Javier Milei y Cristina Kirchner arrancaron de manera casi simultánea la campaña electoral de 2025 con jugadas para despejar sus respectivos espacios políticos. La expresidenta anonadó cualquier amago de oposición interna dejando fuera de combate a Ricardo Quintela sin siquiera competir.
Por su parte, el Presidente fulminó cualquier alzamiento de la tropa propia expulsando del poder públicamente a Victoria Villarruel. ¿Qué libertario o qué miembro del círculo rojo se le acercará después de que el “pobre jamoncito” la declaró miembro de la execrada “casta”? ¿Qué candidatos podrá poner en las listas del oficialismo?
En suma, Milei y CFK despejan el escenario para protagonizar una pelea que hoy pinta despareja por varias razones. La primera, los límites inevitables de cualquier campaña que encare la expresidenta.
El ejemplo más reciente fue su desafío al Gobierno para que desregule el mercado de los medicamentos. La respuesta del oficialismo no se rebajó a los argumentos. Simplemente le recordó que en sus largos años en el poder no hizo nada respecto de lo que se le ocurre ahora reclamar.
Conclusión: cualquier crítica verosímil al plan con el que Milei-Caputo intentan salir del pozo en que Alberto Fernández y CFK dejaron la economía no puede provenir de los mismos que cavaron el pozo. Si proviene de ese sector suena inevitablemente cínico.
Otro ejemplo de inviabilidad de la oposición K es la aparición en los medios de Martín Guzmán con críticas sobre el costo social del ajuste y los supuestos negocios financieros de los “amigos” del Gobierno. Este vocero del papa Bergoglio cae en la paradoja de cuestionar el préstamo del FMI que le permitió a Mauricio Macri salir del gobierno sin helicóptero y a él entrar al Palacio de Hacienda sin una macroeconomía en llamas. Su desempeño como ministro tampoco fue brillante como lo demuestra el hecho de haber sido reemplazado por la señora Batakis a la que sí devoraron rápidamente las llamas.
El peronismo “realista” habló, en cambio, días atrás por boca de Gabriel Rubinstein, segundo de Sergio Massa el año pasado en el Ministerio de Economía. El exfuncionario sostuvo que hacer un ajuste fiscal en el primer mes de gobierno de cinco puntos del PBI fue “algo muy importante”; y agregó: “Todos los candidatos más o menos decían que había que ir por ahí, punto más o punto menos, incluso con otra composición en el ajuste... nada, había que bajar el déficit fiscal y Milei hizo el ajuste de una … Ha sido gratamente llamativa su movida”.
Rubinstein recordó además que el respaldo político que Milei da al ajuste hace viable el plan de Luis Caputo y recordó que Roberto Lavagna quiso terminar con el “capitalismo de amigos”, pero fue echado por Néstor Kirchner. En resumen, la campaña de Milei para el año próximo es tan simple que se la hace el propio peronismo. Cristina Kirchner es su adversaria ideal por lo que, si logra ser mantenida, la estabilidad macro se encargará del resto.
Por su parte, el Presidente fulminó cualquier alzamiento de la tropa propia expulsando del poder públicamente a Victoria Villarruel. ¿Qué libertario o qué miembro del círculo rojo se le acercará después de que el “pobre jamoncito” la declaró miembro de la execrada “casta”? ¿Qué candidatos podrá poner en las listas del oficialismo?
En suma, Milei y CFK despejan el escenario para protagonizar una pelea que hoy pinta despareja por varias razones. La primera, los límites inevitables de cualquier campaña que encare la expresidenta.
El ejemplo más reciente fue su desafío al Gobierno para que desregule el mercado de los medicamentos. La respuesta del oficialismo no se rebajó a los argumentos. Simplemente le recordó que en sus largos años en el poder no hizo nada respecto de lo que se le ocurre ahora reclamar.
Conclusión: cualquier crítica verosímil al plan con el que Milei-Caputo intentan salir del pozo en que Alberto Fernández y CFK dejaron la economía no puede provenir de los mismos que cavaron el pozo. Si proviene de ese sector suena inevitablemente cínico.
Otro ejemplo de inviabilidad de la oposición K es la aparición en los medios de Martín Guzmán con críticas sobre el costo social del ajuste y los supuestos negocios financieros de los “amigos” del Gobierno. Este vocero del papa Bergoglio cae en la paradoja de cuestionar el préstamo del FMI que le permitió a Mauricio Macri salir del gobierno sin helicóptero y a él entrar al Palacio de Hacienda sin una macroeconomía en llamas. Su desempeño como ministro tampoco fue brillante como lo demuestra el hecho de haber sido reemplazado por la señora Batakis a la que sí devoraron rápidamente las llamas.
El peronismo “realista” habló, en cambio, días atrás por boca de Gabriel Rubinstein, segundo de Sergio Massa el año pasado en el Ministerio de Economía. El exfuncionario sostuvo que hacer un ajuste fiscal en el primer mes de gobierno de cinco puntos del PBI fue “algo muy importante”; y agregó: “Todos los candidatos más o menos decían que había que ir por ahí, punto más o punto menos, incluso con otra composición en el ajuste... nada, había que bajar el déficit fiscal y Milei hizo el ajuste de una … Ha sido gratamente llamativa su movida”.
Rubinstein recordó además que el respaldo político que Milei da al ajuste hace viable el plan de Luis Caputo y recordó que Roberto Lavagna quiso terminar con el “capitalismo de amigos”, pero fue echado por Néstor Kirchner. En resumen, la campaña de Milei para el año próximo es tan simple que se la hace el propio peronismo. Cristina Kirchner es su adversaria ideal por lo que, si logra ser mantenida, la estabilidad macro se encargará del resto.