Hay mayor conciencia sobre el reciclado pero el consumo todavía es un problema
Los desafíos ambientales pendientes
Carolina Vera es vicepresidenta de la Base Científica del Panel Intergubernamental del Cambio Climático. En diálogo con La Prensa alertó sobre problemas tales como el efecto invernadero y la deforestación, tanto en nuestro país como en el resto del mundo.
"La Argentina está en el puesto 20 de países emisores de gases de efecto invernadero de los 195 países que forman parte del IPCC. Estamos bastante arriba y si uno divide el total de emisiones por la cantidad de habitantes subimos varios escalones más. El tema es cómo encarar la acción del cambio climático en el abanico de los demás grandes problemas que tiene cada país. En nuestro caso, se observan los temas de la inestabilidad económica, la desigualdad social e impactos ambientales de otro tipo. Hay mayor conciencia sobre el reciclado pero el consumo todavía es un problema", dijo a La Prensa Carolina Vera, vicepresidenta de la Base Científica del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).
Doctora de la UBA con orientación en ciencias de la atmósfera, a su extenso currículum se le ha agregado una reciente distinción más: el Premio Cleveland Abbe, que otorga la American Meteorological Society (AMS) de los Estados Unidos. Es la primera vez que quien lo recibe es de nacionalidad distinta de la norteamericana, australiana o europea.
Como la misma investigadora señala en las extensas notas que ha dado a los medios, su interés por la naturaleza y la meteorología despertó durante su juventud en San Nicolás de los Arroyos, zona expuesta a poderosas tormentas. "Hace 30 años comencé en la temática climática pero recién hace 20 empecé a intentar entender aspectos de la variabilidad climática. Fueron estudios que pudieron no tener una aplicación entonces pero hoy la tienen. En ese momento cuando hablábamos de cómo cambia el clima en semanas, a qué se debe o por qué una ola de calor puede durar 18 días el problema era físico. Hoy lo entendemos tanto que nos podemos animar a pronosticar", enfatizó la profesora del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Facultad e investigadora en el instituto CIMA, UBA-Conicet.
Consultada sobre si ha notado un aumento del interés por la ciencia en la escuela, la investigadora resaltó que: "Veo que hemos avanzado mucho porque se habla más de la ciencia. Hay programas de divulgación, los docentes se interesan más y, sobre todo, el tema ambiental, en un sentido amplio, explotó entre los estudiantes provocando que se avanzara mucho. Pero creo, como una percepción personal, que todavía no lo ven como una opción de trabajo. Hay muchos estudiantes del secundario apasionados con la ciencia pero al momento de elegir una carrera todavía siguen eligiendo las tradicionales".
Luego agregó que "Creo que hay que hacer mucho más para despertar vocaciones de científicos para que vengan a trabajar. Todavía ese sector es chico comparado al que debería tener en relación al número de habitantes que la Argentina tiene hoy".
TEMIBLE DEFORESTACION
En el tiempo que duró la entrevista, el tema de la deforestación fue su mayor preocupación por el impacto ambiental que se ha notado en la región. "El quemar espacios verdes para deforestar es una práctica agrícola ganadera habitual desde la década de 1970 en muchas partes del mundo y buena parte en Sudamérica. Lo que pasa es que este año por el relajamiento de las acciones de control el impacto fue desmedido en Brasil", resaltó Vera.
Sobre las consecuencias inmediatas producto de estas prácticas, la investigadora fue categórica al resaltar que: "dejas de tener selva tropical y perdés toda la biodiversidad que tenés ahí. Además, tiene impacto en el clima local porque aumenta la temperatura, contribuye a que llueva menos pero, además, estas perdiendo un lugar de captura de dióxido de carbono, que es el gas de efecto invernadero que más provoca el calentamiento global. Hay que frenar la deforestación principalmente de los bosques porque un suelo con esas características, que sea usado para agricultura o ganadería, es más proclive a que sea degradado. Si eso pasa produce menos, genera más gases de efecto invernadero y termina siendo todo un círculo totalmente negativo".
La Argentina ha sido un país de extensa actividad agrícola pero, en los últimos años, se expandió a la región del Gran Chaco, que integran las provincias de Chaco, Santiago del Estero, Formosa, norte de Santa Fe, Córdoba y San Luis, oeste de Salta, Tucumán, La Rioja y Catamarca, y el oeste de Corrientes. Desde hace más de un siglo esta región enfrenta la pérdida sostenida de su patrimonio natural y cultural a causa del uso no planificado de los recursos.
"En el Gran Chaco, la deforestación siempre se dio por el quebracho. Pero ahora con el aumento de las lluvias producidas por el cambio climático en el área hubo una expansión de la frontera agrícola hacia el oeste de Santa Fe produciendo deforestación en Córdoba y Santiago del Estero. Es un área en que antes no llovía y que cuando esto cambió se produjo una deforestación para la utilización intensiva de monocultivo sojero. Y es una zona frágil porque ha aumentado la temperatura y está en el borde, es decir, puede haber un año que llueva y otros no", se lamentó la especialista argentina en cambio climático.
Así, la agriculturización intensiva "está generando una degradación de suelos muy importante y esta significa que el país pierde ese recurso porque necesita invertir más para que tenga el mismo rendimiento. Ahí es donde está el circulo negativo del cambio climático, la degradación de suelos y la producción agrícola insostenible que hay que romper y todavía no se logró".
"Tenemos un conocimiento, una capacidad humana para poder dar valor agregado a nuestros productos agrícolas que nos permitan tener una agriculturalización intensiva de pequeñas áreas agregando valor y no vendiendo el grano solo como materia prima. Por ejemplo, haciendo aceite, diversificando la economía y creando otras áreas, eso evitaría el impacto tan grande que le estamos generando a nuestros ecosistemas. Pero pasa que hemos sido beneficiados porque tenemos fenómenos menos extremos que otros países. Cuesta salir de ese modelo de país. No hay duda que tenemos que cambiar", explicó Carolina Vera.
TERCERA PATA
El rol de la ciudadanía para revertir el cambio climático es clave para acelerar el impacto que el cambio climático tiene sobre el planeta. Pese a no contar con educación científica o autoridad suficiente para firmar acuerdos, en su conjunto puede generar un cambio de hábitos de consumo de gran peso ambiental.
"La ciudadanía tienen que exigir a los gobernantes, y en los momentos de elecciones, que el tema ambiental esté más presente en la agenda. La otra medida que se podría adoptar es revisar los hábitos de consumo y para eso hay que tener conocimiento. Tenemos poca información como ciudadanos sobre el origen y los productos que tienen nuestros alimentos", afirmó la profesora del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Facultad e investigadora en el instituto CIMA, UBA-Conicet.
Por otra parte, la Argentina empezó hace un años un camino lento hacia un cambio en el método por el cual se etiquetan los alimentos envasados en el país. Además, muy pocos consumidores leen cada rótulo, diagramado con una microtipografía que luce casi escondida en un envase muchas veces tan colorido y lleno de imágenes que es difícil reconocer de qué alimento se trata.
Esta dificultad o desinterés por informarse sobre lo que se está consumiendo deja de generar un impacto positivo. "Hay que exigir que en el etiquetado la información allí diga de dónde viene este pollo, este cerdo, esta palta para que el consumidor pueda tomar decisiones", resaltó Vera.
Luego agregó que "Lo ideal es que se consuman los alimentos que se producen cerca de donde uno vive. Como cuando éramos chicos comíamos frutillas en la primavera y no todo el año. Había épocas para cada alimento como la berenjena y uno iba comiendo en función a su disponibilidad. No se puede pretender comer palta todo el año, un fruto que me encanta, pero el problema de su cultivo es que esta traccionado buena parte de la superficie en las Américas, principalmente, desde Estados Unidos para acá. Porque su consumo ha crecido tanto que hay deforestación para levantar los árboles de palta. Algo similar sucede con el uso de productos con aceite de palma, entre otros ingredientes. Para producir eso se está deforestando buena parte de los bosques tropicales. Ese tipo de información es buena que la gente la tenga porque capaz con eso decide no consumir ese tipo de productos".
Por otra parte, un caso de éxito de etiquetados en el país se produjo en torno a los equipos eléctricos que comenzaron a destacarse por su bajo consumo energético. "Ante igualdad de precios compro el que gasta menos porque tiene un cobeneficio. Eso es importante porque es encontrar soluciones que benefician al planeta y al consumidor. Cambios en la dieta son beneficiosos para la nutrición de la persona pero también para el cambio climático y para la degradación de suelos. Pero para eso hay que tener información", concluyó la investigadora del IPCC.
Foto 2: Gustavo Carabajal
Carolina Vera desde 2015 trabaja en la Base Científica del Panel Intergubernamental del Cambio Climático.
Foto 3:
La quema y la deforestación afectan el suelo argentino.
Foto 4:
Falta fomentar la carrera científica entre los estudiantes del secundario.
Foto 5:
Los glaciares se encuentran en peligro por el aumento de la temperatura.
Foto 6:
Exigir un mejor etiquetado sería clave para combatir los problemas ambientales.