El Museo Histórico Nacional organizó una visita guiada que rastreó la historia a través de objetos exhibido en la institución

Los secretos ocultos de la yerba mate

La historia de una de las grandes tradiciones argentinas está entrelazada con los guaraníes, los jesuitas, los inmigrantes que llegaron a Misiones y hasta el paisajista Carlos Thays.

El mate, con su auténtico ritual eterno, es esencial para disfrutar de momentos agradables en soledad o para compartir en reuniones familiares o con amigos.

Pero detrás de su ingesta social, el mate une saberes ancestrales, estrategias geopolíticas y personas a lo largo de su historia milenaria.

Para conocer el impacto que ha tenido esta bebida en la historia argentina es que el Museo Histórico Nacional organizó una guía que invita a disfrutar de una tarde conociendo la historia de una de las infusiones más populares de nuestra región. Así, durante una hora el recorrido permite descubrir algunos objetos exhibidos en la institución que revelan secretos del vínculo de esta bebida con hitos y próceres argentinos.

“El mate es algo mucho más antiguo y preexistente a esas naciones que heredamos de los pueblos tupi-guaraní. La historia argentina comienza a partir de la guerra de la independencia y, por lo general, todo lo que venía antes de eso quedaba un poco relegado”, explicó a La Prensa el antropólogo Nicolás de Brea Dulcich que estuvo a cargo de la visita.

En el principio, los custodios y usuarios de las yerba mate fueron los tupi-guaraníes, pueblos indígenas asentados en Brasil, Paraguay y sudeste de Argentina. Para estas tribus, el árbol de la yerba mate era, más que nada, un regalo de los dioses.

“Podemos ver la presencia indígena en infinidad de cosas que hacemos todos los días. Una de ellas es la yerba mate. Y esto es interesante, porque incluso el mismo vocabulario que usamos nos habla de la herencia milenaria. Pero es complicado conocer más sobre estas poblaciones porque no hacían infraestructura, no construían ciudades, no había caminos ni tampoco tenían escrituras. Todo se transmitía por vía oral y, en algún punto como cuando jugamos al teléfono descompuesto, algo se tergiversa o se pierde en el camino. Aun así, nos quedó su conocimiento respecto de la flora y de la fauna nativa”, explicó el antropólogo que ha desarrollado varios videos con el área de educación del museo y que hoy pueden ser vistos en el canal de YouTube de la antigua institución.

Aunque la Argentina recibió mayor influencia del pueblo guaraní, asentado en territorios más al sur que su tribu hermana los Tupi, la ingesta de la yerba mate tuvo una gran presencia en toda la región. “Con el arribo y la conquista de los europeos y, específicamente, de los misioneros jesuitas es que quedan escritos sobre el consumo de la yerba mate. Al principio los sacerdotes lo veían como algo problemático que los incitaba, que estaban como drogados todo el tiempo y también por sus efectos diuréticos. Consideraban que era una droga diabólica que estaba en América, porque el diablo dominaba esa región antes de que llegara la palabra de Dios, con lo cual la van a prohibir”, recordó el guía.

En tanto, Hernandarias, uno de los primeros gobernadores de Paraguay y del Río de la Plata, llegó a prohibir su explotación entre 1592 y 1593. El militar criollo europeo aludía a que el hábito de tomar mate era perjudicial porque el proceso de cebarlo requería mucho tiempo y, como resultado, la gente trabajaba menos. De esta manera, el consumo se convirtió en una conducta desfavorable.

AUGE Y OCASO

Sin embargo, los jesuitas crearon una forma organizacional nueva, que los diferenció de portugueses y el resto de los españoles, al convivir con los guaraníes, evitando que los esclavicen, valorizándolos y educándolos en forma sincrética, aunque con impronta cristiana y europea.

De esta forma los guaraníes junto con los jesuitas van a terminar “fundando las misiones, que es una tarea evangelizadora, pero que va a tener una gran dificultad: resolver esa movilidad y transformar en sedentarios a ese pueblo. El cambio se dio de la mano de la yerba mate”.

La bebida, a la que encontraron energizante y estimulante, pasó a ser convertida en moneda de intercambio con las otras misiones ya que era casi el único producto que podían cultivar y exportar. Cabe recordar que esa zona no era tan apta para la ganadería o agricultura como las misiones en Córdoba. Así, enviaban yerba a todas las regiones de Argentina, Uruguay y hasta Chile y el Alto Perú donde pronto fue creciendo el consumo popular.

A fines de 1767, los jesuitas fueron expulsados de todos sus dominios por el rey Carlos III de España. Esta salida del continente dejó a los guaraníes sin protección, expuestos a los criollos. La dispersión provocó el abandono de las plantaciones y la pérdida de la tradición del cultivo. Sin embargo, el hábito de tomar mate ya estaba arraigado en la sociedad virreinal y se ofrecía como un gesto de hospitalidad, a pesar de las dificultades para conseguirla elaborada.

INDUSTRIA

Simultáneamente a convertirse en una moneda de intercambio, la yerba mate también proveyó de sustento en las minas. En un rincón del Museo se encuentra la Tarja de Potosí, una obra de arte de plata y oro que es única en su estilo y que fue obsequiada por las damas potosinas al General Belgrano en 1813 en agradecimiento por sus victorias frente a los realistas.

Aunque la obra no está directamente ligada a la yerba mate, sí lo está la explotación minera de la región. “Detrás de este objeto maravilloso, no solo tenemos el trabajo de artistas, artesanos, gremios de oficio, aprendices, sino que también mineros. En Potosí, que está por encima de los 4000 metros sobre el nivel del mar, en la época colonial se trabajaba sin ningún tipo de electricidad, ni tecnología que ayude a la explotación. Era el epicentro de la fuente de plata y oro para los españoles”, recordó el especialista.

Estos indígenas se valían de la yerba mate para explotar este mineral y poder sobrellevar esa situación tan dramática. “Un súbdito británico, que recorría estas tierras hizo informes escritos para la Corona, decía que “es muy importante la yerba del Paraguay, cosa de tan enorme consecuencia al Perú y al Chile. Sin ella encontrarían imposible sacar de las minas el mineral de plata, pues los negros e indios que se ocupan de ellas, casi a toda hora, se sienten sofocados con los gases minerales que se encuentran en estas enormes cavernas subterráneas. Solo pueden volverlos en sí una bebida consistente en una infusión de esta hierba en agua caliente, endulzada con azúcar, ingerida en cantidad, lo que le devuelve su vigor”, citó el guía.

Aun con todo el cuidado que tomen “sus vidas se acortan mucho. En una palabra, sin estas hierbas, las minas servían de poco o ningún provecho y la región casi se despoblaría. Es el té que se toma por absoluta necesidad y no como placer, sino para conservar la vida. Así que podemos decir que el capitalismo le debe su existencia a la Yerba Mate”.

GLOBALIZACIÓN

Según el antropólogo, no es una exageración decir que del Potosí surgió la globalización. “Si hoy vamos al Banco Central Chino, al Banco Central de la India o cualquier otro podemos encontrar monedas de plata acuñadas en Potosí con la estampa grabada del rey español. Se dice que es el comienzo de la globalización tal y como la conocemos hoy en día. Por eso Belgrano y la Revolución va a tratar de hacerse con ese recurso para sacárselo a los ejércitos del rey y para destinarlos a su misión libertadora”, explicó de Brea Dulcich.

Así, para el siglo XIX el consumo de la Yerba Mate estaba totalmente expandido en el Virreinato de la Plata. Fuera para tomar o masticar, el efecto vigorizante ya era conocido en el territorio donde luego se conformaría la Argentina.

En el recorrido se hace un alto para admirar una pintura de José Gerompini que retrataba a algunas damas patricias como Mariquita Sánchez y las hermanas María Eugenia y Remedios de Escalada. En un extremo de la pintura se puede visualizar como de una cortina asoma tímidamente una sirviente con un mate en la mano. “Esto es interesante porque no solo va a tener una difusión enorme a nivel geográfico, casi continental, sino que va a permear prácticamente todas las clases sociales. El mate era la bebida que más abundaba porque el café y el chocolate eran caros. Pero existía el problema que sólo se recogía del monte y que hasta ese momento no se cultivaba”, resaltó el guía que posteriormente preguntó al público “¿Cómo tomaba el mate San Martín?”.

No faltó varios de los presentes que dijeran “amargo” siguiendo la imagen férrea y valiente que sobrevuela la personalidad del General. Pero la percepción es falsa.

La historia cuenta que cuando llegó San Martín a Buenos Aires, luego de varios años de vivir en Europa, tuvo un dilema con la yerba mate ya que su predilección era otro brebaje: el café.

Algunos historiadores sostienen que el juego de mate del libertador, hoy expuesto en el Museo Histórico Nacional, era utilizado para tomar café, pero que lo hacía para aparentar que bebía mate.

“Empezó a tomar cafecito en El Plumerillo, Mendoza. El problema que afrontaba San Martín era que mucha gente tenía suspicacias de él por su tonada gallega y eso lo hacía más que abonar esa imagen de extranjero raro que venía a dirigirlos”, explicó el historiador mientras mostraba la vitrina donde se encontraba el equipo matero del prócer argentino.

Para contrarrestar esta percepción y desconfianza, el general “agarró un matecito, una bombilla y un yesquero, que es un chispero. También tenía un objeto para juntar el agua y ponerlo directamente al fuego. Y con bombilla y un mate, en lugar de tomar la yerba, tomaba café”.

Durante la planeación del cruce de los Andes, San Martín tuvo que organizar la comida para los 24 días en que duraría la difícil travesía debido a las condiciones climáticas, la altitud y la geografía montañosa.

El libertador sabía la importancia que tenía este brebaje guaraní ya que lo incluyó para cruzar la Cordillera de los Andes. “Existe el listado de provisiones que cada soldado debía llevar para alimentarse. Contaban con 14 kilos de charqui de carne salada, pero también cargaban yerba mate”, explicó el antropólogo mientras mostraba una pared donde se encontraban detallados todos los víveres que llevaba cada una de las 5.200 personas que participaron en la travesía.

REDESCUBRIENDO SECRETOS

“Para mediados del siglo XIX el Río de la Plata, Montevideo y Buenos Aires importaban de Paraguay, que tenía el monopolio de la comercialización, una tonelada de yerba mate por año. Hay algunos economistas sostienen que la economía yerbatera era más grande que la economía de los cueros vacunos”, sostuvo el historiador.

Por aquella época “Aimé Bonpland fue contratado por el gobierno de Rivadavia para llevar a cabo las primeras investigaciones científicas sobre la flora y fauna autóctona local dándole un principal énfasis a las características de la yerba mate”.

Con la ayuda de los nativos, el naturalista francés redescubrió el secreto de la germinación que se había perdido con la expulsión de los jesuitas. Ante esta situación, José Gaspar Rodríguez de Francia, dictador perpetuo de la República del Paraguay, ordenó quemar los pueblos jesuíticos en la costa del Paraná y detener a Bonpland, quien fue internado en Santa María de la Fe durante diez años.

Sin embargo, durante la segunda mitad del siglo XIX, en un contexto donde los yerbales y riquezas forestales de Misiones despertaban las apetencias argentinas, brasileñas y paraguayas por igual, la Guerra de la Triple Alianza de 1865-1870 permitió que Argentina se anexara parte del territorio paraguayo y que, con él, se apoderara de prácticamente la totalidad de Misiones, con lo cual Paraguay perdió el control sobre el mercado y el recurso yerbatero.

Los cuadros de Cándido López, que combatió en la Guerra de la Triple Alianza y en la que perdió una mano, retratan numerosas escenas de ese conflicto, como batallas, pero también marchas del ejército y la vida en los campamentos.

“Sus pinturas son casi una fuente de la época. Se puede ver a los soldados heridos siendo asistidos, durmiendo una siesta, comiendo un asado, participando en una misa y también tomando mate”, señaló el guía.

INMIGRACIÓN

Para 1875 ya se había reactivado el auge yerbatero en la Argentina. A fines del siglo XIX, el naturalista y paisajista Carlos Thays recibió del Paraguay semillas y algunos gajos que no prosperaron, pero, desde el Jardín Botánico de Buenos Aires emprendió la tarea de investigar el método de germinación, con resultado exitoso.

“Con la llegada de inmigrantes a Misiones a fines del siglo XIX, se inició un nuevo impulso en la producción. Estos inmigrantes apostaron por la yerba mate, aprendieron el idioma, se adaptaron al clima selvático y adoptaron las costumbres locales. Además, contribuyeron a consolidar el cultivo de manera intensiva, promoviendo una economía productiva en lugar de extractiva”, señaló el facultativo.

La visita al museo concluye con la exhibición de algunos mates históricos. Un ejemplar precolombino de calabacita, la bombilla de Belgrano, un mate que perteneció a Perón y algunos modelos cincelados de la elite porteña son la antesala al encuentro final en el patio de los cañones donde todos los presentes sacan sus termos y mates para degustar esta antigua tradición en un rato de compañía.