Siete días de política
La votación de las PASO expuso un sistema de partidos detonado
El rechazo de Javier Milei a las burocracias partidarias sumió al Congreso en la anarquía. La lógica de bloques colapsó y fue reemplazada por acuerdos extraparlamentarios ocasionales.
Poco más de un año atrás cuando Javier Milei se hizo cargo del gobierno, políticos y analistas dudaban de que pudiese garantizar la gobernabilidad con un Congreso aplastantemente opositor. A pesar de esa adversidad, el presidente consiguió sin embargo éxitos parlamentarios decisivos, pero ninguno como el del jueves último de Diputados.
Para suspender las PASO 2025 obtuvo el triple de votos que la oposición peronista y de izquierda. Logró además balcanizar a su más numeroso y riesgoso adversario, Unión por la Patria, que terminó votando de las tres maneras disponibles: 25 a favor, 43 en contra, 24 abstenciones o ausentándose del recinto (6).
El en otros tiempos vertical bloque “K” tuvo que dar libertad de acción a sus integrantes y su presidente, Germán Martínez, abstenerse para no verse en el trance de renunciar al día siguiente. Le ocurrió lo mismo que a Miguel Pichetto y a Rodrigo de Loredo el año pasado: sus legisladores votaron cualquier cosa menos lo que él pretendía. Debilitada su mandante, Cristina Kirchner, la autoridad de Martínez pasó a cotizar cero.
Por eso la ex presidenta ignoró el tema en público y su hijo también enmudeció. Tuvieron seguridad de la derrota desde el día anterior a la sesión cuando diputados que responden a los gobernadores de Santiago del Estero y Tucumán presentaron un dictamen propio para facilitar la habilitación del debate en el recinto. Los gobernadores del Norte no quieren saber nada con CFK desde hace rato.
Pero los peronistas no fueron los únicos que se fragmentaron. También lo hicieron las diversas capillas de los radicales y Encuentro Federal, bloque armado por legisladores de distinto pelaje ideológico para negociar sus votos con el gobierno.
En pocas palabras una anarquía legislativa nunca vista desde 1983 que refleja la ausencia de lideres, la desorientación para fijar un rumbo alternativo al del gobierno ante su acierto en materia de política económica y la obsolescencia de las burocracias partidarias que no responden sino a sus propios intereses.
A lo que hay que agregar que la de las PASO es por su naturaleza una cuestión que atraviesa horizontalmente a todos los partidos. En términos generales funcionan como un factor ordenador de la oposición que por ese camino dirime sus diferencias antes de las generales. Por eso los oficialismos las rechazan en sus distritos. Quien dispone del poder arma las listas de manera discrecional, algo inaccesible en la práctica para los opositores, que, mediante las internas abiertas, pueden llegar unificados a las generales y ser más competitivos.
En cuanto a la estrategia parlamentaria del gobierno de sumar votos de cualquier procedencia y no armar alianzas o una coalición oficialista estable, el presidente parece haber seguido una opinión del reverenciado Milton Friedman, quien no sólo se ocupaba de economía.
Ante una pregunta de un periodista sobre la necesidad de cambiar a los congresales para implementar las políticas de transformación que impulsaba respondió: “Los legisladores están en el negocio de competir entre ellos para ser electos. Los mismos legisladores votarán cosas muy distintas, si creen que eso es rentable electoralmente. La gente comete un gran error al creer que se resuelven los problemas cambiando a los legisladores por la gente correcta. Es bueno elegir a la gente correcta, pero esa no es la manera de resolver los problemas. La manera de resolverlos es hacer electoralmente rentable a la gente incorrecta votar por las cosas correctas”. Fin.
De todas maneras, el triunfo legislativo del jueves no debería ser interpretado por el presidente como una constante. Pescó a río revuelto por la interna peronista (ver “Kicillof sigue meditando”), pero no todas las leyes van tener una suerte similar en el Congreso. La de “ficha limpia”, por ejemplo, dista de contar con su sanción asegurada.
Además, la atomización de la representación parlamentaria que favoreció a la Casa Rosada en el trámite de las PASO en Diputados, puede, jugarle en contra en el Senado, cámara que analizará el proyecto en comisión el próximo miércoles. La anarquía de la “casta” no siempre beneficia al mileísmo.
El gobierno parte en esa Cámara de una posición minoritaria. Está lejos de conseguir los 37 votos imprescindibles para convertir en la ley la iniciativa, porque no contará con todos sus aliados dialoguistas. En la UCR ya hay por lo menos tres que votan en contra. Deberá el Ejecutivo por lo tanto conseguir votos peronistas que están celosamente controlados por Cristina Kirchner. ¿Habilitará en ese caso también la expresidenta la libertad de conciencia?