El 17 de diciembre, a través del vocero presidencial Manuel Adorni, el Gobierno comunicó la designación de Diego Kravetz como subsecretario de Inteligencia del Estado, secundando a Sergio Neiffert, todo ello bajo la sombra de Santiago Caputo.
Diego Kravetz, abogado egresado de la UBA, es un político que se inició como piquetero, militó en el kirchnerismo y fue sucesivamente massista, del PRO y ahora mileísta. O sea: otro profesional de la garrocha.
Kravetz ocupó distintos cargos políticos relacionados con la seguridad urbana en Lanús, hasta que en el 2023 se postuló para intendente y perdió la elección con el kirchnerista Julián Álvarez. En lo que puede ser interpretado como una evaluación de su gestión como funcionario de Seguridad en Lanús, sólo el 34% de los vecinos votaron por él. Derrotado en las urnas encontró conchabo en la Ciudad de Buenos Aires donde era Secretario de Seguridad hasta el momento en que, vaya uno a saber porqué extraña razón, el gobierno nacional lo convocó a la SIDE.
No se le conoce a Kravetz formación en Inteligencia ni experiencia en la materia. Pero en cambio, sí se han hecho públicos varios videos de su etapa como Secretario de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires. En esos videos se lo puede observar sopapeando a detenidos y blandiendo una tonfa.
Todo funcionario de seguridad debe tener muy claro que los policías detestan a los funcionarios políticos que no saben ubicarse y se meten en los operativos a tratar de jugar al policía. No es su rol, y mucho menos ponerse a cachetear detenidos, como por lo visto hacía Kravetz.
Conste que si un policía es filmado ejerciendo cualquier violencia innecesaria contra un delincuente ya reducido, le caben sanciones administrativas y penales.
Ahora bien, con los funcionarios políticos no se debe ser menos severo. Lo que se ve hacer a Kravetz, es claramente el mal desempeño de un cargo político, con independencia de lo que alguna vez -vaya a adivinarse cuando-, se decida en el fuero penal. Grave, entonces, que se lo premie con un cargo de mayor importancia.
Entre otras razones, porque no es aceptable que un gobierno que proclama pretender alcanzar un Estado respetuoso de los derechos individuales, lleve a la SIDE a Kravetz, un kirchnerista mal reciclado que como funcionario hizo abuso de autoridad.
Va de suyo que estoy en las antípodas ideológicas de Juan Grabois, pero debo reconocer que en su acusación contra Kravetz tiene un argumento fundado. Y eso, de por sí, hace que sea un despropósito la designación de Kravetz en la SIDE, porque no se puede dar pasto al enemigo. Encapricharse en sostener a Kravetz no beneficia al Gobierno, sólo beneficia a opositores como Grabois que fantasean un final de pueblada y helicóptero.
De allí que resulte paupérrima la respuesta elusiva del vocero presidencial a la pregunta de un periodista sobre la continuidad de Kravetz en la SIDE, afirmando que “no nos metemos en procesos judiciales ni en lo que quiere investigar la justicia”.
El Presidente Javier Milei es responsable por el perfil de los funcionarios que designa, sostener o echar a Kravetz de la SIDE es enteramente su decisión y cualquiera sea lo que decida no tiene nada, pero absolutamente nada que ver, con que el Poder Ejecutivo se entrometa en asuntos del Poder Judicial.
Finalmente está la cuestión del funcionamiento del Sistema de Inteligencia Nacional, mismo que puede apreciarse de manera indirecta analizando las decisiones del gobierno. Y hasta ahora no se aprecia ninguna mejora sustancial en relación a la nada misma que dejó el kirchnerismo. Ni siquiera los indicios sutiles que debían verse en el primer año de gobierno.