A DOSCIENTOS AÑOS DE LA CAMPAÑA LIBERTADORA DEL 19 DE ABRIL DE 1825

La gesta de los 33 orientales

POR IGNACIO F. BRACHT (*)

En una noche sin luna, en realidad fueron dos, hace dos siglos, se lanzaron desde la costa de San Isidro un grupo de patriotas (orientales, bonaerenses, un cordobés y paraguayos) a liberar a la Banda Oriental de la ocupación y anexión como provincia o estado cisplatino, primero del Reino de Portugal, Brasil y Algarve, y luego ya independiente, del Imperio del Brasil. Una vieja aspiración de la corona bragantina desde los tiempos del Imperio Español en América, la de arrebatarle una de las márgenes del Plata, se había concretado, al invadir el territorio oriental y vencer definitivamente a José Gervasio de Artigas en Tacuarembó, en 1820.

Estaban comandados por el entonces coronel Juan Antonio Lavalleja, siendo su segundo el teniente coronel Manuel Oribe. Habían permanecido en Buenos Aires por varios años fraguando la operación y aguardando el momento oportuno, tejiendo lazos con vastos sectores porteños, entre ellos muchos hacendados y saladeristas, entre otros Pascual Costa, Miguel de Riglos, los hermanos Anchorena, Félix de Alzaga, Mariano Fragueiro, Juan Pedro Aguirre, Julián Panelo, Jacinto Trápani y el ya ascendente Juan Manuel de Rosas.

Estos hombres darían su apoyo económico y en armas, más una red de contactos en la campaña oriental. Rosas desde su exilio lo recordaba en 1868: "...al fijarme en los sucesos de la Provincia Oriental la parte que tuve en la empresa de los 33 patriotas", resaltando que "así procedí de acuerdo en un todo con el ilustre don Juan Antonio Lavalleja; y fui también quien facilitó una gran parte del dinero necesario para la empresa de los Treinta y Tres Orientales…".

El primer lanchón al mando de Oribe partió el 1 de abril de 1825, sorteando islas por los brazos del río Paraná, y el laberinto de su delta, burlando el patrullaje brasilero. Arribaron a una isla, luego bautizada de la "Paciencia", ya que tuvieron que esperar a la noche del 18 de abril, porque Lavalleja con dos barcazas recién pudo realizar el cruce debido al mal tiempo.

Reunidos ambos grupos, en la noche del 19 cruzaron el río Uruguay y desembarcaron en la playa de la Agraciada o del Arenal Grande, portando la bandera confeccionada en Buenos Aires que llevaba los colores de la enseña de Artigas y la liga federal. En tres bandas horizontales: punzó, blanca y azul, llevando inscripta la leyenda ¡LIBERTAD O MUERTE!, que se convertiría en la consigna de la Cruzada Libertadora (hoy esa bandera es una de las tres enseñas oficiales de la Rep. Oriental del Uruguay).

El arribo de los patriotas, que era esperado, corrió como pólvora y fueron sumándose fuerzas a los expedicionarios; inclusive el general Fructuoso Rivera, hasta ese momento al servicio del gobierno de la Cisplatina.

CONGRESO DE FLORIDA

En su avanzada llegaron las fuerzas de Lavalleja a Florida donde se convocó a una Asamblea para formar un gobierno provisional que enfrentara al invasor, asentado en Montevideo y en otros puntos del territorio. La Asamblea comenzó a actuar en junio, convocando a los Cabildos de todos los pueblos de la provincia, declarando el 25 de agosto de manera unánime la independencia de la Provincia Oriental del Brasil, así como la reincorporación al seno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, como lo había manifestado el propio Lavalleja en su proclama inicial, a los "orientales argentinos".

Además de la declarada independencia y unión al resto de las provincias del Plata, se declaró la libertad de vientres, la ley del pabellón, que establecía que hasta que los diputados se integraran al Congreso para la ratificación de la unión a la soberanía nacional, se enarbolara la enseña reconocida por las provincias del Río de la Plata, a la que pertenece, agregaban.

En Florida los libertadores y representantes se pusieron bajo la advocación de una imagen de la Virgen María, en la capilla del Pintado, que desde allí sería denominada la "Virgen de los Treinta y Tres Orientales", luego y hasta hoy, la patrona del Uruguay.

CONTRA EL IMPERIO

Conociendo el Imperio del Brasil estos hechos y el apoyo del gobierno argentino a la gesta libertadora, declaró la guerra a las Provincias Unidas en diciembre de 1825.

Ya se habían producido las batallas del Rincón en septiembre y la memorable de Sarandí al mando de Lavalleja, el 12 de octubre, más la toma de la fortaleza de Santa Teresa y la del Cerro. En Buenos Aires el Congreso General reconoció la reincorporación de la Provincia Oriental a la República de las Provincias Unidas del Río de la Plata a la que "por derecho ha pertenecido y quiere pertenecer", en consonancia con lo expuesto por el gobierno provisional oriental.

En estado de guerra, el ejército republicano, al cual se sumaron las fuerzas orientales, quedó bajo el mando del general Carlos de Alvear, con un nutrido cuerpo de oficiales veteranos de las guerras de independencia. La armada republicana conducida por el almirante Guillermo Brown, se enfrentó a la flota imperial, más numerosa, en memorables combates navales como los de Juncal y Carmen de Patagones, entre otros.

Con el triunfo de las fuerzas republicanas en Ituzaingó el 20 de febrero de 1827, la suerte quedó sellada militarmente, la guerra ganada y el objetivo de la Cruzada Libertadora de los Treinta y Tres, coronado por el éxito. Pero ambos bandos estaban exhaustos y allí comenzó una entreverada negociación por la paz, con la cuestionada misión del enviado porteño Manuel José García.

En Buenos Aires, en junio de 1827, Bernardino Rivadavia renunció a la presidencia a consecuencia de su debilitamiento político frente a las provincias y sus gobiernos federales, como asimismo, del federalismo bonaerense. A su vez, las tratativas con el Imperio del Brasil, con la sibilina acción del diplomático británico Lord Ponsonby, llevaron la negociación a un punto en que la "solución" sería la del Uruguay independiente. Pero esa es otra historia, que excede estas líneas, abocadas a recordar los dos siglos de la Cruzada Libertadora.

LOS NOMBRES

¿Cuantos integraron la gesta que partió de San Isidro? Sin duda, más del número consagrado en la historia que se hizo leyenda.

Oficialmente en 1830, el ya coronel Manuel Oribe confeccionó la "lista oficial de los 33 Orientales de 1825", que fue ratificada por el general Lavalleja el 28 de julio de 1830. No figuran varios nombres que la tarea historiográfica ha hecho partícipes.

Aquí mencionamos los nombres de los que oficialmente fueron parte de la acción libertadora: "Coronel Don Juan Lavalleja, Teniente Coronel Don Manuel Oribe; Sargentos mayores, Don Pablo Zufriategui, Don Simón del Pino (cordobés); Capitanes Don Manuel Lavalleja, Don Jacinto Trápani, Don Manuel Freire, Don Gregorio Zanabria, Don Santiago Gadea; Tenientes Don Basilio Araujo, Don Manuel Menéndez; Alférez Don Atanasio Sierra, Don Pantaleón Artigas; Sargentos Don Juan Spikerman, Don Andrés Areguat, Don Celedonio Rojas; Cabos Avelino Miranda, Agustín Velázquez; Cadete Don Andrés Spikerman; Soldados Ramón Ortíz, Juan Ortíz, Ignacio Núñez, Francisco Lavalleja, Carmelo Colmán, Santiago Nevas, Juan Rosas, Juan Acosta, Luciano Romero, Ignacio Medina, Felipe Carapé, Baqueano Andrés Cheveste. Esclavos Joaquín Artigas y Dionisio Oribe" (ambos libertos).

El gran pintor Juan Manuel Blanes, con su excelsa pincelada los inmortalizó en su magnífico óleo El Juramento de los Treinta y Tres Orientales, tomándose la justificada licencia de plasmar la imagen del desembarco de día, cuando había sucedido de noche, para darle luminosidad y dramatismo a este hecho histórico que se conmemora a dos siglos de sucedido y que hermana a uruguayos, argentinos y paraguayos, como a guaraníes y negros; todos ellos hijos de la herencia hispánica.

 

(*) El autor es Miembro de Número de la Academia Argentina de la Historia y de la Academia de Artes y Ciencias de la Comunicación. Vicepresidente del Instituto Cultural Argentino Uruguayo.