Por Marcelo Carignano *
Desde su concepción, las redes son una herramienta fundamental para la democracia. Permiten que el mundo observe, en tiempo real, las injusticias, excesos y atropellos a la ciudadanía que suceden en los distintos feudos del globo terráqueo. Fueron (lo siguen siendo) instrumentos importantes para provocar cambios drásticos en sociedades oprimidas. Pero, como son manejadas por el ser humano, lo que es blanco puede ser negro, y así vimos cómo también se convirtieron en artilugios de espionaje, de propaganda estatal, de avasallamiento contra los derechos del individuo, de linchamientos y falsas denuncias.
Con todo, no debemos caer en la moda de culpar a las redes: lo mismo ha ocurrido con libros u otras obras de arte, simbologías y religiones que fueron creadas con un fin y usadas para otro.
EPOCA VIRTUAL
La “era del ego”, en tanto, sí es exclusiva de esta época virtual. Personas que viven su vida para sus seguidores o que llevan asuntos privados al “éter cibernético” con el único objetivo de ser vistos. No de interactuar con otros usuarios, que sería la meta de una red social.
Publicaciones como “me salió caro el restaurante” junto a una boleta, “lloro porque me pasó tal cosa” con un video de un rostro lagrimeando, “no me gusta esto” o “me ofende lo que ví u oí”, buscan miradas y reconocimiento. No importa que este último sea efímero y superficial, basta que recoja unos “me gusta” y “visualizaciones”.
MEDIDAS EXTREMAS
En el periodismo, que es una parte esencial de la sociedad, esta situación ha llevado a dueños de medios a tomar medidas extremas como huir de una red social porque no soportan la crítica del ciudadano/lector.
El periodista no se queda atrás, y denuncia persecuciones y ataques de “trolls” que muchas veces confunde con bots y, otras tantas, con simples individuos que ahora pueden expresar de manera masiva lo que antes quedaba en una charla de café o en la fila de un supermercado. ¿O acaso creemos que el disgusto para con la prensa es una situación que existe desde la era de la Internet?
Analicemos el trabajo que muchos presentadores o conductores hacen frente a la pantalla, por ejemplo, durante una entrevista. Desde lo más clásico, que es enrostrarle al entrevistado (y a la audiencia) la opinión que tienen del tema para el cual llamaron a ese especialista, hasta mirar el celular y contestar mensajes mientras el invitado responde la pregunta que le hicieran segundos antes. Episodios como estos, que ocurren a diario en los distintos canales de televisión, pueden tomarse como una simple falta de respeto. Pero no lo son. Se trata de una muestra más de la Era del Ego, en donde importa solamente la posición como protagonista de un programa y no la de un externo que, en teoría, está presente para darle claridad a la cuestión que se discute.
Por su alta exposición, una gran parte del periodismo se presenta como actor de la noticia, no en un rol informativo, para lograr que fragmentos de su alocución se vuelvan virales en las redes sociales. Claro que, cuando esos cortes son denostados, el orador reniega contra “el poder de los trolls”.
CRITERIO NOTICIOSO VS. MARKETING
Por otro lado, los títulos en los portales cada vez se alejan más del criterio noticioso para dejarle paso al marketing. El SEO (una abreviatura en inglés que podría traducirse como “optimización en buscadores”) tiene la función -según Google- de “ayudar a los buscadores a entender tu contenido y a los usuarios a encontrar tu sitio y tomar una decisión sobre si deben visitarlo a través de un buscador”. Es decir, no manda la noticia, si no el algoritmo del buscador (Google, bing, Yahoo! o cualquier otro). Así, vemos títulos en medios importantes de todo el mundo que son preguntas -cuando el lector lo que quiere al ver una nota es una respuesta-, que tienen puntos suspensivos, que superan las tres o cuatro líneas pero no aportan información. Esta modalidad se tornó tan ridícula, que hay cuentas de X que se dedican a “ahorrarnos” el clickbait y nos informan de qué trata la nota. Es decir, hacen el trabajo del medio.
No obstante, este oficio es indispensable en nuestra vida. Siempre hubo y habrá periodistas, porque la información es un insumo valioso. Los Panama Papers, las investigaciones de la Obra Pública, los abusos en la cuarentena, las atrocidades de la dictadura, la corrupción de los últimos 40 años, el caso Cabezas, los notas policiales, las de color, las vidas de personajes relevantes que solamente pueden conocerse gracias a una nota de la sección Sociedad, los cortes de calles o las interrupciones en los suministros; todas son noticias que cambian la “diaria” del ciudadano. Aunque no nos demos cuenta.
Es indispensable tener más y mejores periodistas, que informen con rigor, responsabilidad y ética, adaptándose a los nuevos tiempos sin perder su esencia. Si bien la manera en que consumimos información cambió de manera drástica, el periodismo sigue siendo clave para la vida cívica.
Eso sí: deberemos dejar el ego de lado y rechazar la tentación de protagonismo para reafirmar el rol de mediadores entre los hechos y la sociedad. Solo así nuestro oficio podrá recuperar la confianza del público y fortalecer su papel en la democracia.
* Periodista.