El análisis del día

Macri y Milei: la verdad de la milanesa

Javier Milei se dispone a vetar (“veto total”, han advertido sus laderos) la ley que terminó de sancionar el Senado una semana atrás. Antes de hacerlo (y abriendo un paraguas para poder hacerlo sin arriesgarse al retruco del Congreso), el Presidente se embarcó en una tortuosa y sibilina negociación con Mauricio Macri.

CUIDADO CON LOS DOS TERCIOS
Macri ya había hecho una exhibición de su capacidad de daño al instruir a sus diputados para que votaran el rechazo al DNU que otorgaba 100.000 millones de pesos en fondos reservados a la SIDE, teledirigida por Santiago Caputo, uno de los catetos de lo que Milei llama su “triángulo de hierro” (en el que él mismo es el cateto mayor y su hermana Karina la hipotenusa). Cuando, después de esa performance, el Presidente y el ex cenaron milanesas juntos, Macri se encargó de advertir al Presidente que tuviera cuidado, porque había chocado en el Congreso con mayorías de dos tercios (“lo que se necesitaría para iniciarte juicio político”).
Después de esa comida y de que los senadores del PRO se sumaran a los dos tercios que congregó la mayoría de la oposición (la más amigable y la más adversa) para dar media sanción a una nueva fórmula jubilatoria, Milei y Macri compartieron otro condumio. Macri ya había insistido en la conveniencia de que Milei incorpore cuadros del PRO (para “mejorar la gestión”) y había cuestionado ácidamente a Santiago Caputo. Insistió en ambos puntos. También abogó para que el Gobierno cumpla con los pagos a la Ciudad de Buenos Aires que la Justicia ha dictaminado y Economía demora en gatillar.

CURIOSIDADES INQUIETANTES
Poco antes y poco después de ese encuentro y del voto de los senadores del PRO a favor de la mejora de las jubilaciones, abogados de la SIDE recorrieron juzgados en los que tramitan expedientes que inquietan a Macri (caso Correo, casos de acciones de inteligencia sobre opositores y aliados, etc.). Milei debe haber estado muy convincente durante esa comida sin testigos, porque declaró a los medios con energía una catilinaria contra “la mayoría de los senadores” que aprobaron el nuevo proyecto jubilatorio (sus propios senadores caían en la volteada) y aseguró que “por el bienestar de nuestros jubilados y los nietos de los jubilados, apoyo el veto del presidente Milei". Desconcierto en el PRO, despecho entre sus senadores: “No hicimos nada que no hubiera sido conversado previamente”, alegó Luis Juez, que no es del PRO pero funciona como presidente invitado de la bancada.
A su manera, Milei empezó a pagar el favor. Sostuvo a Caputo frente a la crítica de Macri (y a otras censuras convergentes, tanto de sectores de la prensa como de figuras del oficialismo) y lo elevó a las alturas (“juega a la mancha con aviones”) para concluir que a Caputo (y a su hermana Karina) “no hay chances de que se los cuestione”, aunque mostró, por primera vez, una línea de condicionamiento…”mientras sigan mostrando un desempeño extraordinario como el que tiene cada uno de ellos”. También, aseguran, hizo echar de la SIDE a los abogados que curiosearon aquellos expedientes que inquietan al jefe del PRO.
Además, tal vez convencido por Macri de que debe involucrarse más personalmente en los asuntos de la política, Milei convocaba ayer a una reunión conjunta de las conducciones legislativas del PRO y de La Libertad Avanza (más el bloque que conduce Oscar Zago, una suerte de libertario en el exilio).
Esto implicaría un primer paso en la dirección que pedía Macri de convivir de modo de que el oficialismo pueda aprovechar la experiencia y la mayor disciplina del PRO para ordenarse internamente. Entre los padecimientos sufridos por el Gobierno en el Congreso un factor agravante han sido las luchas intestinas de sus grupos legislativas que, pese a que han sido purgados dos de sus miembros –una diputada, un senador-, todavía no han conseguido curar sus entripados. Si esta iniciativa evoluciona, podría constituirse un interbloque y crecería el papel de Cristián Ritondo, que seguramente se convertiría en presidente de ese interbloque. Se incrementaría la competencia por la presidencia de la Cámara Baja, un cargo que Ritondo ambiciona (y Macri respalda) y del que podría desplazar a Martín Menem el año próximo.

CORRECCIONES
Los pasos en esa dirección seguramente necesitan de un aval ostensible de Milei, porque implican un cambio de dirección de varios grados en relación con la línea que venía desarrollando el oficialismo a través de la acción complementaria de Caputo y Karina Milei, más centrados en el crecimiento de una fuerza propia, particularmente autónoma en relación al PRO y más bien interesada en pescar en las aguas del peronismo decepcionado del kirchnerismo o inmune a él.
Una alianza legislativa (en principio en Diputados; en Senadores hay que escuchar las voces de los gobernadores) es, probablemente, un paso para que el oficialismo camine con más firmeza en el Congreso, pero probablemente un paso insuficiente para que el Gobierno consiga la confianza interna y externa capaz de otorgar sustentatibilidad y previsibilidad a las reformas que se necesitan para ir más allá de un programa antiinflacionario.
El empuje del hiperpresidencialismo que Milei ha decidido encarnar ha sido capaz de impulsar reformas, pero es insuficiente para consolidar los cambios que el país necesita en materia de desarrollo productivo, integración social y territorial, avance cultural y tecnológico.
En sus relaciones con el Congreso el Gobierno no ha conseguido superar plenamente las turbulentas semanas que sellaron el descuartizamiento de la primera Ley de Bases (que cuando se presentó fue bautizada “ley ómnibus” por su extensión y su combinación de temas importantes, minucias y bagatelas). Aquellos sinsabores se aliviaron en junio, cuando una versión Lerú de ese texto, resumido y modificado después de trabajosas negociaciones con legisladores y gobernadores, fue sancionado como ley.
El Gobierno aplicó entonces la lógica del diálogo, la negociación y el consenso y obtuvo buenos resultados. Después de eso pareció olvidar el método, lo que en la última quincena ha determinado el triple revés de ver rechazado un DNU, ver la pérdida de la presidencia de la comisión que controla a los servicios de inteligencia a manos de una alianza entre uno de los rivales favoritos de Milei y el kirchnerismio y la media sanción senatorial de la nueva fórmula de movilidad de los haberes jubilatorios, que Milei considera un golpe contra su programa fiscal.
El Presidente volvió a increpar airadamente a los legisladores de ambas cámaras que la motorizaron y se comprometió al veto que se prepara a instrumentar, una medida cargada de amenazas. Los legisladores “vetados”, no sólo pueden insistir en su sanción anterior (lo que el gobierno procura neutralizar apresurando su convivencia legislativa con el PRO) sino que tienen varias ocasiones para tomar revancha. Una muy importante es el debate de la Ley de Presupuesto, que debe tramitarse en septiembre.

CATETO E HIPOTENUSA
Parece sin embargo que el “triángulo de hierro” estuviera tentado por sacarle réditos a la fragmentación opositora y a las unidades que gestionan sus adversarios políticos, “la casta”, que hasta han llegado a involucrar a quienes fueron protagonistas de la brecha de la última década, el macrismo y el kirchnerismo.
En rigor, la búsqueda de consensos más amplios parece un camino para no afrontar batallas campales ante cada iniciativa de importancia.
No escasean propuestas. Para citar una: Diego Guelar, distinguido político y diplomático que colaboró con los gobiernos de Carlos Menem y de Mauricio Macri y contempla la realidad con más amplitud que éste, sugirió en un artículo reciente “constituir una mayoría estable, parlamentaria y federal, que, bajo el paraguas de un gobierno de coalición, consensuara un programa de medidas que se proyecten por los próximos dos años”.
Parlamentaria y federal: sugiere actores del Congreso (no sólo el oficialismo y el macrismo) y de las provincias (en principio, sus gobernadores). Guelar no piensa sólo en salir del paso ante un desafío legislativo presente, sino en desplegar un horizonte previsible para los argentinos y para el mundo.
Probablemente estas incipientes aproximaciones que se cocinan con Macri responden a una primera corrección ante la debilidad de la estructura que respalda al poder libertario, un factor de riesgo político que suele reflejarse en los mercados o viralizarse en rumores: basta algún episodio que destaque diferencias de criterio entre el Presidente y la vice, Victoria Villarruel (y a decir verdad, no han escaseado) para que empiecen a barajarse delirantes conjeturas sucesorias. Disparatadas, ciertamente, pero perturbadoras para mercados medrosos.