La televisión de aire se puso más lacrimógena que nunca. Con sólo hacer un poco de zapping basta para notar esta tendencia en alza: los programas apuestan fuerte a la emoción para cautivar al público, aunque por momentos la cosa se ve bastante forzada y termina haciendo el efecto contrario.
Por ejemplo, en el flamante `La Voz Argentina' (Telefé) parece que la decisión de la producción a la hora de elegir participantes fue prorizar a aquellos con historias de vida dramáticas. De esta manera, son pocos o casi inexistentes los casos de concursantes que sólo poseen talento natural para el canto y no apelan a la empatía de la audiencia.
En la dinámica del ciclo, los concursantes primero cuentan su historia -que puede incluir alguna discapacidad física, haber perdido un familiar recientemente o ser UN miembro de la comunidad LGTB que aún no es aceptado por su entorno, etc.- y luego cantan frente al jurado. Y mientras algunos logran que Ricardo Montaner, Soledad Pastorutti, Lali Espósito y los gemelos Mau y Ricky se den vuelta de sus asientos al unísono, otros no tienen la misma suerte.
Ahí es cuando el programa se pone más cringe -expresión inglesa que hace mención a algo que da vergüenza ajena- porque el televidente ya sabe de todos los obstáculos que tuvo que superar el participante, sumados al rechazo por parte del jurado, generan una especie de culpa que hasta el estrado siente.
Con frases como "no bajes los brazos'', "fueron los nervios'' o "tomalo como un aprendizaje'', los jueces los despiden dejando en claro que con el drama biográfico no alcanza.
De todos modos, hay que decirlo, guste o no, `La Voz' sigue en la línea de `Masterchef Celebrity' en cuanto a promedio de audiencia y se ubica cómodo todas las noches en el primer puesto entre los cinco programas más vistos.
PIANO DE FONDO
Ni lerdo ni perezoso, al ver que esta veta emotiva rinde a nivel rating, da la impresión que Marcelo Tinelli también quiere llevar a `ShowMatch, la academia' (El Trece) por ahí. Súbitamente, entre duelo y duelo de baile, comenzaron a mecharse momentos para el llanto, sin motivo aparente.
Ya sea por medio de tapes con saludos grabados, homenajes o directamente con propuestas de casamiento sorpresa en vivo -con abrazos y besos incluídos, amén del distanciamiento social-, la producción del ciclo de Tinelli se aseguró de tener su cuota emotiva también.
Sin escatimar, desde Marcelo pasando por el jurado, hasta los participantes y los bailarines, todos son ponchados con lágrimas en los ojos y el infaltable pianito de fondo.
Otro que no escatima en segmentos profundos es `PH, podemos hablar' (Telefe). El programa de Andy Kusnetzoff fue de los primeros en apostar a este recurso. Si bien en sus comienzos el ciclo iba más por el lado de las revelaciones polémicas por parte de los invitados, de un tiempo a esta parte viró hacia lo emotivo como punto fuerte.
En ese tren, la producción procura siempre convocar a famosos que hayan sufrido algún golpe de la vida. Y los segmentos del envío propician que las celebridades se suelten y dejen aflorar sus más profundas emociones al aire.
Con consignas como hablar con algún ser querido que ya no está, o en una especie de fogón dejar ir aquello que les trajo dolor, el llanto es el plato fuerte del programa y no faltan los que le critican que ya es demasiada fijación con la desgracia ajena.
Sucede que el recurso es rendidor, pero en épocas en las que más que nunca el público busca distraerse, ¿es necesaria tanta lágrima televisada? Como antídoto aún hay programas como `Bendita' (El Nueve) que se toma con humor e ironía esta nueva tendencia de la pantalla chica.