Las consecuencias para la salud mental de los confinamientos según el tipo de personalidad

Hoy comienza una administración en la República Argentina que ha convertido a la libertad en su marca y su lema fundacional. La semana pasada empezábamos a abordar el dilema del prisionero, de la pérdida de libertad, en sus múltiples experiencias de la psicología experimental, sea la que se realizó en un marco teórico, sea la que ocurrió de manera en apariencia no programada o inclusive aquella en que sí fue programada. El dilema de la persona que pierde su libertad física en algunos casos, pero esencialmente psíquica es, ha sido y será quizás el dilema fundamental de la existencia.
En ese contexto, el mundo ha avanzado en un camino en el que las teorías de hace algunas décadas, inclusive las que figuraban dentro de la ficción, se convirtieron y se convierten progresivamente en realidad. Entre ellas y quizás un disparo de largada de las experiencias en comportamiento social, ha sido el de la última epidemia que finalmente luego de diversos intentos en años previos, logró imponerse como un fenómeno global de testeo de nuestros límites. Las consecuencias en diferentes zonas del mundo son las sociedades actuales y su estado de conmoción e incertidumbre permanente.
Se ha hablado mucho e inclusive lo hemos hecho en La prensa en varias oportunidades sobre las consecuencias psíquicas del encierro y las medidas coercitivas que se implementaron en ese periodo y que presumiblemente se estén preparando para la anunciada siguiente (y peor, según nos dicen los científicos áulicos) pandemia.
La pandemia de covid-19 ha sido un desafío global que ha afectado a millones de vidas de diversas formas. Uno de los impactos más significativos ha sido en la salud mental de las personas que tuvieron que lidiar con confinamientos, distanciamiento social y otras restricciones. Mientras que algunos han logrado recuperarse y adaptarse a la nueva normalidad, otros no han podido superar el estrés psicológico y la ansiedad causados por la pandemia.
En os últimos días, el diario The Guardian cita un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Bangor, en Gales, en el que se exploró la manera en que diferentes tipos de personalidad han reaccionado frente a los confinamientos por covid y cómo esas diferentes formas de respuesta ha influido en su bienestar mental a largo plazo. El estudio, ha dividido a 1.700 participantes en dos grupos basados en su comportamiento y actitudes durante los confinamientos y así ha definido dos modalidades: personalidades agénticas vs comunitarias.
Según el estudio, las personalidades agénticas son aquellas que son más librepensadoras, independientes y orientadas a objetivos. Tienden a centrarse en sus propias necesidades e intereses, y se preocupan menos por el bienestar de los demás. Las personalidades comunitarias, por otro lado, son aquellas que son más empáticas, cooperativas y altruistas. Tienden a priorizar las necesidades e intereses de los demás, y están más dispuestas a seguir reglas y normas. 
El estudio encontró que las personalidades comunitarias eran más propensas a cumplir con las restricciones de confinamiento por covid, como quedarse en casa, usar mascarillas y evitar el contacto social. También eran más propensas a percibir los confinamientos como necesarios y beneficiosos para la salud pública. Las personalidades agénticas, sin embargo, eran menos propensas a adherirse a las restricciones de confinamiento por covid, y más propensas a percibirlas como innecesarias y perjudiciales para su libertad personal y bienestar. Básicamente, cuestionaban desde una perspectiva individual en lugar de aceptar una narrativa en la cual uno “ponía en peligro no solo su vida sino que era culpable de la enfermedad mortal del prójimo”.
El estudio también evaluó la salud mental de los participantes cada dos semanas desde febrero hasta mayo de 2023, más de tres años después de los confinamientos iniciales. Los resultados mostraron que las personalidades comunitarias tenían niveles más bajos de bienestar, felicidad y satisfacción con la vida que las personalidades agénticas. También tenían niveles más altos de ansiedad, depresión y soledad que las personalidades agénticas.
Los investigadores sugirieron que la razón de esta diferencia podría ser la falta de mensajes efectivos del gobierno y los medios de comunicación para ayudar a las personas a volver a la normalidad después de los confinamientos. Argumentaron que, sin una orientación y apoyo adecuados, las personalidades comunitarias han mantenido el comportamiento de prevención de infecciones y consecuentemente mantuvieron e incrementaron su ansiedad. Es muy frecuente ver cómo hay varias personas que han mantenido aun al día de hoy conductas de aislamiento y prevención aun cuando las mismas se han demostrado perjudiciales a diversos niveles, como el uso prolongado de máscaras. También señalaron que las personalidades comunitarias pueden haber sufrido más por la pérdida de conexión y apoyo social durante los confinamientos, que son esenciales para sus necesidades psicológicas.
CONCLUSIONES
Los investigadores del estudio hacen una serie de recomendaciones que de alguna manera corresponden a lo esperado dentro de cierta línea oficial en las universidades. Así dicen que el estudio tiene importantes implicaciones para el diseño e implementación de políticas e intervenciones de salud pública en el futuro y recomendaron que cualquier mensaje gubernamental debería considerar ambos tipos de personalidad y adaptar los mensajes en consecuencia para aumentar la probabilidad de cumplimiento y reducir los efectos negativos en la salud mental. También sugirieron que las personalidades comunitarias deberían recibir más recursos y oportunidades para reconectarse con sus redes sociales y participar en actividades significativas que mejoren su bienestar. El estudio destacó además la necesidad de más investigación sobre los efectos a largo plazo de los confinamientos por covid en diferentes tipos de personalidad y cómo pueden mitigarse. 
Sin embargo, a pesar de estas consideraciones que se encuadran dentro de lo normado y cierta narrativa, el fondo de la cuestión es que las medidas de protección fueron las que menos protegieron en cuanto a la salud mental. Tema absolutamente relegado, por impericia o por acción directa, en el abordaje de esa situación excepcional. Interesantemente, existen cada vez más trabajos que demuestran cómo, por ejemplo, uno de los factores -las mascarillas- conllevaron a su vez problemas mayores en quienes las utilizaron que en quienes no lo hicieron.
Quizás uno de los hallazgos principales de este estudio sea ver cómo las medidas restrictivas de la libertad no tienen nunca un efecto positivo y se inscriben en los experimentos comportamentales de los cuales seguiremos hablando.