La resurrección de Paolo Rossi terminó con el virtuosismo de Brasil

El baúl de los recuerdos. El delantero surgió en todo su esplendor para darle a Italia una notable victoria sobre el equipo más brillante del Mundial ´82. Ese triunfo catapultó a los azzurri hacia el título.

Brasil era el gran favorito para llevarse el título en España ´82. Su juego, pleno de virtuosismo, le rendía homenaje al fabuloso equipo que se quedó con la Copa Jules Rimet en 1970. Después de dos pasos poco dignos de su estirpe en Alemania Federal 1974 y Argentina 1978, los verdiamarillos habían recuperado su esencia. Sin embargo, en la segunda fase perdieron 3-2 con Italia y se fueron del Mundial sin la gloria que merecían. Los azzurri, por el contrario, tenían un estilo desprovisto de brillo y se abrazaban a su fortaleza defensiva. En el desparecido estadio Sarriá, en Barcelona, los peninsulares hallaron en un renacido Paolo Rossi al salvador que necesitaban para dejar con las manos vacías al espectacular conjunto sudamericano.

Ese partido en la antigua cancha del Espanyol fue un choque de dos concepciones futbolísticas totalmente diferentes. A las órdenes de Telé Santana, Brasil era la más vívida representación del fútbol arte. Imitando la revolucionaria idea de Mario Zagallo, el técnico del maravilloso campeón en México ´70, juntó a los que mejor jugaban. Y en 1982 todos ellos estaban en la mitad de la cancha: Zico -digno heredero del número 10 de Pelé-, Falcao, Toninho Cerezo y Sócrates, apuntalados por dos marcadores de punta con notoria vocación ofensiva como Leandro y, especialmente, Junior.

La endeblez de la defensa, la escasa seguridad que brindaba el arquero Waldir Peres y la torpeza del centrodelantero Serginho contrastaban con la calidad del resto del seleccionado. Brasil era dos equipos en uno. El primero, sublime; el otro, bastante opaco. Así y todo, su camino en España ´82 se construía con victorias: 2-1 contra la Unión Soviética, 4-1 frente a Escocia y 4-0 sobre Nueva Zelanda. En la segunda fase había dado cuenta de Argentina, el vigente campeón del mundo, por 3-1 en un partido en el que Diego Maradona, fruto de la impotencia, se fue expulsado por una violenta plancha sobre el mediocampista defensivo Batista.

VUELO MUY BAJO

Italia transitaba el Mundial con más dudas que certezas. El técnico Enzo Bearzot era el blanco de la prensa por su controvertida decisión de incluir en el plantel a Paolo Rossi, un excelente delantero que ya se destacado en Argentina ´78 pero que había pasado mucho tiempo fuera de las canchas por una suspensión.

En 1980 el calcio se había visto sacudido por el Totonero, un escándalo de apuestas ilegales que provocó el descenso del Milan -uno de sus equipos emblemáticos- y de Lazio, además de extensas suspensiones a un buen número de futbolistas. El famoso arquero Enrico Albertosi (mundialista en 1962, ´66, ´70 y ´74), el delantero Bruno Giordano (futuro compañero de Maradona en el Nápoli) y, por supuesto, Rossi, entre otros, recibieron duros castigos.

Paolo, el Bambino de Oro, pasó dos años lejos de los campos de juego. Poco después de cumplir su condena le llegó el llamado de Bearzot para integrar la selección. Su citación causó una enorme polémica. Nadie daba un centavo por el atacante. Solo el técnico, quien lo había llevado a la anterior Copa del Mundo, creía en él.

El DT apostaba ciegamente por ese delantero que había asombrado con la camiseta del Vicenza en la Serie B en 1976 y doce meses más tarde, con 21 años, había debutado en la selección. Rossi representaba el toque de distinción de un equipo preparado para defenderse y, si había tiempo, atacar. La conservadora receta se apoyaba en un arquero como Dino Zoff, tan seguro como veterano (40 años), y una cerrada retaguardia que contaba con un gran líbero como Gaetano Scirea, un firme marcador lateral izquierdo como Antonio Cabrini y dos duros stoppers: Claudio Gentile y Fulvio Collovati.

El elenco azzurro volaba muy bajo en España. Superó la primera ronda con apenas tres empates en igual cantidad de presentaciones y, para confirmar su pobre nivel, solo había marcado dos tantos. Evitó la eliminación por un gol de diferencia respecto del debutante Camerún. En la siguiente instancia aprendió a ganar: derrotó 2-1 a Argentina en un partido en el que Gentile le hizo la vida imposible a Diego con una marca durísima que fue ignorada por el árbitro rumano Nicolae Rainea.

LA AMBICIÓN NO TUVO PREMIO

El 5 de julio de 1982 a Brasil le bastaba con empatar para acceder a las semifinales. Pero las huestes de Telé Santana no sabían especular. Jugaban al ataque. Siempre. Y siempre intentaban darle a la pelota el trato más exquisito. Por eso salieron decididas a acorralar a Italia contra su arco. Esa descontrolada vocación ofensiva expuso a los verdiamarillos al riesgo de pagar un precio muy alto por cualquier equivocación. Y eso sucedió poco después del comienzo del encuentro.

Cabrini lanzó un centro al área para el ingreso de Paolo Rossi, quien cabeceó en absoluta soledad y doblegó a Waldir Peres. La sorpresa se hacía presente. Tanto por el resultado parcial como por el autor del tanto. Sí, el Bambino de Oro estaba de regreso.

Brasil redobló su apuesta por el ataque. Para contener ese aluvión, ingresó Giuseppe Bergomi -de muy buena labor- en lugar de Collovati. Serginho dilapidó una ocasión muy propicia para igualar en otra demostración de una capacidad muy inferior a la de sus ilustres compañeros.

Así como Bearzot había escogido al defenestrado Paolo, Santana se había jugado por el gigante de 1,94 metro que actuaba en San Pablo. La inesperada convocatoria de Serginho se produjo cuando Careca, el mejor en su puesto en esos días, quedó al margen del Mundial por una lesión. Poco después, el ausente atacante se convirtió en uno de los socios más calificados de Maradona en el Nápoli.

De todos modos, la búsqueda brasileña no tardó demasiado en tener recompensa: Zico habilitó a Sócrates, quien coló la pelota en el único rincón que no logró cubrir Zoff.

Por más que la igualdad le alcanzaba para avanzar, Brasil continuaba con la mira puesta en el arco italiano. El elegante Toninho Cerezo arriesgó más de la cuenta con un pase a Junior, Rossi capturó la pelota y sometió a Waldir Peres. A esa altura, los azzurri parecían más cómodos porque Gentile había empezado a maniatar a Zico con medios muy parecidos a los empleados para contener a Maradona en el partido anterior.

En desventaja, Brasil iba una y otra vez al frente. Estaba en su naturaleza y, además, lo urgían las circunstancias. Un peligroso cabezazo de Sócrates -otro fenómeno del fútbol- exigió a Zoff. Ya en el complemento, un disparo cruzado de Falcao se fue muy cerca del poste derecho de la valla italiana. Los de Bearzot se encomendaban a su veterano arquero y a la inspirada jornada de Rossi, quien, en un forcejeo con Luizinho, cayó en el área, pero el árbitro no consideró que haya habido falta del zaguero. 

Con el correr de los minutos la actuación de Zoff se hacía cada vez más determinante. El arquero de Juventus, muy discutido por su edad, comenzaba a atenazar las críticas con sus seguras manos. No pudo con un espectacular remate de Falcao, el distinguido volante central que había cautivado a los hinchas de la Roma con su jerarquía. El 2-2 instalaba a Brasil en las semifinales. Pero los sudamericanos no iban a renunciar a correr detrás de la victoria.

Probaron de todas las formas posibles. Su insegura retaguardia falló y Paolo Rossi, insaciable y decisivo, volvió a introducir la pelota en el arco de Waldir Peres. Le anularon por posición adelantada un gol al talentoso Giancarlo Antognoni, figura de la Fiorentina, y en una de las últimas acciones del partido, Zoff le negó el empate al defensor Oscar.

Increíble, pero real, el virtuosismo de Brasil había sucumbido ante Italia. La resurrección de Paolo Rossi había terminado con las aspiraciones del equipo más lujoso del Mundial ´82.

LA SÍNTESIS

Italia 3 - Brasil 2

Italia: Dino Zoff; Claudio Gentile, Fulvio Collovati, Gaetano Scirea, Antonio Cabrini; Bruno Conti, Gabriele Oriali, Marco Tardelli, Giancarlo Antognoni; Francesco Graziani, Paolo Rossi. DT: Enzo Bearzot.

Brasil: Waldir Peres; Leandro, Oscar, Luizinho, Junior; Toninho Cerezo, Falcao; Sócrates, Zico; Serginho, Eder. DT: Telé Santana.

Incidencias

Primer tiempo: 5m gol de Rossi (I); 12m gol de Sócrates (B); 25m gol de Rossi (I); 34m Giuseppe Bergomi por Collovati (I). Segundo tiempo: 23m gol de Falcao (B); 24m Paulo Isidoro por Serginho (B); 29m gol de Rossi (I); 30m Giampiero Marini por Tardelli (I).

Estadio: Sarriá (Barcelona). Árbitro: Abraham Klein, de Israel. Fecha: 5 de julio de 1982.