Buena Data en La Prensa

La intolerancia de los tolerantes

 

El Diccionario de la Lengua Española nos dice que la palabra “tolerar” puede entenderse según distintas acepciones: “sufrir y llevar con paciencia”; “permitir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente”; como sinónimos de “resistir o soportar o respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”. En ningún caso se refiere a que necesariamente tiene que haber una aprobación directa. Se tolera aquello que no agrada, pero así y todo se comprende que debe dársele una vía libre de expresión.

Sin embargo, el mainstream ha hecho de esta palabra un talismán que abre todas las puertas e hizo de la tolerancia una de las más grandes virtudes sociales.

LOS PELDAÑOS DE OLSON

El economista y sociólogo estadounidense, Mancur Olson, desarrolló, en La lógica de la acción colectiva un concepto que lleva su nombre. Mediante la  “Escalera de Olson” explica cómo se organizan los individuos para alcanzar objetivos comunes.

La idea central de Olson es que las acciones colectivas no son producto de la espontaneidad de sujetos aislados, sino que requiere recorrer pasos para acceder a niveles superiores. El primer escalón es establecer un problema común que sólo puede resolverse mediante una acción conjunta; el segundo, evaluar si vale la pena actuar en mancomunadamente, en el tercero surge la necesidad de organización para movilizar los recursos, en el cuarto escalón se implementan incentivos materiales y simbólicos para los que contribuyen a la causa y en el quinto se establecen los mecanismos de control y monitoreo para evitar que se actúe por propia cuenta.

Esta escalera se ha usado para que paso a paso, desde la idea de la tolerancia como “soportar a pesar de todo”, se llegue a celebrar todo lo diverso por el solo hecho de serlo, sin evaluar si representa una riqueza o no para la cultura.

Quizás uno de los grandes problemas de nuestro tiempo es la falta de discernimiento, de diferenciar, de observar que no todo es lo mismo. Con el afán de unir y ser inclusivo -otra palabra talismán- se termina haciendo una gran ensalada.

No se puede aplicar el mismo esquema para comprender las diferencias de etnias o razas, las de capacidades físicas o mentales, de niveles económicos, las referidas a las prácticas sexuales, al aspecto físico o a la condición de pueblo colonizado, sin embargo, estas categorías se han tomado ideológicamente para dividir y enfrentar a las sociedades en grupos de opresores y de oprimidos, para crear grietas entre “privilegiados” y “colectivos que buscan reparación histórica”.  

CRIMEN DE ODIO

En un artículo publicado en 2006 por la International Planned Parenhood Federation se hace una adaptación de la Escalera de Olson en la que a los escalones ascendentes se le contraponen otros descendentes. Así desde la tolerancia se puede ascender a la aceptación, al respeto, a la comprensión hasta llegar a la celebración de la diversidad. Del mismo modo la escalera descendente podría llevarnos a la antipatía, el prejuicio, la discriminación y el odio. De una forma muy gráfica quedan pares opuestos que llevarían a afirmar que quien no celebra lo diverso, lo odia. 

Sabemos que no es así. En la realidad, podemos no compartir una postura o pensamiento, y no odiarla ni odiar a quien la emite. Sin embargo, no es así para la ideología woke, para la cual no adherir alegre y fervientemente a sus postulados equivale a ser un odiador serial y por lo tanto un enemigo a combatir.

La moral woke castiga a los que osan contradecir su discurso y planes globalistas. Hay palabras que no se pueden decir, so pena de ser condenado como racista, homófobo, machista, capacitista, gordofóbico o colonialista. 

No es lo mismo la verdad que el relato, y por más que se trate de disfrazar, la mentira nunca nutre…y a la verdad se le teme, porque dos contradicciones abruman a los ideólogos del wokismo: la primera, que el término, castellanizado como despiertismo implica estar dormido a la verdad de la realidad, la segunda, que la tolerancia, tan preconizada por sus adeptos, solo logra mantenerse por medio de la intolerancia.

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