No son muchos los escritores que se sienten seguros de lo que escriben. La mayoría de los best-sellers comienzan lanzando al mar una historia encerrada en una botella y que el destino y el mercado marquen el rumbo. Sin embargo, Andrea Milano es consciente que sus publicaciones llegan de una manera particular. Y no solo en un género literario sino en varios. Por ello, sus primeros años como escritora los hizo bajo diferentes seudónimos que le permitieron volar por distintos paisajes. Suspenso, romance y hasta policial nórdico, fueron algunos de los destinos recorridos con nombres que nada hacía pensar que una era la otra y viceversa. De hecho, si algún engolosinado lector se llevaba de la librería las publicaciones de Sienna Anderson, Lena Svensson y Andrea Milano, pensando en leer historias de tres continentes diferentes, lo cierto es que se estaba llevando la pulsión literaria de la misma persona: Andrea Yungblut, tal como rige en su documento de identidad.
Con La guardiana de todos los secretos (Plaza & Janes), Milano continúa una saga de tres novelas que transitan, tal vez, los 25 años más impactantes del último centenario. El derrotero de los hermanos Santiago, Pedro y Francisco Navarro Soler, entre 1930 y 1955, englobando en esa línea de tiempo un triángulo entre la Guerra Civil Española, la Segunda Guerra Mundial y el peronismo. Cuatro ciudades, Madrid, Berlín, Nápoles y Buenos Aires, para contar diversas historias de romance, traición y muerte. Esta entrevista permite conocer a la escritora detrás de esta multiplicidad de plumas.
LINEA DE TIEMPO
“Esta saga de novelas históricas empezó con Hasta que te vuelva a ver, siguió con Para siempre en un instante, continúa ahora con La guardiana de todos los secretos y termina el año que viene con la historia de la cuarta hermana, Rosario. Todas estas, protagonizadas por los Navarro Soler. Al pertenecer a una serie, hay una línea de tiempo que respetar y me gustaba la idea de ambientar esta novela, La guardiana de todos los secretos, en los primeros años de la década del 50. Quería retratar la Italia de la posguerra, en donde la mafia se afianzaba en cada rincón de la península sembrando miedo y muerte. Al otro lado del océano, me sumergí en una Buenos Aires glamorosa, pero impregnada de oscuros secretos y misterios, algunos de ellos basados en hechos reales. Y a través de un personaje como Juancito Duarte, que juega el rol de amigo del protagonista, pinto a grandes rasgos la situación política que se vivía en el país en ese momento. El peronismo ya había estado presente en la primera novela cuando los personajes interactúan con Perón y Evita. En la segunda novela ya hay una escena donde aparece el mismísimo Franco. Me gusta que mis personajes se mezclen con aquellos que existieron de verdad”.
-En ‘La guardiana de todos los secretos’, la trama va y viene entre Buenos Aires y Nápoles.
-Al formar parte de una saga, sabía de antemano qué clase de historia quería contar y qué trasfondo quería darle a un personaje tan particular y complejo como Francisco Navarro Soler. Por una parte, Buenos Aires era una elección lógica porque su familia vive en el barrio de Belgrano. E Italia, en cambio, fue elegida porque la época me daba una buena base para relatar cómo la mafia manipulaba la vida de tanta gente. Me enfoco en la Camorra, que era la organización criminal que operaba en Nápoles.
-Escribió muchos libros con pseudónimos. ¿Qué le ofrecían estos diferentes alter ego?
-Era para diferenciar géneros y también para poder publicar más de un libro por año. Al firmarlo con dos nombres distintos, era más fácil para la editorial “saciar” mi vena de autora prolífica y publicar casi todo lo que escribía. Después, cuando me calmé y solo producía una novela por año, los otros seudónimos desaparecieron y quedó solo el de Andrea Milano. Lo que sucedió fue que me dijeron que mi apellido real Yungblut era difícil de escribir, pronunciar y recordar. Y a la hora de buscar otro seudónimo, recurrí a mi amor por Italia y Milano fue el elegido.
-Muchos autores no reconocen sus primeras obras por el crecimiento lógico que experimentan en la evolución de sus escritos.
-Pasó mucha agua debajo del puente, es cierto. Publiqué Pasado imperfecto hace 17 años y aún hoy recuerdo la alegría que sentí cuando me comunicaron que la novela había sido seleccionada para formar parte del catálogo de Editorial Vestales. Esa noche no dormí y aunque llevo más de veinte novelas publicadas, con cada una de ellas experimento los mismos nervios y la misma emoción.
La guardiana de todos los secretos tiene un significado especial para mí, porque mientras la escribía tuve algunos problemas de salud que me impedían estar mucho tiempo delante de la computadora y pasé semanas sin poder escribir. Llegué a pensar que nunca la terminaría. Por eso, verla hoy en las librerías y en manos de los lectores, me produce una gran felicidad.
PRESION LATENTE
-Si Lena Svensson o Sienna Anderson hubiesen sido un fracaso editorial, su ego no se hubiera visto afectado, pero ahora que blanqueó la situación, ¿qué papel ocupa la presión?
-Escribo la clase de historias que me gustaría leer. Primero pienso en mí como lectora, después sí pienso en satisfacer al lector. No sólo al que se acerca a mis novelas porque me sigue, sino también a los que no me conocen y quizá llegaron a mí a través de una recomendación o porque les llamó la atención la portada de alguno de mis libros. La presión de sacar al mercado una novela que agrade al público está siempre latente. Es imposible complacer a todos. Mi propósito es contar una historia que atrape al lector desde la primera página, si lo consigo, entonces considero que cumplí mi misión.