DESDE MI PUNTO DE VISTA

¿La decadencia del relato K?

Acaba de salir un libro que describe al kirchnerismo desde una óptica particular y ocurre habitualmente, cuando se escriben libros políticos, que viene a cuento hablar del libro y del autor, o sea, de la óptica. Darío Lopérfido es el autor de La decadencia del relato K (Galerna), libro en el que él vislumbra una decadencia inminente:

“El relato kirchnerista está cayendo. La realidad es dura y los hechos son irrefutables. Lo penoso es que millones de ciudadanos depositaron su confianza en la actual dirigencia, algunos por convicción, otros por revancha o como ‘voto castigo’. Y hoy todos somos un poco más pobres. El kirchnerismo ha logrado que cada vez más jóvenes no vean un futuro en la Argentina y decidan emigrar en busca de oportunidades, como ya lo hacen tantos venezolanos que escapan del infierno chavista”.

El exministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y exsecretario de Cultura y Medios de la Nación de Fernando de la Rúa reconstruye en este libro el aparato mitológico del discurso kirchnerista al detalle. Es que Darío tiene el extraño privilegio de haber padecido en carne propia todas y cada una de las aristas de un relato fundacional que se inventó para su propio usufructo Néstor y que no ha parado de crecer. Cuando sus 20 puntitos lo llevaron a la presidencia y se vio a merced de sus vampíricos mentores, entonces hizo un giro (magistral para el mal, pero magistral al fin) y abrazo el manual completo de las mentiras de la izquierda setentista que, agazapada, esperaba quien la volviera a la vida. Con esta movida arrastró por el fango a un peronismo grogui, se ganó al paquete del resentimiento filoterrorista y constituyó una base propia que, con los años, fue la columna vertebral de una derivación que como todo Frankenstein, superó al hacedor.

En soledad

Lopérfido enfrentó casi en soledad al aparato narrativo kirchnerista. Dijo abiertamente que uno de los pilares que sostenían su relato era una mentira. Poquísimos se habían atrevido a semejante afrenta al Olimpo progre. Lo hizo siendo funcionario en enero de 2016 cuando declaró que no era real la cifra de 30.000 desaparecidos citando las investigaciones de Graciela Fernández Meijide y a la Conadep. Esto hizo enloquecer al mundo kirchnerista. 

La jerarquía mainstream mediático cultural procedió a repudiarlo. Se firmaron solicitadas pidiendo que dejara de ser funcionario público. Al finalizar obras teatrales los intérpretes de las mismas ofrecían debates públicos sobre los dichos de Lopérfido y exigían su renuncia. Los movimientos de izquierda junto al sindicalismo estatal organizaban escraches en cada presentación de Darío, en ensayos, en inauguraciones. Cuando la presión de la izquierda (y la cobardía de todo lo que no es izquierda) consiguió que deje de ser Ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, el acoso continuó para que abandonara también el Teatro Colón. Un año de este martirio por sostener una verdad. Es que, como se sabe, la izquierda jamás descansa y menos si se trata de cancelar a quienes exponen sus mentiras. En 2017 fue enviado a trabajar a Alemania y lo esperaron los activistas del infame apostolado propagandístico del terrorismo castrista. De nuevo las solicitadas, los escraches y el acoso.

El título de estas líneas es el título del libro con el agregado de la interrogación. Licencias que uno se toma en virtud de que el Relato K, ese contra el cual Lopérfido viene batallando desde hace muchos años, no es exclusivo del kirchnerismo. El uso político y económico de los derechos humanos en la narrativa cultural argentina antecede a Néstor y a Cristina y lo que el matrimonio santacruceño hizo fue simplemente explotar la veta más allá de lo imaginable. Pero la base estaba. 

KIRCHNERISMO state of mind

El filósofo español Miguel Ángel Quintana Paz ha inventado un concepto brillante el “PSOE state of mind”. La exquisitez de su análisis lo vuelve casi ecuménico, de manera tal que podemos usarlo cambiando PSOE (el tradicional partido socialista español) por KIRCHNERISMO, veamos cómo nos resulta:

“Lo primero que hay que aclarar es que «PSOE (KIRCHNERISMO) state of mind» no significa pensar lo mismito que el PSOE (KIRCHNERISMO) o ni siquiera votar al PSOE (KIRCHNERISMO). De hecho, el gran logro del ´PSOE (KIRCHNERISMO) state of mind´ es que consigue infiltrarse en las mentes de gente no sólo ajena a tal partido político, sino que incluso pretende oponerse a él. El problema para esas personas es que pretenden luchar contra el PSOE (KIRCHNERISMO) aceptando las reglas, los prejuicios, incluso la terminología propia del PSOE(KIRCHNERISMO).”

¡Epa, señores, pero si calza como un guante! 

La condena de Darío Lopérfido al ostracismo no vino solamente de parte del kirchnerismo, al que describe como un grupo de fanáticos furiosos atacados por el resentimiento como pulsión vital. A Darío lo ningunearon los propios, los que no podían salir del “KIRCHNERISMO state of mind” o porque no podían o porque tenían miedo o porque el cálculo político les dictaba otra cosa. Como ir contra la izquierda no sale gratis, Lopérfido se ha ganado los calificativos de fascista, amigo de la dictadura, reaccionario y otras mieles propias de la retórica socialista aunque no fue sólo el kirchnerismo el que lo trató tan mal. 

Alianza nefasta

Polemista de oficio, Lopérfido vuelve a referir de manera crítica a la alianza entre el kirchnerismo y los organismos de derechos humanos. Sabe de que habla, conoce los pliegues de la comunicación y estudió la trastienda de la reescritura de la historia que lleva medio siglo en Argentina. Se expone a denunciarlo en primera persona: “Resulta lamentable la prostitución de los organismos de derechos humanos. Fueron cooptados por una épica de romantización de los 70 y luego se vendieron por plata. Instituciones que han sido ejemplo en el mundo hoy han perdido toda credibilidad, han perdido todo el prestigio alguna vez ganado”. También se lamenta de que ni una palabra hayan expresado estos organismos sobre las violaciones a los derechos humanos durante la eterna cuarentena de Alberto Fernández.

Por eso es importante entender al autor cuando se trata de un libro político, porque este autor, en particular, puede desgajar cada molécula del relato. El libro está estructurado en poco más de una docena de capítulos en los que habla sobre diversos aspectos de la estructura kirchnerista como la Constitución, fanatismo y decadencia, Convivencia y fanatismo, Economía, Relaciones internacionales, Prensa y libertad de expresión, Justicia, Derechos humanos, El Vaticano, Revisionismo histórico y romantización de la violencia, Educación y en cada episodio describe a los 4 gobiernos kirchneristas en un pormenorizado derrotero desde los comienzos del gobierno de Néstor Kirchner, las dos presidencias de Cristina hasta el gobierno de Alberto Fernández. En ocasiones el libro funciona de aide mémoire, porque la cantidad de casos de corrupción y prepotencia se nos acumulan y es posible que estemos un poco ataráxicos y adormecidos de tanto padecer. Entonces Lopérfido rescata de la bolsa de recuerdos un hecho y uno dice: -Cómo puede ser que hayamos pasado tantas cosas y estemos acá de nuevo.

Suele pasar que en épocas eleccionarias se editen muchos libros sobre política local y su historia reciente. El interés del público y de las editoriales por este material es mayor en estos momentos y por eso en pocos meses se han publicado libros de Ricardo López Murphy, Javier Milei, Patricia Bullrich, Mauricio Macri, María Eugenia Vidal, Fernando Iglesias y de otros autores no políticos que escriben sobre la misma temática. Funcionan muchos como instrumento de campaña (lo cual es bueno porque se trata de uno de los pocos materiales de campaña política que se consumen y pagan voluntariamente) y también para divulgar ideas o posturas políticas más explayadamente que en un spot o en una nota. En este caso, y sin la presión de ser candidato, Lopérfido usa el libro como una especie de manual de comprensión del fenómeno kirchnerista. 

La decadencia del relato K convoca a distintas personalidades para apalancar el análisis del autor y, en este sentido, en sus páginas se pueden leer conversaciones con Juan José Sebreli, Sandra Pitta y Loris Zanatta, personajes críticos a la era kirchnerista abordando la cuestión desde la historia, la filosofía, la ciencia y el rol en el que la Argentina ha quedado en el plano internacional gracias a la particular forma de Néstor y Cristina de entender el mundo. Lopérfido sostiene que es una señal palpable de la decadencia del Relato K la reacción social contra las restricciones que tuvieron lugar hacia fines del 2020 y comienzos del 2021 y augura que las elecciones de medio término de finales de este año podrían ser el comienzo del fin del gobierno de Alberto Fernández. Para el autor el Relato K es responsable de la decadencia moral propia de un régimen al que denomina “populista” pero según su visión “ya nadie se lo cree”. Ojalá tenga razón.

"Le doy al lector la bienvenida a mi libro, y le aviso que aquí verá sinceridad pura, sin medias tintas, sin pelos en la lengua, porque ese es uno de mis mayores bienes, la sinceridad. No habrá correctismo político, porque no lo necesito. Aquel que piense que con el kirchnerismo se puede debatir y puede haber un diálogo está equivocado. No existe algo así como el kirchnerismo moderado. En todo caso, puede haber algún peronista moderado, pero no kirchneristas. El kirchnerista es fanático por naturaleza, y con los fanáticos y violentos que solo pretenden destruir la república no hay diálogo posible. Como bien pregona Karl Popper, uno de los filósofos liberales más importantes del siglo XX, no debemos confundir libertad con dar rienda suelta a que nos gobiernen los fascistas. Es decir, la tolerancia tiene sus límites, porque, con la premisa de ser tolerantes, pueden nacer grupos fascistas. La tolerancia ilimitada puede llevar a la desaparición de la tolerancia. Por eso sostengo que con los kirchneristas no hay diálogo posible. Es ingenuo pretender dialogar con aquellos que clausuraron el debate público y destrozaron la convivencia pacífica en Argentina.

La posibilidad de torcer este derrotero sin fin depende solo de la calidad que puedan tener las fuerzas republicanas y democráticas. Solo existen dos modelos: los que defienden unsistema mafioso que pone al país bajo los designios de una secta y los que se enfrentan a las mafias y defienden las instituciones. Los opositores que quieran buscar un camino intermedio entre ambas opciones son funcionales al sistema mafioso. Lo que resta, entonces, es dilucidar si Argentina tiene las agallas para dar vuelta ese proceso de decadencia tan pronunciado en el que está inmersa. Y esto dependerá de si existen opciones políticas verdaderamente republicanas que puedan hacerle frente al kirchnerismo. Si esto no sucede, hay muchísimos ejemplos en el mundo que nos dejan ver cómo termina esa espiral de decadencia. Venezuela es el claro ejemplo y Argentina podría terminar así.

Darío Lopérfido

LA DECADENCIA DEL RELATO K.