Por Diego Matianich
Los Bancos Centrales están aumentando el ritmo del tapering, proceso por el cual reducen la oferta monetaria. Asimismo, se preparan para subir, al menos, tres veces los tipos de interés este año. La Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed), por ejemplo, dejó entrever en sus minutas que podría ser necesario actuar antes de lo previsto.
Tras haber ignorado las señales económicas que mostraban la “poca transitoriedad” de la inflación, los funcionarios se están apresurando para tomar cartas en el asunto e intentar domar el flagelo inflacionario.
Durante la primera quincena de enero de 2022, el rendimiento del bono del Tesoro a 10 años (US10Y) superó el 1,8%. Esto implica que la probabilidad de que haya, no tres, sino cuatro subas de tipos de interés en 2022, ya tiene más del 80% de probabilidad en el mercado.
Todo indica que el año 2022 será más duro para las acciones. La teoría demuestra que los múltiplos de valoración del mercado deberían ajustarse en función del incremento de los tipos de interés.
Para simplificarlo, si el ritmo de suba de tipos (y de contracción del múltiplo de beneficios) es mayor al crecimiento de las ganancias de las compañías, los precios de las acciones deberían tender a bajar para equilibrar la ecuación.
No obstante, el equilibrio de la ecuación no suele darse de un momento para el otro. Un estudio reciente de Goldman Sachs Global Investment muestra que, durante los tres meses posteriores al cambio de política monetaria de la Fed, los múltiplos de valoración tienden a descender, en promedio, un 5%. Sin embargo, el múltiplo de valoración del S&P500 tiende a recuperarse luego de seis meses, volviendo al nivel original.
La estadística suele ser una buena referencia para saber qué podría suceder hacia adelante, pero tampoco nos garantiza que así ocurra. Eso no significa que debemos retirarnos del mercado ni mucho menos. Debemos afilar nuestra estrategia y buscar negocios que puedan batir al mercado en el futuro.
Por ese motivo, creemos que el gran desafío de este año será ser selectivos, concentrando nuestra cartera en activos de alta calidad que cumplan con las siguientes condiciones:
- Contar con ventajas competitivas duraderas;
- Tener poder de fijación de precios;
- Proyecciones de crecimiento de dos dígitos;
- Alta generación de flujos de caja;
- Bajo nivel de endeudamiento.
En definitiva, la selectividad ser lo que nos permita aspirar a obtener rendimientos por encima de la media del mercado en los próximos años.