidos. Luis Caputo consiguió superávit financiero en 2024, algo que no ocurría desde hace 16 años. A esto hay que sumar la posibilidad cada vez más cercana de un crédito por US$ 14 mil millones del FMI.
A lo que se sumó el anuncio de que los precios estarán expresados en los comercios en pesos y dólares y que se podrá pagar con billetes verdes o débitos en cuenta de dólares. Una dolarización de cotillón, pero que encaja en la campaña.
A lo que hay que agregar Milei llega a la asunción del presidente Donald Trump y posteriormente a Davos en la cresta de la ola. La única que entiende su juego y mostró que lo practica en el mismo tablero es Cristina Kirchner que cuando Luis Caputo anunció que no bajaría la tasa de interés le tuiteó un clarísimo: “Arrugaron”. Aludía a la preservación del riesgoso “carry trade”. El resto de los dirigentes, mudo.
El primero de ellos, Mauricio Macri, sigue empeñado en combatir a Milei en inferioridad de condiciones. Entre otros errores, la semana última se le ocurrió emitir un comunicado acusando a al presidente de conducta autoritaria. Las dos musas que redactaron esa inolvidable pieza política fueron, según trascendió, Martín Yeza y Darío Nieto, ex intendente de Pinamar y ex secretario de Macri, respectivamente.
Que ninguno de ellos tiene pasta de Tayllerand quedó a la vista a los dos segundos con las quejas por los medios de los gobernadores de Chubut y Entre Ríos, de diputados e intendentes. La respuesta de Milei no se hizo esperar. 24 horas mas tarde el intendente de 3 de Febrero, Diego Valenzuela, anunció su pase a La Libertad Avanza.
La pobreza política de Macri en la provincia de Buenos Aires, distrito clave para el resultado de octubre, es franciscana. Sus principales punteros, Cristian Ritondo y Diego Santilli, quieren un acuerdo inmediato con Milei e intendentes de ciudades de peso electoral, como Mar del Plata, esperan directamente incorporarse al gabinete.
En esas circunstancias el temor por el éxodo en masa del PRO a los libertarios es un secreto a voces. El tiempo juega en contra Macri y las ideas que se le ocurren –y de las que es vocero su primo Jorge- tampoco ayudan. Por ejemplo, una presunta candidatura a senador nacional en CABA. Más allá de que su imagen negativa es alta, los que lo vieron como diputado nacional saben qué poca a atracción ejerce sobre él la tarea legislativa. A lo que se suma que una aventura electoral en la ciudad tiene otros dos inconvenientes: uno, le cuentan las costillas en circunstancias adversas y sin necesidad. Dos, si gana, irá un bastión kirchnerista en minoría donde CFK se asegurará que lo vapuleen en cada sesión.
En suma, la campaña del macrismo --o de lo que resta de él- no sólo suena incoherente, sino improvisada (ver “Ahorros en CABA”). Después de que Mauricio dijo que está dispuesto a llegar rápido a un acuerdo Jorge dice que LLA y el PRO “no son lo mismo” y propone una competencia “virtuosa”. Asegura que el kirchnerismo no es una amenaza, olvidándose de lo que le pasó a su primo en 2019. Se planta contra de la polarización usando una argumento que no resiste la confrontación con la experiencia electoral más reciente.
El único adversario que el jefe de Gobierno porteño parece haber elegido bien es su colega, Axel Kicillof. Con la inflación controlada uno de los principales problemas volvió a ser el de la inseguridad y el gobernador tiene un déficit monumental en esa materia. No es el único. En su puja con Cristina Kirchner también está paralizado. Si no se pone en marcha pronto le espera un destino no más auspicioso que el de los Macri.