La expulsión de Rattín
El baúl de los recuerdos. Argentina perdió 1-0 con Inglaterra, el dueño de casa en el Mundial de 1966. La derrota quedó en el recuerdo más por la polémica exclusión del capitán albiceleste que por el resultado.
“Estaba todo preparado. Fijate qué injusticia: siempre se recuerda mi expulsión por eso. ¿En los Mundiales cuántos expulsados hubo? No te digo cientos, pero sí 15-20, por lo menos. Y todos se acuerdan solamente de mi expulsión”. Antonio Rattín recordó en 2002 en una entrevista con La Prensa su polémica expulsión en el partido por los cuartos de final de la Copa del Mundo de 1966 contra Inglaterra. Esa decisión del árbitro alemán Rudolf Kreitlein quedó en el recuerdo con una intensidad mucho mayor que la exigua victoria británica.
El testimonio del Rata le daba crédito a la noción de que existía un complot para despedir prematuramente del certamen a los equipos sudamericanos. Según esa idea, Argentina fue víctima de un plan orquestado en su duelo con el dueño de casa, del mismo modo que el escandaloso arbitraje del inglés James Finney en contra de Uruguay fue clave para que los celestes cayeran 4-0 a manos de Alemania Federal.
La octava edición de los torneos creados por el francés Jules Rimet es considerada una de las más controvertidas de la historia. Quizás la principal mancha fue el gol fantasma que le dio el triunfo a Inglaterra sobre Alemania Federal en la final. Tampoco puede quedar en el olvido la despiadada cacería que sufrió Pelé de parte de búlgaros y portugueses, cuya violencia fue avalada por los jueces.
Curiosamente, para la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) y la prensa europea eran los sudamericanos los equipos más vehementes del Mundial. Se había instalado la idea de que Argentina y Uruguay representaban un estilo de juego que estaba muy alejado del espíritu del deporte.
Cuando hubo que designar a los árbitros para los cotejos de cuartos de final, los delegados rioplatenses llegaron al lugar cuando ya estaba definido que el alemán Kreitlein iba a impartir justicia en Inglaterra-Argentina y al británico Finney le tocaba hacer lo propio en Alemania Federal-Uruguay. Una maniobra más turbia que cualquier jornada neblinosa de Londres…
CAUTELA VERSUS IMPOTENCIA
El 23 de julio de 1966 el público esperaba asistir en el estadio de Wembley a una salvaje actuación de Argentina contra el elenco local. Contra todos los pronósticos, las huestes comandadas por el Toto Juan Carlos Lorenzo no apelaron al juego brusco para contener a los dirigidos por Alf Ramsey, sino que optaron por aquietar el ritmo del partido y cederle el protagonismo a su adversario.
“Lo triste de todo esto es que, si los argentinos hubieran aprovechado la oportunidad para jugar al fútbol, tal vez habrían ganado”, evaluó el periodista y escritor inglés Brian Glanville. Su especulación no carecía de sentido.
La principal preocupación de la Selección albiceleste era no caer en las provocaciones de los ingleses y así evitar darle argumentos para expulsar jugadores a Kreitlein, un árbitro de talle pequeña, manifiesta calvicie y gestos ampulosos.
Hasta se le había sugerido a Rattín, el capitán del equipo, que reclamara la presencia de un intérprete para hablar con el juez ante cualquier situación que lo ameritara. Y el Rata insistía una y otra vez con ese tema. Por supuesto, Kreitlein no le entendía una sola palabra y lo único que percibía era a un flaco y alto mediocampista que le protestaba con llamativa insistencia.
La cuestión fue que, entre la impotencia de una Inglaterra con pocas luces y la determinación argentina de jugar a no jugar, el duelo fue languideciendo entre las discusiones, las nulas acciones de peligro frente a los arcos y las infracciones de Nobby Stiles, un aguerrido y malintencionado mediocampista del Manchester United.
Argentina tenía una defensa muy dura. Roberto Pipo Ferreiro, Roberto Perfumo, Rafael Albrecht y Silvio Marzolini -un exquisito en medio de esa retaguardia de tipos duros- les cerraban los caminos a los ingleses. Y, por si fuera poco, Antonio Roma, el arquero, descolgaba con facilidad los mil y un centros que llovían su área.
No pesaba Bobby Charlton, el cerebro de los dueños de casa. Entraban poco en juego los atacantes Roger Hunt y Geoffrey Hurst, a quien Ramsey apeló en reemplazo de James Greaves, un notable delantero del Tottenham que no había gravitado en los anteriores compromisos. Por el otro lado, Ermindo Onega tampoco lograba imponer sus dotes creativas y el dúo Luis Artime-Oscar Mas parecía desconectado del resto del equipo.
EL ESCÁNDALO
Apenas pasada la media del primer tiempo, Perfumo sufrió una fuerte infracción en las inmediaciones del área argentina. El zaguero de Racing le protestó al árbitro. Todos sus compañeros protestaban. De pronto, Rattín tomó la representación de sus camaradas y quedó cara a cara con el juez. Sus inentendibles reclamos le parecían a Kreitlein una retahíla de insultos y, como consecuencia, decidió expulsarlo.
El capitán no aceptaba dejar la cancha. El partido pasaba a un segundo plano. Dominaban la escena las discusiones y los empujones. Pasaba el tiempo y Rattín seguía sobre el césped de Wembley. El público británico bramaba su furia contra los “animales” argentinos. Finalmente, el Rata salió del campo.
“A mí me echan y me voy después de estar el partido suspendido 25 o 30 minutos. Veo un palco que estaba vacío, porque la reina no estaba, había una alfombra roja de 6x4 debajo de un techo y me senté ahí diez minutos. Lo hice sin desmerecer a nadie. Luego me dirigí al vestuario. Me fui caminando al costado de un alambre artístico de un metro de alto que estaba delante del público. Al principio me tiraban chocolates. Yo abrí algunos para darles bronca, me los comía y seguía caminando. Cuando llegué al córner vi la banderita inglesa flameando y no tuve mejor idea que retorcerla y putearlos. Ahí me empezaron a tirar latas de cerveza y tuve que salir corriendo”, relató en 2002 a este diario el emblemático jugador de Boca.
La ocurrencia de Rattín de sentarse en la alfombra real y de estrujar la bandera aumentó la ira de los hinchas. Para ellos, el mediocampista acababa de transformarse en el más vivo ejemplo de la inconducta deportiva de los argentinos.
A pesar de su total falta de preocupación por el ataque, cuando estaba con un hombre menos el equipo del Toto lanzó su única incursión ofensiva en 90 minutos. Pinino Mas probó puntería y su remate salió muy cerca del arco de Gordon Banks.
El segundo tiempo mantuvo las características del primero. La incapacidad del local chocaba con el vallado defensivo interpuesto por los albicelestes. Roma despejaba todos los centros que se acercaban a su valla. Sin embargo, faltando poco menos de un cuarto de hora, un envío de Martin Peters hizo blanco en la cabeza de Hurst, quien quebró la paridad en el marcador.
Con la ventaja a su favor, Inglaterra retrocedió y esperó las embestidas de un oponente que no supo o no pudo cambiar el plan con el que había salido a la cancha. Así, el equipo de Ramsey se instaló en las semifinales, mientras Argentina regresaba a Buenos Aires con la frente en alto, convencida de que había sido víctima de un complot que tuvo en la expulsión de Rattín su manifestación más evidente.
“Era una cosa armada de antemano: Argentina no podía pasar. Y si Argentina se ponía 1-0 con un hombre menos, seguro lo echaban a Roma. Inglaterra tenía que estar en la final y acordate que hasta en ese partido contra Alemania les dieron un gol que no fue”, resumió Rattín, uno de los expulsados más famosos de la historia de los Mundiales.
LA SÍNTESIS
Inglaterra 1 - Argentina 0
Inglaterra: Gordon Banks; George Cohen, Jack Charlton, Robert Moore, Ray Wilson; Alan Ball, Norbert Stiles, Robert Charlton, Martin Peters; Roger Hunt, Geoffrey Hurst. DT: Alfred Ramsey.
Argentina: Antonio Roma; Roberto Ferreiro, Roberto Perfumo, Rafael Albrecht, Silvio Marzolini; Jorge Solari, Antonio Rattín, Alberto González; Ermindo Onega; Luis Artime, Oscar Mas. DT: Juan Carlos Lorenzo.
Incidencias
Primer tiempo: 35m expulsado Rattín (A). Segundo tiempo: 33m gol de Hurst (I).
Estadio: Wembley (Londres). Árbitro: Rudolf Kreitlein, de Alemania Federal. Fecha: 23 de julio de 1966.