Una historia de pasión marcada por la Segunda Guerra Mundial

La relación entre Arendt y Heidegger

"Ella mismo ha contado como empezó todo. Con el objeto de tratar una cuestión relacionada con los estudios había ido a ver a Heidegger a la hora de la tutoría, que era al anochecer, cuando sobre el despacho se cernía ya una cierta oscuridad. Al terminar la entrevista, Hanna se levantó para despedirse y Heidegger la acompañó a la puerta. Fue entonces cuando sucedió algo inesperado, que la propia Arendt ha relatado así: "De pronto cayó de rodillas ante mi.

EL REENCUENTRO
Yo me incliné hacia el, y el elevó sus brazos hacia mi, y yo tomé su cabeza entre mis manos, y el me besó, y yo le besé. Parecida teatralidad reaparecería un cuarto de siglo después cuando, a iniciativa de Arendt, se vuelven a encontrar.
Ella había viajado a Friburgo a pronunciar una conferencia. Al terminar, alguien llamó a la puerta de su habitación del hotel. Era Heidegger, quien cuando Arendt abrió, pronunció las palabras "Vengo a entregarme" (Jonas, que refiere la anécdota, apostilla con suave ironía "como ella me relató con franqueza, ambos estaban tan arrobados por sus sentimientos que dudo que llegara realmente a entregarse".

* extracto del capítulo "Hannah Arendt, el pensamiento y la soledad".