Malvinas, la guerra distante
Demasiado lejos
Por Eduardo Sacheri
Alfaguara. 432 páginas
Eduardo Sacheri es un narrador partidario de las historias menores, las que protagonizan personajes comunes, las gentes “de a pie”, como suelen decir en España. Con ese realismo de lo pequeño construyó una celebrada carrera literaria que en los últimos títulos se animó a tratar, siempre con el mismo método, algunos de los temas más incómodos para la literatura de nuestro país.
Por ejemplo, la violencia guerrillera y sus víctimas de los años ’70, en Nosotros dos en la tormenta, y ahora la guerra de Malvinas en su novela más reciente, Demasiado lejos. La mención conjunta no es gratuita ya que los dos libros tienen mucho en común, aunque el resultado no haya sido idéntico.
Demasiado lejos cuenta el conflicto del Atlántico sur tal como lo vivió en el continente un elenco de personajes porteños y bonaerenses. Una experiencia distante, confundida por la falta de información y la propaganda bélica, y condenada a verse cautiva entre el patriotismo genuino y el manipulado. El libro la resume en la tres partes que lo componen: euforia, incertidumbre y decepción.
La novela va intercalando las historias de esas personas corrientes ante el telón de fondo de la guerra lejana. Hay un mozo y un cocinero que trabajan en la Casa Rosa; un grupo de parroquianos de un bar cercano a la Plaza de Mayo; una funcionaria diplomática de tercera categoría; un marino que ve en la crisis una oportunidad para ascender; los familiares de Carlitos, Antonio y el Conejo, tres soldados clase 1962 convocados de nuevo a filas y enviados a las islas.
Sacheri (Buenos Aires, 1967) narra en tiempo presente y a partir de escenas que pintan a los personajes y sirven para definirlos y recapitular sus vidas. Apela al estilo indirecto libre para, además de relatar hechos y diálogos, reflejar a cada paso sus pensamientos y sentimientos sin caer en monólogos interiores o soliloquios.
El problema (inevitable) de este libro en relación con la novela anterior del autor es la falta de acción. Sacheri apela a todo su repertorio narrativo para sortear la dificultad que está en el núcleo de una trama hecha de ecos y reflejos. Porque lo que de verdad importa en Demasiado lejos no se puede contar, es una ausencia, un “fuera de campo”.
Queda entonces la guerra vicaria, imaginada, la de los comunicados del Estado Mayor Conjunto, las consignas triunfalistas de la prensa y las suposiciones más o menos próximas a la verdad. Es la parábola conocida que empezó en el “vamos ganando” y terminó con protestas en las calles pidiendo la cabeza de los supuestos “cobardes” que se rindieron el 14 de junio.
Ya en la dedicatoria del libro, que destina “a quienes intentan no dejarse encandilar”, Sacheri inclina la cancha en la que se desarrollará el argumento. Será una disputa, sorda al principio y cada vez más directa hacia el final, que enfrentará a la mayoría relativa de “nacionalistas” o “patrioteros” más o menos crédulos con un puñado de escépticos y desconfiados, entre los que se cuentan, a modo de guiño retrospectivo a la corrección política, una pareja de homosexuales temerosa de exhibir su relación.
Tal es la intriga que encierran sus páginas. El desenlace, que se demora en llegar y pierde vigor, deja algunos cabos sueltos. Las respuestas acaso aparezcan en una segunda novela, prevista para noviembre próximo, que retomará la historia pero esta vez con la perspectiva de aquellos tres soldados enviados de apuro a combatir a las islas.