“Me conmueve la gente con deseo de ir al teatro aun con problemas económicos”
En un año marcado por la crisis, Sebastián Blutrach analizó junto a ‘La Prensa’ la situación del teatro comercial. El presidente de Aadet y dueño de la sala Picadero admite, que aunque el sector cultural sufrió reiterados ataques, el balance de su actividad es bueno.
Después de que en 2020 el mundo quedó paralizado por la pandemia de Covid-19, el teatro parece vivir momentos de idilio con el público. Incluso en un año en el que la crisis económica y la devaluación golpearon fuerte el bolsillo de los argentinos, las salas teatrales vieron llenar sus butacas de personas ávidas por compartir buenas historias y disfrutar de sus artistas preferidos.
“En principio, fue un año muy particular porque arrancamos con una devaluación brutal que generó una crisis de consumo muy fuerte en el verano. En Mar del Plata, Carlitos (Rottemberg) salió con aquella iniciativa de los ‘precios amigables’, que ayudó un poquito salvar la temporada de verano, pero eso no sucedió ni en Buenos Aires ni en Carlos Paz, y arrancamos el año con la sensación de que íbamos a ir muy cuesta arriba. Pero la realidad es que a partir de marzo o abril se empezaron a recuperar mucho los números y terminamos un año con una caída de un 13 por ciento en cantidad de espectadores, que es inferior a la caída del consumo”, explica el productor Sebastián Blutrach, presidente de Aadet y dueño del teatro Picadero.
En general, la cultura y el entretenimiento, y principalmente el teatro, cuando baja el consumo caen por encima de esos valores. “Entonces, dadas las circunstancias de la situación económica de la Argentina, podríamos decir que fue un buen año, más teniendo en cuenta que el año pasado había habido un récord de espectadores. Todo eso hace que podamos hacer un balance relativamente bueno, a pesar de que fue un año donde hubo muchos ataques contra el sector cultural y donde estuvimos todo el tiempo con la guardia alta”.
POSPANDEMIA
-¿A qué creé que se debe que haya caído más el consumo que la actividad teatral?
-Es el espectáculo en vivo en general. Creo que hay un efecto pospandémico también de la necesidad del encuentro en vivo, ver conjuntamente con las personas que tenemos al lado y compartir ese momento único e irrepetible. La necesidad de emoción con todo lo que conlleva el espectáculo en vivo, porque se ve en la música también, que viene haciendo muy buenas cifras. Y creo que hay una transformación que se dio vertiginosamente en las artes escénicas desde la pandemia que es el traspaso del contenido digital al show en vivo. No dejan de sorprenderme los Movistar Arena que llenan Blender, Luzu o Baby Etchecopar, por nombrar diferentes perfiles. Hay una masa de público que los sigue y que paga una entrada. Cada uno con un perfil distinto, pero eso también forma parte de nuestro ecosistema de las artes escénicas.
-Le tocó volver a presidir Aadet (Asociación Argentina de Empresarios Teatrales y Musicales) en un año complicado para la cultura. ¿Cómo lo vivió en lo personal?
-Siempre me tocaron años difíciles (risas). Lo más difícil es el ataque con nombre y apellido, el ataque desde un aparato estatal, cuando se hace de manera agresiva. Uno puede discutir sectorialmente si es conveniente la ley del actor o si no. Si hay algún impuesto a una actividad o si tenés un problema con una asociación de gestión de derechos como Argentores o Sagai, nos sentamos y buscamos el bien común. Pero cuando es una agresión y viene desde el Estado no es difícil, es horrible. Y ahí uno tiene que ser ecuánime porque, por otro lado, el Presidente agrede a título personal pero después uno puede seguir conversando con las segundas líneas. Lo que se visualiza es muy feo.