Desde mi punto de vista

La naturaleza del socialismo es matar a la naturaleza

Un buen día los popes de la planificación central tuvieron una idea genial y posaron sus arrogantes ojos en el Mar Aral. Pensaron que ese lago, tan inmenso que parecía un mar en medio de la nada, esa magnífica masa de agua azul cobalto era un despropósito que no se adecuaba a los fines de la revolución.­

La Unión Soviética había decidido que, para llevar el socialismo a Asia Central, había que reconvertir la zona en un gran productor de algodón que cambiara la forma de producción local y pusiera de rodillas a la producción occidental. Diseñaron un plan ambicioso, construyeron 45 embalses, casi 100 represas y 32.000 kilómetros de canales para desviar los dos ríos tributarios del Mar Aral, el Sir Daria y el Amu Daria.­

En pocos años el Mar Aral apenas recibía agua y se contrajo en brutal agonía. Cuando la URSS colapsó, el Mar Aral, la cuarta mayor masa de agua interior del mundo de un tamaño similar a Irlanda estaba devastado. Durante esos mismos años el andamiaje de la propaganda ecologista no reparaba en la muerte del Mar Aral, que es el mayor desastre ecológico de la historia, sino en la denuncia frenética de un agujero de la capa de ozono con el poder de freírnos a todos con apenas permanecer 10 minutos al Sol, del que culpaban a los desodorantes.­

CHARCO CONTAMINADO

No se consiguen adjetivos suficientes para describir la catástrofe del Mar Aral que hoy es un charco contaminado en medio de un nuevo desierto. Una feroz salinización se produjo como consecuencia de la concentración y desaparecieron 100 especies de peces, 200 de mamíferos y 500 de aves. La flora y fauna que eran alimento e industria de las poblaciones locales murieron y se despobló la zona. Una zona afectada, además, por la pérdida del efecto moderador de la temperatura que ofrecía el lago. Las tormentas de polvo del flamante desierto arruinaron los cultivos cercanos y la salud de los habitantes de la región por la anemia, mortalidad infantil y cáncer respiratorio e intestinal.­

Los genios soviéticos fueron exitosos en fabricar un averno donde había un vergel, y también fueron exitosos en ocultar la tragedia. La comunidad internacional, siempre tan afecta a confiar en la mentira socialista, no se hizo eco de las denuncias que unas pocas voces gritaban en solitario hasta que en 2003 unas imágenes de la NASA mostraron la dimensión del desastre.­

El socialismo es el predador ecológico más feroz jamás existido y es, increíblemente, el que más se llena la boca con la propaganda verde. La causa político/ambientalista hunde su raíz en el colapso de la Unión Soviética.­

NUEVA UTOPIA

Con envidiable astucia, el economista socialista Robert Heilbroner, hizo un plot twist en el guión final de la caída del imperio asesino, planteando que, si bien la planificación central había fracasado, era necesario resignificar al socialismo a fin de enfrentar "la carga ecológica que el crecimiento económico está imponiendo al medio ambiente".­

Que lo caradura de Heilbroner no le quite lo ingenioso. La izquierda reemplazó la causa obrera por la nueva utopía: salvar al planeta. Con fina mordacidad se inauguró la fricción entre el sistema democrático y la protección del medio ambiente dado que el ecologismo consiguió plantear que su legitimidad está por encima de la validación de las urnas. La tesis de Robert Heilbroner no oculta una intención prístina: si la democracia no sirve para sustentar ecológicamente el planeta, la causa ambiental está por encima del sistema político (hay que reconocer que como dogma le salió una pinturita). La izquierda se convirtió en portavoz indiscutida del ecologismo y, en consecuencia, el capitalismo se convirtió en el causante del deterioro de nuestro planeta. No, no, si como publicistas son espectaculares.­

A borbotones sobran los ejemplos de lo dañino que es el socialismo para el medio ambiente, veamos: Víctor Briujanov, Nicolai Fomin y Anatoli Diatlov, fueron encontrados culpables por la explosión del reactor número 4 de la central nuclear Vladímir Ilich Lenin cuando realizaban una prueba del rango inercial del turbogenerador, varias veces postergada por fallas eléctricas, lo cual los obligó a trabajar contrarreloj evadiendo las normas correspondientes a fin de cumplir con las órdenes del partido. Las señales de alarma de las 12:35 y 12:45 fueron ignoradas por el miedo a las represalias del régimen y así se produjo la explosión de la central nuclear de Chernóbil que en 1986 provocó la liberación de radiación más potente de la historia, que excedió la generada por las bombas de Hiroshima y Nagasaki juntas. Pero estos tres esclavos soviéticos fueron sólo los chivos expiatorios de lo que pasó en Chernóbil.­

La causa real fue la manipulación secreta del reactor para obtener el plutonio necesario para su arsenal nuclear sumado a la inherente ineficiencia de la burocracia más demencial. Mentiras, desprecio por las normas más básicas, corrupción y el afán de no contradecir jamás el deseo de Moscú fueron los causantes de decenas de miles de muertes en el momento y durante los 25 años posteriores.­

Recién hace menos de 5 años se terminó de construir la estructura que cubre el reactor que aún libera radiación, más de 120.000 personas tuvieron que ser evacuadas y una gran área de Ucrania quedó contaminada lo que imposibilita que se habite o se produzca en la zona.­

¡Sin embargo el ecologismo lo hizo de nuevo! Logró reconvertir la masacre de Chernóbil en un argumento contra la energía nuclear ocultando las verdaderas causas del desastre. De nuevo la megamaquinaria propagandística verde reencausó la discusión a la necesidad de unas energías renovables que demandan millonarios subsidios y que encarecen la vida y la producción en todo el mundo, volviendo la palabra "nuclear" en sinónimo de exterminio.­

ECOLOGISMO POLITICO­

Mientras el ecologismo político se empeña en que dejemos de comer carne o de desplazarnos en avión, oculta que: La URSS secó la Bahía de Kara-Bogaz-Gol a orillas del mar Caspio con la construcción de una represa para aumentar la producción salina. Las tormentas de polvo tóxico produjeron un desastre similar al del Mar Aral con un saldo de muertes incalculable. Otro secreto bien guardado ocurrió en 1957, en una planta nuclear secreta llamada Mayak en Kyshtym, en los montes Urales, que produjo una nube radioactiva de cientos de kilómetros afectando a más de 250.000 personas. Dos décadas permaneció este desastre en secreto.­

¡Hay más! Entre 1949 y 1956 la central Mayak vertió 76 millones de metros cúbicos de aguas radiactivas al río Techa. 40 pueblos resultaron contaminados y aún hoy el río Techa está afectado por la radiación. También usaron el lago Karachay como vertedero de residuos radiactivos lo que acabó secando el lago dejando sólo polvo radiactivo que, en la actualidad, con estar un ratito en el lugar garantiza la muerte por radiación. La URSS tiene una docenita más de "accidentes" como estos, pero avancemos.­

El genocida más venerado del planeta, Fidel Castro, decía en 1992 "Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre" contribuyendo a la tesis del socialismo tuneado en ecologismo que más rinde en propaganda. Sin embargo fue el comunismo cubano el que convirtió al río Almendares, que atraviesa La Habana, es el más contaminado de occidente. Sumemos que la Bahía de La Habana y la de Nipe también están entre las más contaminadas del mundo y la Bahía de Matanzas y su ciudad están condenadas a causa de los desechos industriales. La ignorancia y brutalidad de Castro lo llevaron a levantar miles de represas sin estudio de impacto que, como en los casos soviéticos (porque los comunistas jamás aprenden) afectaron a la fertilidad de los suelos y salinizaron los acuíferos.­

El sistema de alcantarillas cubano no tiene mantenimiento desde que la implosión de la Unión Soviética dejó sin sustento a la isla y en consecuencia el agua corriente suele filtrarse con aguas residuales con las obvias consecuencias a la salud. Para la época en que Castro fingía sensibilidad verde se creaban en Cuba doce centros de fabricación de materiales bacteriológicos y químicos pero el "período especial" supuso la falta de mantenimiento y controles de seguridad y abundan las evacuaciones a causa de escapes de material letal. Tampoco pudieron terminar la central nuclear de Juragua y se informaron 24 violaciones de los estándares internacionales por lo que la posibilidad de un "accidente" es cuatro veces mayor que en el resto de centrales nucleares.­

CHINA Y LOS GORRIONES­

Una de las mayores catástrofes medioambientales se llamó el Gran Salto Adelante y fue ideada por el genocida comunista Mao Tse Tung que ideó para China un plan para exterminar gorriones declarándolos "enemigos de la revolución" (si, eso pasó). Era parte de un plan mayor que consistía en una reforma agraria que puso a China en guerra contra las moscas, los mosquitos, las ratas y los gorriones. Existieron premios por entregar estos bichos muertos y hasta los niños participaban alegremente con sus hondas. El desequilibrio que este plan provocó desencadenó la plaga de langostas que fagocitó las cosechas y la consecuente hambruna. Aquí un personaje siniestramente fascinante era el consejero en temas científico-agrícolas soviético Trofim Lysenko que vendría a ser el tatarabuelo de los comités de expertos medioambientales sobrepagados por ONU y otros organismos supranacionales para sacar informes en los que se desaconseja la ingesta de leche, por ejemplo. La cosa es que esta política maoísta dejó más de 30 millones de chinos muertos de hambre.­

China se encapricha en la destrucción de la naturaleza. Actualmente es el país que ostenta todos los récords de perversidad medioambiental como quien oye llover. Hasta el 95% de los contaminantes que arruinan los océanos llegan de diez ríos, ocho de ellos están en Asia, pero hay dos que son los peores y son chinos: el río Linfen en cuya ciudad cercana la esperanza de vida es tan sólo de 60 años y el río Yangtze, tercero más largo del mundo, cuyas situaciones superan todo lo conocido en concentraciones de plásticos, sedimentaciones tóxicas, estiércol, vertidos industriales y aguas residuales.­

China contamina más que EEUU, India, Rusia y Japón juntos y de las 25 ciudades más contaminadas en el mundo, 23 están en China.­

Mientras el Partido Comunista Chino domina ONU y regula estándares medioambientales para el mundo, China tiene 1.058 centrales eléctricas de carbón que equivale al 70% de la capacidad total del mundo ¡y está construyendo más! Según los planes expuestos va a producir seis veces más de los 13,9 gigavatios propuestos para el resto del mundo junto. No hubo un gigante "how dare you" para Xi Jinping, desafortunadamente. Pero el activismo ambientalista se ha centrado en insultar a occidente pronosticando un apocalipsis en 12 años, una subida de los océanos hasta cubrir los continentes y cuando esto no pasó una sequía de iguales dimensiones.­

Aparentemente depende de la aniquilación total del capitalismo la salvación del planeta, y de que la cultura occidental renuncie a toda calidad y confort. Y lo loco es que en medios y en todo el sistema educativo se repite en loop esta demencia mientras que no figura en ningún texto escolar el infinito listado de desastres ecológicos reales provocados por el socialismo. Lo peor es que el más famoso, Chernóbil, es usado maniqueamente para satanizar a la energía más limpia y barata.­

El Socialismo del Siglo XXI omite y miente en todo lo que se refiere a su subproducto verde en su estrategia el colonizar causas como satélites ideológicos y herramienta política. Una vueltita por las plataformas políticas, aún las que se autoperciben lejanas a la izquierda, da cuenta de la excelsa manera en que el socialismo ha adoctrinado a la política con el ecologismo y la militancia antinuclear, sin mencionar que si China sigue así, la doctrina orgánica y sustentable del resto del mundo es como una hormiguita frente a un mamut.­

La inviabilidad del socialismo se presenta en todos los aspectos menos en el marketing, arte para la cual son endemoniadamente buenos. Saltan a la vista las pruebas y datos sobre la miseria y daños ambientales irrecuperables, producto inevitable del sistema socialista y sin embargo la izquierda se pavonea con su falsaria careta sustentable. Pero la verdad es justamente lo contrario, sólo en los sistemas democráticos existe control al poder y el valor infinito de la libertad de expresión para denunciar. Lo demás es siempre muerte y oscurantismo, porque como en el cuento del escorpión, está en la naturaleza del socialismo matar a la naturaleza.­