Como país invitado al Festival, Japón exhibe su producción independiente
Mar del Plata ilumina el cine nipón
La realizadora Miwa Nishikawa llegó a La Feliz para acompañar la proyección de dos de sus filmes y dio detalles de su nueva película.
"No soy una directora de súper élite del cine japonés, estoy un escaloncito más abajo", dice Miwa Nishikawa, durante una entrevista realizada en Gran Hotel Provincial de Mar del Plata. La directora nipona, que llegó hasta esa ciudad como invitada especial del Festival Internacional de Cine, advierte que el título de su nueva película no es definitivo, así como tampoco lo es el guion, que ya va por la sexta versión. ‘Aquellos niños que no conozco’ es el -por ahora- título tentativo del filme de la realizadora, que tiene previsto rodar entre abril y mayo del año próximo.
“Es una historia de niños huérfanos que han perdido a sus padres en un escenario del Japón de posguerra”, cuenta sobre el argumento, intérprete mediante, siempre amena y cálida. “Es al primer medio al que se lo digo”, anuncia la cineasta.
DE EPOCA
Nishikawa, que dice admirar a la dupla de cineastas argentinos formada por Gastón Duprat y Mariano Cohn, es una de las (pocas) figuras internacionales del Festival de Mar del Plata. En esta edición, Japón es el país invitado al certamen: por eso dos de sus películas pudieron verse en esta ciudad: ‘Under the Open Sky’ y ‘Dear Doctor’. Además, participó en dos actividades especiales.
“Es la primera vez que voy a estar filmando una historia que es de época, mi primera historia que no sucede actualmente, y es la primera película que hago que transcurre en un período que no viví“, reconoció sobre su nuevo proyecto. La ambientación requiere de un presupuesto más abultado que sus otras películas. “Todos los días estoy peleando con mi productor porque me dice ‘vamos a tener que cortar esto'”, en relación a alguna escena del filme.
Nacida hace cincuenta años en Hiroshima, Miwa admite que Mar del Plata supone “una oportunidad muy valiosa” para mostrar su arte. Y entiende que la Argentina es “el otro lado del mundo”. “Tener la oportunidad de venir a este país tan lejano y que las personas de aquí vean mis películas me conmueve muchísimo”.
“Para continuar haciendo y mostrando las historias que yo quiero hacer -se sinceró- es necesario que vengan muchos espectadores y mostrarlas en el exterior, mostrar que hay interés por mis películas, si no, no puedo continuar haciéndolas. Por esta razón, estoy muy feliz de que me hayan invitado al Festival”.
‘Under the Open Sky’, estrenada en el Festival Internacional de Cine de Toronto en 2020.
OPORTUNIDAD
Las diferencias culturales y de estilo de vida que existen entre Japón y la Argentina y que, a su vez, se representan en la pantalla grande, la mantuvieron intrigada. Sintió curiosidad por ver las reacciones del público marplatense. Ella sabe que, a diferencia de su maestro Hirokazu Kore-eda -con quien empezó en el camino del cine japonés- o de su colega Takeshi Kitano, sus películas “no es comunes que se pasen en festivales latinoaméricanos”.
“En el caso de esos dos directores, sus obras han sido premiadas en el Festival de Cannes, en Venecia, en Berlín. Han recibido grandes premios, por lo cual entiendo que es más fácil para ellos traer sus filmes. En mi caso todavía no he recibido un premio tan grande. No soy una directora de súper élite del cine japonés, estoy un escaloncito más abajo; por eso me parece una gran oportunidad para que se descubra que en Japón están estas otras películas”.
Esas “otras películas” se vinculan con su particular manera de ver el mundo. Miwa es parte del cine independiente japonés, con historias sensibles que ella misma escribe, en guiones que fueron su verdadera fortaleza. “Mi impresión es que obras de directores como (Ryusuke) Hamaguchi o Kore-eda son mejor recibidas afuera que adentro de Japón. Sus películas son bastante únicas, particulares, pero dentro de Japón la realidad es que se producen muchísimas películas de cine independiente, hay una variedad inmensa, vastísima, y me gustaría que se conocieran también”, dijo.
A los 27 años debutó con ‘Wild Berries’. “Comandé a un grupo de gente que en general eran todos hombres, y mayores que yo; al principio no tenía mucha confianza, pero la piedra fundamental, el sostén fundamental que yo tenía era que esa película trataba de una historia original mía, la había escrito yo y ese aspecto servía como una suerte de refugio. Venían y me preguntaban, y yo les podía responder gracias a que estaba ese pilar. Creo que fue eso lo que me permitió seguir trabajando hasta ahora”, reconoció.
Así, marcó una diferencia porque en Japón es usual que se filmen historias basadas en cómics manga o novelas exitosas. “En mi caso son historias originales que escribí y desde ese punto de vista me gustaría que me tomen como un referente”, consideró. En la actualidad, muchos jóvenes se le acercan para consultarla por detalles de sus cintas, un hecho que no deja de sorprenderla.
“Antes pensaba que (el cine) era un mundo solo de hombres; de hecho en los puestos que están en la cima había solo hombres. Yo empecé a trabajar hace 25 años y en aquel entonces había un 80 o 90 por ciento de hombres. Los roles de las mujeres que trabajaban en la escena del cine tenían que ver con el maquillaje, con la vestimenta, con el guion, estaban encasillados. No se veía ninguna directora o asistente mujer. El de director era un rol de liderazgo, se le pedía que fuera duro, poderoso y había cierta cuestión de masculinidad. Llegué a pensar que si no reunía esas condiciones sería difícil”.