La fantasía de la inversión extranjera

Nuestro país va a volver a crecer en serio cuando los argentinos inviertan su dinero. Apenas asumió el presidente, cual vidente y futurólogo, nos anunció que las inversiones extranjeras lloverían sobre nuestro país.

Ninguna inversión vendrá hasta que no se restituya el funcionamiento de la Constitución, haya justicia y seguridad, bajen los impuestos, bajen las restricciones paratributarias (red tape).

Los argentinos, como un todo, somos ricos. Pero ese dinero está en el exterior: en cuentas en el exterior o dólares en una lata en el baño. Están fuera. El país crecerá cuando los argentinos inviertan su dinero. Y lo harán cuando crean que les generará algún rédito y no que irá a manos de la oligarquía que nos gobierna, por confiscación impositiva, por hiperinflación o por una de las infinitas formas que la casta política ha encontrado para esquilmarnos.

CONFISCATORIOS

Alguna de las formas para sacarnos nuestros ingresos y nuestro patrimonio son impuestos confiscatorios y la ausencia de un sistema razonable de transporte. Esto implica que la mitad del precio del combustible son los impuestos, a lo que se suman patentes, licencias de conducción, costos exorbitantes de transferencia de dominio. Sin olvidar que la mitad del precio de cada unidad es carga impositiva.

Los peajes constituyen una exacción conjunta entre funcionarios y los miembros de la Cámara Argentina de la Construcción. Los ferrocarriles y las barcazas fluviales y la flota marítima, competitivos al camión, fueron destruidos adrede. El transporte automotor significa una recaudación para la política, vía impuestos o vía donaciones de los concesionarios de rutas.

Las inversiones extranjeras de las que supimos, como Chevron, las mineras (oro), parques eólicos, son casos aislados, donde el Estado argentino les garantiza rentabilidad a las empresas, o los exime de impuestos (mineras) o es un mecanismo para recibir subsidios del Banco Mundial o la Corporación Financiera Internacional.

No estamos frente a empresarios genuinos que asumen un riesgo para su capital, se trata de amigos del poder (crony capitalism) moviéndose bajo el amparo estatal.

FIASCOS

La compra de una empresa no es una inversión, Si John Deere compra Pla eso no constituye una inversión para la Argentina. Es una inversión para los accionistas de John Deere y una desinversión de los accionistas de Pla. Para el total del país la diferencia es cero. Porque la cantidad de plantas fabriles, inventarios, red comercial es la misma antes y después de la transacción.

Eventualmente habrá inversión si el nuevo dueño amplía una planta o habrá desinversión si decide unificar la red comercial y cerrar los locales.

Otro ejemplo: cuando el gobierno anterior prohibió exportar carne, numerosos frigoríficos o quebraron o estuvieron a punto de hacerlo. Una empresa brasileña compró varios. No hubo inversión para el país porque luego de la operación los frigoríficos eran los mismos con la misma capacidad de producción. 

INVERSION NETA

La inversión neta de un país es cuando las inversiones que hacen todos las personas y empresas es mayor al desgaste de las inversiones existentes. Si se fabrican nuevos camiones, será inversión neta si repone el desgaste de las unidades en stock. Ese mismo cálculo debe hacerse para todo otro bien, público o privado. Suelen decir ministros y secretarios "hemos pavimentado tantos kilómetros de ruta". Tal vez sólo sea mantener las ruta existentes, reponer el desgaste de la capa asfáltica natural por el uso. 

Es más, la inversión hecha puede ser menor que el desgaste, y en ese caso la inversión neta es negativa. 

En la campaña presidencial de Trump en el 2016, el candidato afirmaba que el país había dejado de invertir en infraestructura y que las rutas, los puentes, los embalses se habían deteriorado. En caso de ser cierto, eso es desinversión del estado en bienes públicos.

La caída en el nivel de actividad que ha sufrido el país en estos últimos seis años no es sólo consecuencia de una caída en el consumo -como dicen los lobbistas de la UIA- sino por ausencia de inversiones. Tenemos menos capital, menos maquinaria, peores rutas, peores silos para incrementar la actividad total del país.

NO LAS NECESITAMOS

Todos los presidentes llegan y hablan de "atraer inversiones extranjeras". ¿Para qué? ¿Por qué quieren que franceses o neozelandeses o noruegos o chinos quieran poner un cobre acá? 

Si un gobierno no puede convencer a los habitantes de su país de invertir su propio dinero en la propia comunidad donde el propietario conoce a todos los jugadores, a los políticos nacionales y locales y a su eventuales clientes, ¿por qué habría de invertir alguien que, además, debe agregar la incertidumbre de un medio desconocido?

Y los argentinos no invierten justamente porque conocen la situación. 

Saben que un Gobierno fijará un tipo de cambio real que devaluará o apreciará. Inventará nuevos impuestos, no devolverá adelantos impositivos. Con el riesgo de que la AFIP o ARBA embargue la cuenta, que le roben la carga unos piratas del asfalto o que le hagan un juicio laboral y lo mande a la quiebra. Seamos serios, ¿quién puede querer invertir? 

Por todos estos problemas es que quien tiene alguna capacidad de ahorro prefiere tener dólares en su casa o en Uruguay a poner un local o una fábrica de chacinados. Hoy sólo siguen quienes tienen un establecimiento cuyo costo de deshacer lo hecho es mayor que continuar.

El secreto para que salgamos adelante no es que Toyota ponga una superplanta (lo que es bienvenido), sino que miles de personas decidan poner cada uno un comercio minorista. Significa compra de stock, remodelaciones, estanterías, luminarias, pintura. Que un productor agropecuario decida hacer aguadas o poner riego, o que el tambero invierta para fabricar queso. Que una cooperativa de té decida comprar barcazas para bajar su producción hasta un puerto exportador.

Por lo que creo que si alguna vez salimos de este estancamiento es con los miles de millones de dólares en poder de argentinos. Olvídense de ser genuflexos ante los extranjeros. Desconfíen de todo presidente o funcionario que habla de inversiones extranjeras. Si lo hace lo único que pretende es canjear privilegios o exenciones impositivas al inversor a cambio de un incremento de su patrimonio personal.

Sólo es creíble quien entienda que debe mejorar las condiciones para que inviertan quienes estamos acá. Cuando uno plantea esto, los funcionarios (anteriores y actuales) rápidamente salen con subsidios o créditos a tasas blandas o regímenes especiales para pymes. Los funcionarios sólo hablan de flujos de dinero en los que ellos deciden y por lo tanto pueden pedir una parte.
No.

PROPUESTAS

Lo que los argentinos necesitan para invertir es bajar impuestos, eliminar reglamentaciones (red tapa), limpiar Aduana y AFIP, combatir la delincuencia común y mejorar el transporte. Que los gobiernos se dejen de jugar a "anclar" el dólar para frenar la inflación (Martínez de Hoz, Kicillof, Sturzenegger) o mandarlo a la estratósfera para licuar las obligaciones del estado.

Si las señales son las correctas, quienes primero van a invertir somos nosotros. Y es tanto, tanto, el dinero que los argentinos tienen, que no necesitamos dinero de nadie.

Con cuatro o cinco medidas y despegamos con pleno empleo, inversiones masivas y sin interferencia extranjera. Argentinos creando riqueza para argentinos. Una nueva era de oro que puede durar décadas.